Si tuviera 200 años y hubiese prosperado con una alimentación basada en plantas, la respuesta probablemente sería: “Consumiré lo que ÉL está consumiendo”. Estoy viviendo el estilo de vida vegano, basado en plantas, y seré un hombre sano y fuerte de 80 años de edad en mayo; no precisamente de 200 todavía.
Ahora, me pregunto: ¿Por qué no recibí este mensaje holístico sino hasta que tuve 55 años? Los hábitos alimenticios y la tradición son tan poderosos y tan difíciles de romper. Cuando mi esposa y yo hablamos sobre dedicarnos a la salud a través de un compromiso con una cocina saludable con los demás, a menudo notamos que es más difícil para las personas cambiar los hábitos alimenticios, que su religión o creencias políticas.
Era un niño de la era de la depresión y nuestra familia tenía un presupuesto limitado. Un bistec el sábado por la noche cumplía el sueño de mi padre (y de muchos otros de esa época). “Trae a casa el tocino”, cuanto más volumen tuviera y más sangrienta fuera la carne, más emocionante era. Supongo que tuve suerte con mi “despertar” vegano, ya que ya he enterrado a tres hermanos que no entendieron el mensaje sobre vivir saludablemente. El cáncer y la depresión destruyeron a toda mi maravillosa familia, incluida mi madre, a los 51 años, que murió de la enfermedad de Hodgkin. Sin embargo, ¡por fortuna todavía estoy aquí, fortaleciéndome a los 80 años!
Hace más de 40 años asistí a dos talleres muy poderosos, que nunca olvidaré. Uno se llamaba “Tener un cuerpo para apoyar tu propósito en la vida”. El otro fue “¿Qué tan bien puedes soportarlo?”. Juntos, ambos talleres son una metáfora para asumir la responsabilidad de una vida plena y saludable. Lamentablemente, la mayoría de nuestra sociedad no recibe esos mensajes tan poderosos, y finalmente terminan con enfermedades cardíacas, cáncer, diabetes y, por supuesto, una obesidad extraordinaria.
Nuestras vidas funcionan como un instrumento afinado, y esperamos no obstaculizar el flujo. Sí, todos nos despediremos algún día, pero sería una tontería pensar que la enfermedad es la norma. La vida está llena de vitalidad, salud y alegría, lo que hace que todo valga la pena. He tenido la suerte de encontrar todo lo anterior, especialmente la ALEGRÍA en la vida. Al final, somos lo que comemos, y bien está lo que bien se come.
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