En este momento de crisis mundial, es natural pensar que tenemos que actuar, hacer algo: protestar contra el sistema corrupto, invertir en tecnologías, productos y estilos de vida ecológicos, deshacerse de los contaminantes, reducir, reutilizar, y reciclar, etcétera. Pero dada la gravedad de nuestra situación (la civilización humana podría colapsar en breve), también sería prudente que pusiéramos nuestras acciones en la mayor perspectiva posible. Si hacemos esto, encontraremos que buscar contexto de esta manera no solo es sabio, sino necesario. Nuestro pasado tiene lecciones esenciales para nosotros en estos tiempos turbulentos, si estamos dispuestos a tratar de comprenderlos.
El siguiente es un extracto de mi libro The Sanity Diet 2020, aún por publicar. Todas las regalías serán donadas al Centro de Estudios en Nutrición). En él exploro esto de buscar una perspectiva diferente al mundo moderno. Autores destacados lo han descrito como “una guía fascinante e invaluable para una comprensión más profunda de nuestros dilemas”, “magníficamente investigado … cambio de paradigma”, “extremadamente bien escrito” y “un tour-de-force del pensamiento sistémico”. En el siguiente video, el Dr. T. Colin Campbell ofrece sus propias reflexiones sobre el libro.
Una fría tarde 18 de diciembre de 1994, tres espeleólogos que exploraban un acantilado en el desfiladero de Ardèche en el sur de Francia, notaron corrientes de aire que emanaban de debajo de la superficie de la roca. Al limpiar los escombros, descubrieron un pasillo estrecho que se daba a una extensión de espacio oscuro y silencioso. A grandes voces y por medio de ecos trataron de proporcionar indicación del volumen de la cueva, pero éstas desaparecieron en las profundidades sin luz, sugiriendo dimensiones excepcionalmente grandes para la región. Y así resultó: la cueva de Chauvet se extiende 500 metros (1,700 pies) en un solo nivel y se eleva entre 15 y 30 metros (50 y 100 pies) de altura. Mientras se aventuraban hacia adelante en este interior tipo catedral, la luz vacilante de sus faros iluminó un reino mágico con brillantes flujos de calcita que parecían cortinas.
[…] Todo era hermoso en esta galería: asombrosos flujos de calcita roja, una cascada de cavidades aterrazadas llenas de agua clara, estalactitas excéntricas y fistulosas tan puras como el cristal, una estalagmita en forma de vela blanca […] Nos deleitamos en este magnífico espectáculo.[1]
La primera del trío que encabezaba la expedición, reconoció a un pequeño mamut representado en rojo ocre en un saliente de roca. “¡Han estado aquí!” llamó a sus compañeros.
La exploración más profunda de las paredes reveló más de 400 imágenes asombrosamente vívidas de animales salvajes, en su mayoría agrupadas en conjuntos fluidos y repartidos en seis cámaras, junto con múltiples huellas de manos y vulvas humanas estilizadas. Los murales de animales cobran vida mediante técnicas—tales como el uso por parte de los artistas de los contornos naturales en la superficie de la roca, el sombreado y el raspado para agregar volumen y contraste, con piernas y otras partes del cuerpo duplicadas para crear la impresión de correr y movimiento, invitando a algunos a describirlos como una forma de proto-cine. Representadas hay una amplia variedad de criaturas, algunas no locales de la región, pero todas representadas con una atención a los detalles que indican cuán estrechamente entrelazadas estaban las vidas de los humanos y los animales en ese momento: leonas hembras acechando a los uros (las criaturas más grandes y peligrosos en el bosque, son los antepasados salvajes de las vacas domésticas, de hasta casi dos metros de altura a nivel del hombro y equipados con cuernos afilados y curvos que podían alcanzar los 80 cm (31 pulgadas) de largo;), bisontes, caballos al galope, mamuts, osos, rinocerontes lanudos que parecen pelear o cortejar entre sí, Ibex (cabras salvajes), renos, ciervos, venados rojos, ciervos Megaceros (una especie de ciervos gigantes), bueyes almizcleros, panteras, hienas, mariposas (o quizás aves de presa), y un solo búho mirando hacia abajo desde un espolón de roca (la única representación conocida del ave en el arte paleolítico).
