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Temas » Temas sociales » El control del discurso de la salud: cómo las tendencias mediáticas están reescribiendo la salud pública
Centro de Estudios en Nutrición del Dr. T. Colin Campbell

En un pasado no tan lejano, la mayor parte de la información que teníamos disponible sobre la salud provenía de libros de texto, médicos y revistas revisadas por pares. Hoy en día, proviene en gran medida de publicaciones virales en redes sociales, incluidos videos de Instagram y TikTok, muchos de los cuales tienen más estilo que datos.

Se ha difuminado la línea entre la educación y el entretenimiento, lo que ha dado paso al llamado “entretenimiento sobre la salud”, un espacio en el que los influencers pueden rebasar a los expertos en la formación de percepciones públicas sobre la alimentación, el ejercicio y la salud. Pero, por muy atractiva que pueda ser una recomendación de bienestar de treinta segundos, estas tendencias plantean preguntas importantes: ¿quién está controlando el discurso sobre la salud y a qué costo?

Crédito de la imagen: Adobe. Leer más: Social Media ‘Super-Spreaders’ Of Health Misinformation Put Millions At Risk, Says Report

La influencia de las redes sociales en los comportamientos relacionados con la salud ya está bien documentada. Una revisión narrativa publicada en 2023 destacó cómo las redes sociales se han convertido en una fuerza dominante en la formación de las percepciones públicas sobre la salud.[1] Se reconoció que este efecto puede ser tanto positivo como negativo. Las redes sociales permiten que personas calificadas ofrezcan información de salud fácil de comprender gratuitamente a un público amplio, pero también pueden facilitar la desinformación o la diseminación de información errónea.

En particular, la revisión subraya con qué frecuencia las plataformas amplifican contenido que demoniza grupos enteros de alimentos, promueve “soluciones rápidas” no comprobadas o se basa en el miedo. Todo esto puede distorsionar la comprensión pública de la salud de maneras que resultan ser más dañinas que beneficiosas.

La información errónea, aunque sea bien intencionada, erosiona la confianza en la medicina basada en evidencia, distorsiona las decisiones alimentarias y retrasa las intervenciones médicas. Por ejemplo, un análisis financiado por el Instituto Nacional del Cáncer reveló que el 77 % de las publicaciones sobre cáncer más compartidas en redes sociales contenían información engañosa, incluida la promoción de tratamientos no comprobados por encima de los que sí cuentan con respaldo científico.[2]

Crédito de la imagen: Adobe

Un estudio de 2021 reveló que casi el 40 % de los adultos en el Reino Unido están expuestos a información nutricional contradictoria (me sorprendió que esta cifra no fuera más alta, y casi puedo asegurar que hoy en día superaría el 50 %).[3] Esto generó una “confusión nutricional” y, como consecuencia, una disminución general en la adopción de hábitos saludables, como hacer ejercicio regularmente y consumir frutas y vegetales.

Mientras tanto, otro estudio encontró que temas de salud de urgencia crítica, como el tabaquismo y las enfermedades no transmisibles (enfermedades crónicas como la diabetes, el cáncer y las cardiopatías), representan una parte significativa de la información errónea sobre la salud en las redes sociales.[4] Esto, a su vez, está provocando nuevas crisis de salud y un aumento de muertes prevenibles.

La propagación de la desinformación también va en aumento, y los profesionales de la salud han señalado en repetidas ocasiones que este fenómeno agrava las desigualdades. Figuras en posiciones destacadas, como el secretario de Salud de Estados Unidos Robert F. Kennedy Junior promueven actualmente mitos desacreditados y peligrosos sobre la salud y la nutrición, lo que difumina aún más la línea entre las fuentes confiables y las no confiables.[5][6] Por ejemplo, a principios de este año, durante su participación en el pódcast de Paul Saladino —uno de los principales defensores de la dieta carnívora—, el secretario insinuó que la tocineta no es un alimento procesado. Este y otros comentarios suyos contradicen por completo el consenso científico.

