Invertimos mucho tiempo pensando en los alimentos que comemos regularmente y con razón. La nutrición desempeña un papel fundamental a la hora de determinar nuestra salud y las enfermedades; hoy día que nuestra sociedad se enfrenta a epidemias de enfermedades relacionadas al estilo de vida, como la enfermedad cardiaca, la diabetes y el cáncer, podríamos decir que a la nutrición se le está dando más prioridad que nunca. Pero la comida no es lo único en el hogar que afecta a nuestra salud. Muchos productos domésticos, especialmente los de la cocina, se han relacionado con problemas de salud como alteraciones de salud intestinal, desequilibrios hormonales y diabetes tipo II.
Los enseres y productos de cocina son un buen punto de partida, ya que entran en contacto con los alimentos y el agua que ingerimos a diario. Pero puede resultar difícil saber por dónde empezar. La Agencia de Protección Ambiental (EPA) calcula que hay 84,000 sustancias químicas diferentes en los productos de uso cotidiano.[1] La mayoría de ellas, 62.000, fueron aprobadas por la Ley de Control de Sustancias Tóxicas (TSCA) sin que se comprobaran sus efectos sobre la salud. Menos del 1 % han sido sometidas a pruebas de seguridad.[2]
Lo que nos preocupa a la mayoría es la exposición crónica a dosis bajas de estas sustancias químicas, que puede provocar los efectos negativos para la salud mencionados anteriormente. Reduciendo nuestra exposición podemos reducir la carga tóxica sobre nuestro intestino, sistema endocrino y salud en general.
Exploremos tres de las sustancias químicas más comunes cuya exposición puedes reducir y cómo encontrar alternativas libres de esas toxinas.
Existen entre 30 y 40 variantes diferentes de bisfenol, pero el BPA es la más utilizada y conocida.
Inicialmente se utilizaba como estrógeno sintético hasta que los investigadores descubrieron que podía emplearse para endurecer plásticos. Cada año se producen más de 2,700 millones de kilos de BPA, de los cuales más de 100 toneladas se liberan a la atmósfera[1]. Se ha relacionado con la resistencia a la insulina, la disbiosis intestinal y la alteración hormonal.[3][4]
Pero, ¿dónde se encuentra el BPA en la cocina? ¿Y cómo podemos minimizar nuestra exposición?
Ten en cuenta que aún cuando los artículos se anuncian como libres de BPA, hay que ser precavido. En muchos casos, el fabricante está utilizando una variante del bisfenol que podría tener efectos nocivos similares.
Son una clase ubicua de sustancias químicas que tienen muchos usos en función de su peso molecular: los ftalatos con menor peso molecular se utilizan para aglutinar aromas en los productos; los ftalatos con mayor peso molecular se utilizan para agregar flexibilidad a los plásticos.
Se han asociado con alteraciones en la composición de la microbiota intestinal, el aumento de la permeabilidad intestinal y la resistencia a la insulina.[5][6][7]
Por desgracia, es difícil saber si están presentes en un producto leyendo su lista de ingredientes. A menudo se ocultan tras la palabra “fragancia”, que se considera información reservada y, por lo tanto, no tiene que aparecer en la lista de ingredientes.
Las fuentes en la cocina incluyen:
Mis marcas favoritas libres de toxinas son Branch Basics, Molly’s Suds, Aunt Fannie’s, Force of Nature y Greenshield Organic.
Estas sustancias químicas sintéticas también se conocen como Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP). Debido a la lentitud con la que se descomponen, permanecen en el medio ambiente por mucho tiempo. Se encuentran globalmente en el agua, el aire, los peces y el suelo, y se han relacionado con aumento del colesterol, enfermedades inflamatorias intestinales, problemas de tiroides y alteraciones hormonales[9][10]
A pesar de estas preocupaciones, se utilizan para revestir enseres y hacerlos antiadherentes, resistentes a las manchas y al agua, por eso son muy comunes en los utensilios de cocina.
A menos que evitemos los utensilios de cocina, los utensilios para hornear y las freidoras de aire que contienen PFAS, estas sustancias químicas pueden acabar de forma rutinaria en nuestros alimentos. Un solo arañazo en una sartén antiadherente puede liberar más de 9.000 partículas de PFAS.[8]
¿Qué deberíamos elegir en su lugar?
Algunas de mis marcas favoritas son Cuisinart de acero inoxidable, Lodge de hierro fundido, y Xtrema — utensilios de cocina de cerámica.
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