Al salir del consultorio médico, la realidad finalmente hizo efecto. No iba a vivir ni un año más. Era muy probable que mi esposa y mis hijos no tuvieran un esposo o padre dentro de un año. Mi presión arterial era de 255/115, y tomaba tres medicamentos para bajarla. Mi colesterol (300) y triglicéridos (279) estaban por las nubes. Aparte de una gran cantidad de medicamentos recetados, también me automedicaba y luchaba contra adicciones de todo tipo. Mi peso estaba tan fuera de control que el médico ya no podía pesarme en su consultorio. Tenía problemas para respirar y sufría de apnea severa del sueño. Nací con un trastorno genético llamado síndrome de Ehlers-Danlos, y mis articulaciones son muy flojas e hipermóviles. El exceso de peso era demasiado para mis articulaciones ya destruidas como para soportarlo. Constantemente estaba con muletas, bastones e inmovilizadores. Me enyesaron para poder diseñar a mi medida aparatos ortopédicos muy costosos, que evitarían que mis piernas se doblaran. Mi esposa me ponía los calcetines y los zapatos por la mañana. Nada estaba funcionando, y mi vida estaba fuera de control. Iba a morir, y no sé si realmente me importaba. A través de una serie de dietas, alternaba entre perder algo de peso y luego recuperarlo todo nuevamente. Era un círculo vicioso. Cuanto más me dolía, más me medicaba; cuanto más me medicaba, más me dolía y, como resultado, había perdido pasión por la vida. Solo estaba sobreviviendo, esperando despertarme a la mañana siguiente. Estaba cometiendo una especie de suicidio lento.
Mi peso estaba tan fuera de control que el médico ya no podía pesarme en su consultorio.
Todos los días podía ver el dolor en los ojos de mi esposa a medida que me hacía menos saludable. Estábamos en el proceso de encargarnos de mi padre y su madre, quienes fueron diagnosticados con cáncer agresivo. Era muy difícil ver el dolor por el que ella estaba pasando. Una noche me di cuenta de que ella pronto tendría que lidiar con el mismo dolor, como resultado de las decisiones que yo estaba tomando. Me había convertido en un experto en excusas y en razonar por qué me había convertido en quien era. En el fondo, creo que sabía que al menos algo de lo que estaba pasando era autoinducido. Finalmente decidí que si tenía la oportunidad de salvar a mi esposa de más dolor, estaba decidido a intentarlo. Aunque realmente no me importaba lo que pasara conmigo, me di cuenta de que era bastante egoísta hacerla pasar por otra muerte. Cuando ves a alguien aferrarse a la vida y luchar por mantenerse vivo, no puedes evitar apreciar la vida, sin importar lo mal que pienses que la tienes. Mientras me quejaba de lo mucho que me dolían las rodillas, observaba cómo mis seres queridos luchaban por respirar. ¡La perspectiva es algo increíble!
Solo haz un poco más de lo que hiciste ayer.
Hice algunas llamadas telefónicas y comencé el proceso para obtener una manga gástrica. Había hecho la investigación y esta parecía la mejor opción. Estaba programado para las reuniones y pruebas preoperatorias. Tenía que obtener la autorización de mi médico de cabecera. Esto era solo una formalidad, o eso pensaba yo. Mi esposa estaba escéptica, pero como adicto, yo me había convertido en un maestro de la manipulación. Pensé que al llevarla a mi médico, él le aseguraría que era una buena decisión. Ella y yo nos sentamos con mi médico y le conté mi plan. Explicó que le había dado el aval a todos los que habían solicitado la cirugía. Dijo que muchas personas habían tenido éxito con esta. Sin embargo, él no aprobaría la cirugía para mí. Eso me enfureció, por decirlo suavemente. No era lo suficientemente saludable y él pensó que mis articulaciones empeorarían si me sometía a la cirugía.
Así que allí estaba y mi última esperanza se había disipado. No tengo idea de lo que ocurrió en mi cabeza esa noche, pero estoy convencido de que fue una intervención divina. Abrí un cuaderno, escribí la fecha de mañana en la parte superior de la página, y directamente debajo escribí: “Este es el primer día del resto de tu vida”. Me puse de rodillas y le pedí al Señor que me diera la fuerza suficiente para cambiar solo una pequeña cosa al día. Debajo de eso escribí mi primer objetivo del día: “Levántate de la silla dos veces”. Se sintió extraño escribir cosas así, pero lo hice de todos modos. Pensé que, si podía levantarme de una silla una vez, podía hacerlo dos veces, y al día siguiente hice que esa meta se hiciera realidad. Todos los días, añadía solo un pequeño cambio. Algunas veces era solo para subir cuatro escaleras adicionales, pero siempre era un poco más de lo que había hecho el día anterior.
Comencé a anotar mi comida, pero realmente no tenía idea de qué era la alimentación real. Con el tiempo, mis elecciones sobre la comida comenzaron a cambiar. Comencé a consumir cosas que me hacían sentir mejor en lugar de ponerme en un ‘coma’ de comida. Después de muchas horas de investigación, incluyendo documentales como Forks Over Knives, Vegucated, Engine 2 Kitchen Rescue, Fat Sick and Nearly Dead, y The Gerson Miracle, obtuve una perspectiva completamente nueva sobre la comida. De hecho, esa nueva perspectiva sobre la comida pronto condujo a una nueva perspectiva en cada aspecto de mi vida. Desde que empecé a centrarme en el cambio, mi vida ha dado un giro de 180°. Ahora odio irme a dormir porque temo que me voy a perder de algo. He tenido tantas oportunidades, que a veces creo que todo es un sueño. He escalado montañas, he caminado por el sendero de los Apalaches, he recorrido 100 millas (160 kilómetros) en bicicleta, he participado en 5K, 10K, una cantidad de medias maratones y un par de maratones completas. Eventualmente completé un Ironman 70,3 y lo creas o no, completé una 50K y una ultramaratón de 50 millas (80 kilómetros) en algunos senderos absurdos. Imagínate, se supone que debo estar en una silla de ruedas, ¡y mi médico ahora me refiere a los pacientes para que los aconseje! ¿Qué tan genial es eso?
La mejor parte de todo esto es que mi esposa ha estado a mi lado en cada paso del camino. Ella no ha hecho nada más que apoyarme, y ha sido mi apoyo. También ha tenido algunos cambios importantes en su vida. Cuando cambié mi estilo de vida, ella también cambió el suyo. ¡Ha perdido 80 libras (36 kilogramos) también al comer plantas! Amamos la vida juntos y estamos coleccionando memorias. Doy gracias al Señor por mi salud y felicidad todos los días. Estoy realmente agradecido por la segunda oportunidad que Él me dio, y estoy en una misión no solo de apreciarla sino de transmitirla a cualquiera que escuche. No es magia, pero es bastante simple: haz un poco más de lo que hiciste ayer.
Mi esposa y yo ahora estamos prosperando con una alimentación basada en plantas libre de carne, productos lácteos y aceite, con almidón, vegetales y frutas como nuestra principal fuente de energía. Mi colesterol es de 117 y mis triglicéridos están en 74. Ahora como más que cuando pesaba 400 libras (181 kilogramos), sin embargo, nunca tengo hambre y nunca cuento calorías. Si estás pensando en cambiar tu alimentación, mira la película Forks Over Knives. Lee The Starch Solution (La solución del almidón, en español) y El Estudio de China. Además, dale un vistazo a NutritionFacts.org.
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