Durante sus últimos diez años como alcalde de la ciudad de Nueva York, Michael Bloomberg ha sido el primer alcalde que prohibió fumar en bares y restaurantes, prohibió a los restaurantes el uso de grasas trans y les exigió a los restaurantes de cadena publicar el conteo de calorías en sus menús[1]. Su cruzada para mejorar la salud de la ciudad de Nueva York continuó el año pasado, cuando Bloomberg intentó prohibir que los restaurantes y los negocios vendieran gaseosas mayores de 16 onzas (473 mililitros). Un mes después de su propuesta, la New York City Board of Health (Junta de salud de la ciudad de Nueva York, en español) votó 8-0 en la aprobación de la idea, pero rápidamente fue asediada por su decisión unánime. La National Restaurant Association (Asociación nacional de restaurantes, en español), la American Beverage Association (Asociación americana de bebidas, en español), la National Association of Theatre Owners (Asociación nacional de dueños de teatro, en español), etc., presentaron una demanda contra Bloomberg y el Board of Health[2], argumentando que este tipo de legislatura estaba por encima de los poderes de Bloomberg y la Board of Health. Aunque esta controversia es de hace años, todavía vale la pena revisarla y examinarla críticamente.
El tamaño de las proporciones ha aumentado en los últimos 30 años, mientras que las tasas de obesidad infantil se han triplicado. En el Journal of Nutrition (Revista de nutrición, en español), Piernas y Popkin midieron cómo los hábitos de los niños de consumir comida chatarra cambiaron en el lapso de 30 años. Encontraron que las porciones de bebidas gaseosas habían aumentado en un tercio[3]. Limitar la cantidad de bebidas azucaradas servidas en restaurantes desalentaría el consumo de gaseosa, con la esperanza de que las tasas de obesidad también disminuyeran.
A pesar del buen razonamiento, el tribunal falló en contra de Bloomberg. Sin embargo, no discutió el razonamiento científico significativo de la política propuesta. En cambio, el principal argumento en contra de Bloomberg fue el abuso político del poder para regular la salud pública, que pertenecía al poder legislativo. La industria de bebidas argumentó que el New York City Department of Health and Mental Hygiene (Departamento de salud e higiene mental de la ciudad de Nueva York, en español) debió haber pasado por el consejo municipal elegido. La corte se centró más en los vacíos legales, que eximían a las empresas que no estaban bajo el departamento de salud de la ciudad de Nueva York[4] (como tiendas de mercado y de comestibles), en lugar de centrarse en los posibles riesgos para la salud relacionados con las bebidas azucaradas. Solo los establecimientos de servicios alimentarios (restaurantes, establecimientos de comida chatarra, estadios, teatros) habrían sido afectados por esta política. Además, solo algunas bebidas (aquellas que exceden 25 calorías por ocho onzas [237 mililitros], son menos de 50 por ciento leche, y no tienen alcohol) habrían sido limitadas. Muchos ciudadanos argumentaron que limitar la cantidad de gaseosa servida en restaurantes es una violación de su derecho como consumidor. Sin embargo, la política de Bloomberg no obstaculizó la libertad de comprar gaseosa. Un cliente podría comprar un número infinito de recargas, de solo 16 onzas (473 mililitros) a la vez. Este inconveniente habría esperado evitar y disminuir el consumo de gaseosas.
La corte no fue la única en argumentar contra la política de Bloomberg. The New Yorkers for Beverage Choices (neoyorquinos para elecciones sobre bebidas, en español), una coalición de individuos y compañías, también presentó una petición contra la prohibición. Los restaurantes y distribuidores, incluyendo a Coca-Cola, PepsiCo y McDonald’s, afirmaron que era “una política discriminatoria que podría perjudicar a ciertos negocios mientras recompensaba a otros” y continuó con “se realizó manipulación desde el principio, y la junta cuidadosamente elegida del alcalde siguió sus órdenes al aprobar esta prohibición discriminatoria”[5]. Sin embargo, las organizaciones que se oponían a la política de Bloomberg eran las de las grandes empresas de bebidas que perderían ventas si hubiera pasado esta política. Dichas corporaciones monopólicas tienen demasiado poder e influencia entre la comunidad y sus esfuerzos para “proteger” los derechos de los consumidores pueden haber estado encubriendo sus intereses financieros directos. En otras palabras, estas corporaciones no tenían interés en la salud de sus clientes sino, más bien, estaban demasiado preocupadas por las consecuencias monetarias que perjudicarían a su comercio.
De hecho, eran los representantes de estas grandes corporaciones los que estaban solicitando y publicando anuncios sobre este controvertido tema. Sin embargo, ¿dónde comenzó la controversia? La industria de bebidas, como Big Tobacco, alimentó sentimientos de injusticia dentro del público. Ellos crearon el argumento de que los derechos de los consumidores estaban amenazados, cuando, de hecho, no se violaron derechos. Ellos manifestaron esta controversia sin reconocer la ciencia y la investigación detrás de la propuesta, con el fin de salvar sus negocios.
A pesar de los problemas políticos relacionados con la política fallida del alcalde Bloomberg, su teoría e intenciones eran muy necesarias. La limitación de gaseosa representa un avance para detener la epidemia de obesidad y significa un paso hacia una mejor salud para la comunidad. El fracaso de la propuesta de Bloomberg también reconoce la cantidad de poder que se da a las corporaciones involucradas. Su política debe ser revisada y se deben implementar políticas adicionales para mejorar el bienestar general de la sociedad y proteger su salud en lugar de alimentar las ganancias de las corporaciones.
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