Tenía 12 años la primera vez que mi mamá me llevó al médico por el enrojecimiento alrededor de mis ojos. El médico me dijo que era eccema y lo atribuyó al maquillaje que había empezado a usar recientemente. Me dio una prescripción para aplicar una crema de corticosteroides tópicos y así lo hice, sin darme cuenta de que, 20 años después, lo que pensé que era un leve sarpullido todavía me estaría irritando con toda su fuerza.
Aprendí de muchos especialistas que el nombre correcto para mi condición era dermatitis atópica. Muchos pacientes con asma infantil, como yo, desarrollamos esta condición en la adultez, especialmente alrededor de los ojos.
Con los años, mi eczema iba y venía. Siempre se localizó en mis párpados y no parecía tener ninguna explicación o razón de por qué se exacerbaba. Al despertarme algunas mañanas, me miraba al espejo y tenía los ojos tan hinchados, que parecía que me había picado un enjambre de abejas. Otros días, parpadeaba y escamas de piel seca caían de mi rostro. El momento más destacado de mi día era cuando llegaba a casa por la noche, y me podía duchar y frotar los ojos. Trataba de cubrirlos con maquillaje o usando mis gafas los días en los que el eczema era realmente malo y probé todos los productos habidos y por haber, pero nada parecía funcionar.
Me remitieron a cada uno de los mejores alergistas, algunos con una lista de espera de más de un año, para varias pruebas de parche y pruebas cutáneas de alergias. Nada hubo resultados importantes y evité todo el maquillaje, detergentes, perfumes, tintes, etc., pues me habían dicho que podrían ser los culpables. Ni una sola vez, en 20 años, alguien mencionó que podría ser algo en mi alimentación. De hecho, en más de una ocasión, tuve doctores que literalmente se burlaban de la idea cuando la mencionaba.
Un día, en el trabajo, el televisor estaba encendido y noté que la experta en nutrición, Lyn-Genet Recitas, hablaba sobre su nuevo libro The Plan (El plan, en español). Ella dijo que ciertos alimentos que la mayoría de la gente cree que son “saludables” cuando se combinan con la química de nuestro propio cuerpo pueden causar inflamación severa, aumento de peso, depresión e incluso… eczema. Tan pronto como la escuché decir esa palabra, estaba en línea ordenando su libro. Cuando llegó lo leí en un día e inmediatamente comencé su protocolo para eliminar los alimentos inflamatorios de mi cuerpo. El programa elimina casi todos los productos de origen animal. Durante años había estado comiendo lo que pensaba que eran alimentos extremadamente saludables: yogur griego, batidos de proteína de suero lácteo, pollo, etc.
¡Terminé perdiendo de 15 a 20 libras (seis a nueve kilogramos) durante el primer mes sin mucho esfuerzo y mi eczema desapareció por completo! Cada vez que me ocupaba y no tenía tiempo para preparar mis comidas en casa y volvía a mi antigua alimentación, mi eczema volvería a exacerbarse, sin falta.
En 2015, mi eczema fue tan severo que me impidió querer salir y tener una algo de vida social. Nunca antes me había sentido tan mal. Fue en esta época cuando encontré otro libro llamado El Estudio de China: Asombrosas implicaciones sobre la alimentación, la salud y la pérdida de peso a largo plazo. Esto me convenció de eliminar por completo los huevos y los productos lácteos de mi alimentación. Me desafié, por un mes, a comer una alimentación basada en plantas. Dejar la carne sería fácil, ya que solo la consumía, máximo, una vez por semana, pero los batidos de proteínas, la crema en mi café y las claras de huevo diarias que consumía, bueno, esa era otra historia.
En el cuarto día de mi desafío de un mes desperté con una piel perfectamente clara, lo que no había sucedido en más de un año. Para mi sorpresa, me resultó muy fácil seguir una alimentación basada en plantas. Después de un mes, decidí extender mi desafío a un año y puedo decir que ha pasado más de un año y medio de consumir una alimentación completamente basada en plantas y mi eczema NUNCA ha regresado, ni una vez, ¡ni siquiera una peca de piel seca!
Esta experiencia me enseñó que nuestro sistema inmunitario puede verse afectado por nuestro intestino. Cuando no somos saludables por dentro, eso se puede reflejar en el exterior.
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