La detección temprana de peligro no funciona para nuestro suministro de alimentos. Los cambios desapercibidos, pero catastróficos, ponen en peligro la capacidad de la Tierra para alimentar a nuestra especie. Se necesitaron 50 000 años para alcanzar una población humana de 1000 millones de personas en 1830. Subimos por encima de los seis mil millones de personas en el año 2000 y pasamos los siete mil millones en 2012. Las naciones ricas consumen cantidades crecientes de carne, mientras que mil millones de personas obtienen menos nutrientes que el gato doméstico norteamericano promedio. Las industrias agrarias ignoran el ciclo de los nutrientes y, en lugar de reconstruir el suelo, lo saturan con productos petroquímicos. El suelo es sometido al sobrecultivo, al sobrepastoreo, hecho tóxico e infértil, y convertido en desierto. Un tercio de todos los terrenos cultivables se degradan.
Pérdida de la capa superior del suelo: Esta capa almacena 2,5 billones de toneladas de carbono, mientras que nuestra atmósfera contaminada tiene 760 000 millones de toneladas. La capa superior del suelo tomó miles de años para formarse, y en muchos lugares tiene solo por unas pulgadas de grosor. No debe destruirse más rápido de lo que se puede restaurar. Los fertilizantes y pesticidas matan lombrices de tierra y organismos que descomponen materia orgánica, reponiendo así la capa superior del suelo. Cuando se pierde la capa superior del suelo, también se pierde un medio importante para almacenar con seguridad el carbono y los nutrientes necesarios para cultivar los alimentos.
Costo mortal de la dieta basada en carnes: Sesenta mil millones de animales de granja criados para convertirse en comida producen el 18 % de los gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global, requieren el 33 % de las tierras cultivables del mundo y consumen el 33 % de las cosechas de cereales. El 40 % del fertilizante de los Estados Unidos se utiliza para cultivar maíz. Una dieta basada en la carne depende del maíz y la soya para el crecimiento rápido del ganado para satisfacer el amor de Estados Unidos por la carne.
Residuos y polución: Los métodos de riego de las industrias agrarias son increíblemente derrochadores.
Si vamos a sobrevivir como especie, debemos usar el agua sabiamente. El acuífero de Ogallala, el más grande del mundo, está bajo siete de los estados graneros que producen la mayor parte de los alimentos, desde Dakota del Sur a Texas. Después de la Segunda Guerra Mundial, la tecnología de perforación de petróleo se utilizó para alcanzar y bombear cantidades masivas de agua del Ogallala para el riego. Más de la mitad del agua ha desaparecido. Este acuífero no se reabastece.
Los glaciares, llamados “los embalses en el cielo”, suministran agua potable, riego y energía hidroeléctrica durante las estaciones secas. Algunos glaciares han desaparecido y el resto se están desvaneciendo a tasas alarmantes. La pérdida de su derretimiento estacional significa menores rendimientos de los cultivos y más hambruna. Los glaciares del Himalaya y de la meseta del Tíbet alimentan los siete ríos principales del sudeste asiático. Cuando las capas de hielo y los glaciares se derriten, el nivel del mar sube, y la invasión de agua salada destruye las tierras del delta para cultivo de arroz.
La burbuja alimentaria: La población mundial se ha triplicado desde la Segunda Guerra Mundial. Los cultivadores aumentaron la producción de alimentos al:
Esto creó una “burbuja alimentaria”, una expansión temporal y artificial del suministro de alimentos que el mundo experimentó brevemente en la última mitad del siglo XX. Lo que parece ser que la humanidad da abasto con las necesidades de una población creciente, destruye los medios de producción de alimentos de nuestros niños. Cada elemento de este proceso es insostenible. Las tierras cultivables están despojadas de nutrientes. Los productos químicos destruyen los organismos necesarios para convertir la materia en la capa superior del suelo. Las selvas tropicales se convierten en desiertos, la atmósfera se contamina más y los acuíferos se drenan. Las semillas genéticamente modificadas contaminan las variedades naturales, por lo que los cultivos nativos requieren excesiva irrigación y productos químicos para producir cosechas. Las burbujas alimentarias están listas para estallar en muchos lugares simultáneamente.
Misión no imposible: Estoy en una misión para ayudar a retardar el calentamiento global y proteger el futuro de nuestros nietos. Mi esposo y yo disminuimos nuestro consumo de electricidad en nuestra casa eléctrica en un 84 % al año y reducimos el consumo de gasolina en un 75 %. Reemplazamos nuestra camioneta con un Prius y disminuimos la conducción innecesaria. Una persona que cambia a una alimentación basada en plantas reduce su producción de CO2 tanto como al reemplazar una camioneta tipo SUV (vehículo utilitario deportivo en español) con un Prius.
Los estadounidenses podríamos generar un impacto asombroso para retardar el calentamiento global, pero no somos conscientes de la magnitud del problema. La falta de comprensión acerca del calentamiento global tiene sorprendentes similitudes con la opinión del promedio de los estadounidenses sobre la salud y la nutrición. En ambos casos, los poderosos grupos de interés limitan y manipulan la información para expandir sus mercados y aumentar sus ganancias.
El ganso que pone los huevos de oro: La dieta americana estándar (SAD, por sus siglas en inglés) es ese ganso. Los estadounidenses están adictos a la grasa, el azúcar y la sal. Nos han enseñado que debemos comer carne para ser fuertes y saludables y beber leche para evitar que nuestros huesos se rompan. Los consumidores basados en plantas han hecho su tarea y entienden que la dieta americana estándar es la “dieta suicida americana”. Los productos impulsados en nuestra nación ponen ganancias en los bolsillos de los ricos y poderosos, mientras contribuyen a la hambruna de 15 millones de personas en el planeta al año. Estados Unidos es una nación con la mitad de sus ciudadanos en camino hacia la obesidad, las enfermedades crónicas, la discapacidad o la muerte por enfermedades prevenibles.
No hay rentabilidad en dejar que la gente sepa que puede evitar la discapacidad temprana y la muerte simplemente al consumir vegetales verdes, más verduras, frijoles, cereales de grano entero, frutas y nueces. Vivir de manera verde idealmente incluye una alimentación basada en plantas, que sea orgánica, local y de temporada. No lo considero demasiado difícil. Ser el hijo mayor y ver a mis padres y a todos mis hermanos morir de enfermedades producidas por la dieta americana estándar fue difícil.
Sé lo más “verde” que puedas por tu propio bienestar y por el planeta. En 2014, toma decisiones informadas sobre qué comer y cómo alimentar a siete mil millones de personas. Comprende las leyes y los límites de la naturaleza. Ten realmente en cuenta nuestros activos, pasivos, opciones, obligaciones y deseos, para desarrollar vidas que realmente pueden llevarnos de manera segura, saludable y feliz hacia el futuro. Solo tenemos una Tierra. Bienvenido al mundo real, bienvenido a casa.
El mundo no es nuestro. Es un tesoro que administramos para las generaciones futuras.
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