Las paredes de la cueva de Chauvet fueron pintadas por primera vez por artistas prehistóricos de Cro-Magnon hace unos 36,000 años[2], durante el período del Paleolítico superior de la última Edad de Hielo importante. Esto la convierte en uno de los ejemplos más antiguos conocidos de una tradición de arte rupestre que produjo otros 300 sitios en Eurasia y continuó hasta el final de la Edad de Hielo hace unos 11,000 años. Sus fundadores originales lo abandonaron cuando un deslizamiento de rocas cerró su entrada, después de lo cual un segundo grupo unos 5,000 años después agregó docenas de obras de arte más, antes de que otra caída de rocas cerrara la entrada nuevamente. La cueva permaneció intacta durante 27,000 años antes de su redescubrimiento en 1994, y su contenido excepcionalmente bien conservado evocó una extraña sensación de presencia a lo largo de las épocas entre los tres exploradores:
Solos en esa inmensidad, iluminados por el débil haz de nuestras lámparas, nos embargó una extraña sensación. Todo era tan hermoso, tan fresco, casi demasiado. El tiempo abolido, como si las decenas de miles de años que nos separaban de los productores de estos cuadros ya no existieran. Parecía como si acabaran de crear estas obras maestras. De repente nos sentimos como intrusos. Profundamente impresionados, nos agobiaba la sensación de que no estábamos solos; las almas y los espíritus de los artistas nos rodeaban. Parecíamos sentir su presencia; los estábamos estorbando.[3]
El director de cine alemán Werner Herzog, a quien se le concedió un acceso excepcional al sitio en 2010 para su documental La Cueva de los Sueños Olvidados, expresó sentir lo mismo cuando habló en una entrevista sobre cómo las obras de arte parecían tentadoramente cercanas y familiares y, sin embargo, absolutamente extrañas y distantes: “Lo más sorprendente de Chauvet es que es como si los pintores lo hubieran hecho ayer. Es tan fresco. Y no son pequeños bocetos garabateados ‘primitivos’ de niños. Es un arte completo y absolutamente logrado, no mejorado en ninguna fase de la cultura humana. ¿Y de dónde viene? ¿Cómo entra en escena? Es totalmente misterioso y, sin embargo, también es comprensible para nosotros. Es un alma humana moderna”. [Y, sin embargo, a pesar de] toda su vitalidad y aparente familiaridad, Herzog se pregunta durante su documental si el significado de las pinturas siempre eludirá la forma moderna de pensar: “¿Podremos alguna vez comprender la visión de estos artistas a través de un abismo tan grande de tiempo?”
Extraído con permiso de The Sanity Diet (2020) de Gordon Mackenzie.
Al pedir una transformación fundamental de la cultura occidental, Gordon Mackenzie ofrece una crítica penetrante del paradigma reduccionista actual y su “Historia del progreso” cada vez más dañina que está destruyendo ecosistemas y aumentando el sufrimiento humano. Él nos insta a hacer la transición a enfoques más holísticos y orientados a los sistemas, y enfatiza la importancia de la vida vegana, tanto como un próximo paso esencial y concreto si queremos sobrevivir a la red actual de crisis que enfrentamos, y como una forma de restaurar el equilibrio natural de nuestras mentes, y así reclamar el lugar que nos corresponde en la naturaleza.
Este es un libro lúcido, informativo, e inquietante que nos ayuda a cuestionar las narrativas dominantes actuales y a reconectarnos con las herencias de la sabiduría humana que han sido reprimidas. Escrito en un estilo muy accesible y legible, The Sanity Diet es una guía fascinante e invaluable para una comprensión más profunda de nuestros dilemas, que revela cómo podemos traer más cordura a nuestra vida compartida en esta frágil Tierra.
– Dr. Will Tuttle, autor del libro más vendido, The World Peace Diet. El Dr. Tuttle recibió el premio Courage of Conscience Award y el premio Empty Cages, cofundador de Circle of Compassion y un aclamado pianista y compositor.
Pensar en cómo pensamos y cuestionar nuestras perspectivas son señas de identidad del ser humano verdaderamente científico y racional. Mackenzie nos guía profundamente en este tema con respecto a las suposiciones que hemos hecho sobre lo cotidiano: incluyendo lo que comemos y las jerarquías asumidas de dominio. Magníficamente investigado, rico en contexto histórico, estimulante y cambiante de paradigma. Prepárate para conocer nuevas formas de analizar tus suposiciones sobre los lugares comunes. Este es un “libro de dietas” con una diferencia – uno que necesitas conocer con urgencia.
– Lani Muelrath, autora de The Mindful Vegan y The Plant-Based Journey.
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