Y la situación es peor de lo que muchos imaginan. Los retos van más allá de una sola persona. Aunque Kennedy recibe, con razón, una atención especial debido a su cargo actual, individuos y grupos de todo el espectro político son culpables de difundir desinformación y de contribuir a la confusión pública.

Crédito de medios: ZUMA Press, Inc. / Alamy Stock Photo

En línea, un pequeño grupo central de “superdifusores” transmite consejos perjudiciales a hasta veinticuatro millones de usuarios vulnerables de redes sociales. Cabe destacar que la mayoría de estos difusores se benefician económicamente de la promoción de información falsa, pues se lucran con terapias no comprobadas y estilos de vida extremos. Los defensores de la dieta carnívora, por ejemplo, pueden obtener ganancias vendiendo planes de comidas, guías o suplementos, a pesar de las inconsistencias en su mensaje y la falta de evidencia sobre los supuestos beneficios de dicha dieta.

La desinformación sobre la salud representa una oportunidad perdida para educar

El problema no es solo la desinformación en sí; el panorama más amplio también representa una oportunidad perdida. Cuando el sensacionalismo acapara la atención, las voces de clínicos capacitados, científicos y defensores de la salud pública quedan silenciadas. Como resultado, puede que sea más difícil que la información basada en evidencia rigurosa llegue a quienes más la necesitan (por ejemplo, información sobre el potencial de las dietas a base de plantas y alimentos integrales para prevenir, tratar e incluso revertir enfermedades crónicas, además de abordar crisis ambientales).[7][8]

Sin embargo, hay esperanza. Las mismas plataformas que difunden desinformación también pueden aprovecharse para transmitir la verdad. Este es el enfoque que adoptamos en Plant Based News, la plataforma que fundé hace casi diez años. Cada año publicamos miles de videos en redes sociales, incluidas YouTube and Instagram, con el objetivo de educar e inspirar.

También colaboramos con organizaciones que tienen un enfoque similar en la lucha contra la desinformación, como el Centro de Estudios en Nutrición del Dr. T. Colin Campbell (CNS). Organizaciones como la nuestra y el CNS ayudan a diseminar información basada en evidencia sobre la salud y la nutrición de manera accesible para todos.

Referencias

  1. Kanchan S, Gaidhane A. Social Media Role and Its Impact on Public Health: A Narrative Review. Cureus. 2023;15(1):e33737. Published 2023 Jan 13. doi:10.7759/cureus.33737
  2. Ben-Ari E. Addressing the challenges of cancer misinformation on social media. National Cancer Institute. September 9, 2021. https://www.cancer.gov/news-events/cancer-currents-blog/2021/cancer-misinformation-social-media
  3. Vijaykumar S, McNeill A, Simpson J. Associations between conflicting nutrition information, nutrition confusion and backlash among consumers in the UK. Public Health Nutr. 2021;24(5):914-923. doi:10.1017/S1368980021000124
  4. Suarez-Lledo V, Alvarez-Galvez J. Prevalence of Health Misinformation on Social Media: Systematic Review. J Med Internet Res. 2021;23(1):e17187. Published 2021 Jan 20. doi:10.2196/17187
  5. National Autistic Society. Statement on president Trump and RFK Jr’s comments on autism. April 30, 2025. https://www.autism.org.uk/what-we-do/news/statement-on-president-trump-and-rfk-jrs-comments
  6. Yang YT. The perils of RFK Junior’s anti-vaccine leadership for public health. Lancet. 2025;405(10473):122. doi:10.1016/S0140-6736(24)02603-51
  7. Almuntashiri SA, Alsubaie FF, Alotaybi M. Plant-Based Diets and Their Role in Preventive Medicine: A Systematic Review of Evidence-Based Insights for Reducing Disease Risk. Cureus. 2025;17(2):e78629. Published 2025 Feb 6. doi:10.7759/cureus.78629
  8. Katz DL. Plant-Based Diets for Reversing Disease and Saving the Planet: Past, Present, and Future. Adv Nutr. 2019;10(Suppl_4):S304-S307. doi:10.1093/advances/nmy124

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