Todas las criaturas vivientes en la tierra están ligadas y son afectadas por los ciclos de los días, los meses y las estaciones. Como seres humanos, nuestros cuerpos también se ven afectados por la luz y la oscuridad, la sequedad y la humedad, el calor y el frío, los cuales representan el paso del tiempo.
Durante milenios, los pueblos del mundo han seguido la guía de la Madre Naturaleza para mantener la salud y extender su longevidad. Las hierbas amargas en primavera actuaban como desintoxicantes naturales; las frutas frescas crudas y las actividades al aire libre gobernaban el verano; la reflexión y el ayuno durante el otoño permitían prepararse para el invierno; calentar las hierbas para ayudar a mantener la protección durante el invierno.
Sin embargo, a medida que el mundo evolucionó hacia una era de avance tecnológico, también lo hicieron nuestros comportamientos. Avanzamos muy rápidamente hacia los hábitos que se consideran parte de la conveniencia de la vida moderna, como los alimentos previamente empaquetados, la luz artificial y menos sueño, por nombrar algunos. Mientras nuestra sociedad ha evolucionado lejos de la naturaleza, nuestra biología no la ha alcanzado; todavía dependemos de los mismos hábitos naturales para tener una salud óptima como lo hicieron nuestros antepasados hace cientos de años (una alimentación compuesta de alimentos densamente nutritivos, estacionales, en su mayoría plantas, buen sueño, actividad y movimiento regulares).
Hoy por hoy, comemos grandes cantidades de la misma comida durante todo el año y consideramos los ciclos naturales de purificación, ayuno y desintoxicación como prácticas “alternativas”. Sí, se puede argumentar que la tecnología y la ciencia nos permiten permanecer vivos más tiempo, pero ¿estamos perdiendo la calidad de nuestras vidas y nuestra biología natural en el proceso? Para colmo, estamos alejándonos más del ritmo natural del cuerpo-mente, que es clave para la salud en general.
Como parte de mi trabajo, abogo por un regreso a un estilo de vida más simple y saludable, uno que te permita vivir más en sintonía con la naturaleza y tu propio cuerpo. Dado que nos estamos acercando a los meses más fríos, podrías preguntarte cómo adaptar tu estilo de vida a la próxima estación de acuerdo con las reglas naturales de la naturaleza.
En primer lugar, es importante entender lo que le sucede a tu cuerpo a medida que el clima cambia de cálido a frío. Durante el otoño y el invierno temprano, nuestra digestión se vuelve un poco lenta, tendemos a necesitar más sueño, nuestra piel y vías respiratorias se secan y nos volvemos más propensos a las infecciones y a las enfermedades transmitidas por el aire.
Históricamente, la gente en todo el mundo celebró la cosecha y el otoño con ayunos (por ejemplo, Ramadán y Yom Kippur), la reflexión sobre sus vidas y haciendo reformas. Es un tiempo tradicional para centrarse en el equilibrio del cuerpo. Aquí están mis recomendaciones para cómo honrar los cambios naturales en tu cuerpo que vienen con este cambio de estación:
Consume más tubérculos y otros vegetales de temporada. Esto te ayudará a mantener un intestino saludable y te ayudará en el proceso de desintoxicación natural, que es común en esta época del año.
Un sistema digestivo fuerte y saludable es clave, ya que es responsable de muchos de los procesos nutricionales, de desintoxicación, inmunológicos y metabólicos en el cuerpo.
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