Lo sé… masticar es aburrido, asqueroso, nada sofisticado. A todos nos han dicho que tenemos que masticar más. Lo hemos escuchado de nuestras abuelas, nuestros gurús e internet. Es noticia vieja.
Entonces, ¿por qué estoy escribiendo sobre eso?
Bueno, en mi experiencia docente, he descubierto que la mayoría de la gente nunca ha masticado —en una forma que cambie vidas—. Nunca han abierto el camino a una experiencia de energía, paz y poder como la que yo he disfrutado por más de veinte años. Y eso es muy malo, porque nuestros cuerpos son capaces de mucho más de lo que les pedimos, y masticar es la manera de desbloquear el potencial del cuerpo.
¿Y por qué la gente no mastica? He descubierto que muchas personas tienen una o más suposiciones sobre la masticación que se interponen en su camino. Y estoy aquí para desafiarlas.
Cinco suposiciones sobre la masticación:
No. No tienes que ser un hípster, meditando en cada grano de arroz, para poder masticar. No tienes que ser agradecido, o contemplativo, o prestar especial atención a tu comida, o a tus esfuerzos. Puedes masticar mientras ves televisión, conduces o pagas tus facturas. No me importa. No necesitas estar atento para masticar.
Sin embargo, la masticación y la atención plena se cruzan, pero al final. Al masticar carbohidratos complejos meticulosamente, enviarás pulsos pacíficos de glucosa a tu cerebro y ellos crearán una atención plena, sin esfuerzo. Después de masticar. Ya lo verás.
Al contrario: el masticar se trata de eficiencia. Al masticar meticulosamente, obtendrás más energía y nutrición de tus alimentos, y tu cuerpo los usará de manera eficiente. Al poner en un poco de esfuerzo oral, cada órgano digestivo en tu cuerpo funcionará más suavemente, con menos desgaste, menos molestias y menos (cof, cof) hedor.
Y cuando hablo de energía, me refiero a LA ENERGÍA. Los carbohidratos complejos que estás comiendo en alimentación basada en plantas sin procesar deben convertirse en glucosa en tu cuerpo —glucosa encantadora, delicada y lista para actuar—. Pero eso solamente ocurre cuando se libera la glucosa por medio de la masticación adecuada… y prácticamente nadie lo hace. Sí, estás comiendo buena comida, pero solo estás recibiendo una parte de sus beneficios.
Piénsalo de esta manera: ¿Cuándo fue la última vez que fuiste a la gasolinera y llenaste tu tanque a la mitad y luego rociaste el resto de gasolina en todo tu vehículo? Por supuesto, nunca harías nada tan ridículo. Pero lo estás haciendo con tu cuerpo, todos los días. Al no masticar adecuadamente, estás perdiendo combustible y perjudicando a tu ser físico. Masticar no es una pérdida de tiempo.
No todos ellos. Cuando se trata de digerir los carbohidratos complejos —es decir, las plantas— nada rivaliza con tu boca. No solo contiene glándulas parótidas, que secretan una enzima digestiva específica para los carbohidratos (amilasa), tienes molares diseñados para aplastar los cereales de grano entero y otros alimentos fibrosos. Eso es importante. Los carbohidratos complejos son moléculas de cadena larga que requieren ser mezclados, molidos y vueltos a mezclar, además de combinarse con amilasa, para poder liberar sus azúcares. Esta acción solo puede tener lugar en la boca. Aunque tu intestino delgado secrete una pequeña cantidad de amilasa, no tiene dientes.
No espero que mastiques en cada comida, pero, cuanto más lo hagas, más beneficios verás e incluso puedes empezar a vender la idea con entusiasmo —entre bocados— a tus amigos en la cena. Al masticar cuando estás solo, o al tener conversaciones asombrosas para que puedas masticar mientras escuchas, puedes incorporar este hábito en tu vida. Cuanto más mastiques, más querrás hacerlo.
Está bien, sé que probablemente no piensas eso, pero necesitaba una excusa para discutir qué tan inteligente es masticar. Verás, tu saliva es alcalina, por lo que reduce la inflamación. Has oído hablar de la inflamación, es la condición crónica subyacente a casi todos los problemas de salud graves que experimentamos. Solo nómbralos: diabetes, cáncer, enfermedades del corazón, enfermedades autoinmunes, todos son acentuados por la inflamación.
