En esta conversación continua sobre la agricultura orgánica en comparación con la convencional, hay una creencia generalizada de que la agricultura convencional es necesaria para alimentar al mundo, especialmente en el caso de cultivos básicos como el maíz y la soya. No obstante, la experiencia del Rodale Institute, con estudios que abarcan varias décadas, muestra que la agricultura orgánica puede ser más eficiente, particularmente en el panorama actual del cambio climático y el deterioro ambiental.

Para comparar estos métodos, el Rodale Institute estableció el Farming Systems Trial [ensayo de sistemas agrícolas] en 1981 y el Vegetable Systems Trial [ensayo de sistemas de producción de hortalizas] en 2016.^[1] Estos ensayos han realizado comparaciones directas para medir diferencias en el rendimiento, la salud del suelo y los costos operativos. Su objetivo es perfeccionar prácticas agrícolas beneficiosas para la salud humana y la del planeta, y al mismo tiempo desmentir la idea de que la agricultura orgánica no puede alimentar al mundo.

Los rendimientos en sistemas orgánicos a menudo igualan o incluso superan los convencionales. En condiciones climáticas extremas, como sequías o inundaciones, los sistemas orgánicos han demostrado producir hasta un 30 % más que los convencionales, incluso en cultivos básicos como el maíz y la soya. A medida que el cambio climático provoca patrones meteorológicos cada vez más impredecibles, la adaptabilidad de la agricultura orgánica la convierte en una opción más viable para garantizar la seguridad alimentaria (contrario a las nociones equivocadas al respecto).

Estas diferencias en rendimiento se deben, en gran parte, a los efectos de la agricultura orgánica en la salud del suelo. Prácticas como la rotación de cultivos, el uso de cultivos de cobertura, el compostaje orgánico y la labranza mínima aumentan significativamente la materia orgánica del suelo, así como su biomasa microbiana, diversidad y actividad. Esto se traduce en suelos más saludables, resilientes, menos compactados y con mayor capacidad de retención de agua. Mientras que la agricultura orgánica preserva la fertilidad del suelo para futuras generaciones, la agricultura convencional tiende a degradarlo con el uso de fertilizantes sintéticos y pesticidas.

Además, si bien se piensa que la agricultura orgánica es rentable solo por los precios más altos de sus productos, la evidencia demuestra que puede ser más rentable incluso sin esos sobreprecios. Al depender de insumos naturales en lugar de fertilizantes y pesticidas costosos, los sistemas orgánicos reducen considerablemente los costos operativos. Una vez establecido, un sistema orgánico presenta costos de producción mucho menores que los métodos convencionales, por lo que es una opción financieramente sostenible. Aunque es posible que la transición implique una inversión inicial y un descenso temporal en el rendimiento, un sistema orgánico establecido provee beneficios económicos a largo plazo. Es decir, con el tiempo, este tipo de agricultura se convierte en una opción más rentable.

La agricultura orgánica no es solo un mercado especializado, sino un enfoque sostenible, productivo y rentable. Habiendo demostrado que estos sistemas ofrecen mayor resistencia ante el clima extremo, rendimientos competitivos, mejor calidad del agua y costos operativos más bajos, los ensayos del Rodale Institute presentan un argumento convincente para abandonar las prácticas agrícolas convencionales. Al priorizar la salud del suelo, reducir el impacto ambiental y mejorar la rentabilidad, la agricultura orgánica ofrece un camino claro hacia un futuro agrícola más sostenible.

Referencias

1. Rodale Institute. “Science” web page. Accessed April 4, 2025. https://rodaleinstitute.org/science/