Por supuesto, tenemos que revisar nuestras dietas para hacer frente al problema de la inflamación por completo, pero ¿no es genial que nuestros cuerpos nos hayan dado un kit antiinflamación? Al masticar de 50 a 100 veces, puedes alcalinizar casi cualquier cosa. Masticar también te ayudará a perder peso, ahorrar dinero en comestibles, aumentar tu energía y mantener tus dientes sanos. Así que eso está a un millón de millas de distancia de ser tonto.
Me alegra tanto que hayas preguntado. Lo que puedes considerar como “masticar” en este momento es probablemente cortar un bocado de comida hasta que estés razonablemente seguro de que no te ahogarás con él.
Eso no es masticar.
Estoy hablando de triturar carbohidratos complejos y mezclarlos con saliva por un tiempo… hasta 30 segundos, o incluso un minuto. Para mí, masticar bien implica que mis molares mastiquen mi haba verde, arroz integral o perro de tofu… cincuenta veces. Me escuchaste: cincuenta. Y, en mis mejores días, cien.
Sí, esto transforma lo que parecía ser un elemento atractivo y delicioso en una pasta líquida dulce en tu boca antes de tragarla. Sí, se necesita práctica. Sí, al principio parecerá extraño e incómodo. Pero vale la pena, vale la pena cada flexión de la mandíbula para masticar. Lo prometo.
Estos son algunos consejos:
1. Comienza solo: Esta práctica es ilógica, así que es mejor comenzar solo, al inicio. Sentir la presión de participar en una conversación puede reducir tu saliva, y sentirte consciente de ti mismo tampoco ayuda. Una vez que empieces a sentir los beneficios de masticar, alejándote de la mesa casi borracho con tu cerebro lleno de glucosa, podrás llevar tu práctica al mundo exterior.
2. Mastica hasta el último tercio de tu comida: Masticar puede ser difícil cuando realmente tienes hambre. Devora el primer tercio de tu comida, disfruta del segundo y mastica completamente el tercero. Obtendrás todos los beneficios, menos el sentir tu abdomen ligero como una pluma. Cuando quieras sentir eso, mastica todo.
3. Usa un pepinillo: Agrega un pedacito minúsculo de aceituna, chucrut o pepinillos encurtidos a tus primeras mordeduras de comida. Esto ayudará a estimular la saliva y hará que masticar sea mucho más fácil.
4. Mantén la parte de atrás de la boca cerrada: Imagina que estás probando un sorbo de vino, prestando atención a sus sabores y notas. Cuando lo haces, cierras la parte de atrás de tu boca. Inténtalo ahora, pero para masticar comida. No quieres tragar mientras masticas. Todos los alimentos deben bajar en un gran trago después de que se mastican cincuenta veces. Puede que no seas bueno en esto al principio; el reflejo de la deglución es bastante inconsciente. Pero practica. Te sentirás mejor.
5. Inclínate hacia delante si tienes que hacerlo: Si sientes que tu reflejo de deglución está más allá de tu control, inclina la cabeza hacia adelante para que tu impulso de tragar se interrumpa. Sí, es raro. Pero bueno, como por estos días no estás comiendo carne y productos lácteos, ¡tus amigos ya piensan que eres raro!
6. Cuenta con tus manos: Cuento mis masticaciones (y yo mastico bastante rápido, por cierto —recuerda que esto no se trata de atención plena—) contando hasta diez, y luego, extiendo un dedo en una mano. Luego, cuento hasta diez nuevamente y extiendo el siguiente dedo. De esta manera, nunca tengo que contar más de diez (es increíble lo fácil que es perder el hilo en los números más grandes), y puedo tragar cuando todos los dedos de una mano están extendidos.
7. Posdata: Los dulces y las frutas son difíciles de masticar, así que no te preocupes tanto por ellos. Son altos en azúcares simples, por lo que se descomponen en la boca mucho más fácilmente. Sigue practicando con los cereales de grano entero, los vegetales y los frijoles. Todos funcionarán bien.
Por último, una vez que hayas conseguido aprender el truco del buen masticar, trata de masticar cada bocado que comes en cada comida durante siete días. Lo llamo el desafío de mascar durante siete días. Este experimento te mostrará cómo tu cuerpo está destinado realmente a sentirse. Tendrás toneladas de energía, te sentirás ligero como una pluma, experimentarás un enfoque mental tranquilo y defecarás como un deportista olímpico. Siete días de masticación te atraparán en esta práctica durante el resto de tu vida. Después de eso, puedes relajarte y masticar el último tercio (o incluso dar pocas mordidas) a cada comida, pero finalmente sabrás lo que tú —y los alimentos sin procesar— son capaces de hacer.
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