Nuestros hijos están creciendo en un mundo muy diferente del que la mayoría de los adultos experimentaron en su juventud. En términos de alimentación y nutrición, estas diferencias son profundas y han tenido y continúan teniendo un impacto importante en nuestra salud y en la del planeta. Es importante reconocer las implicaciones de estos cambios desde una perspectiva de salud pública, ambiental y educativa.
Cien años atrás, la mayoría de la gente estaba involucrada de alguna manera directa con su comida al cultivarla, cocinarla, o aprender sobre ella. La gente comía más alimentos locales de acuerdo con la temporada y anticipaba esperando con interés el ciclo recurrente, cuando los espárragos o los tomates estaban disponibles. La industria de comidas procesadas estaba en sus inicios. Hoy en día, la tienda de mercado promedio tiene hasta 50 000 artículos, la mayoría de ellos procesados para que tengan una larga vida útil, pero contienen menos nutrientes y más químicos que los alimentos sin procesar. Estamos consumiendo productos que son preparados en un laboratorio químico en lugar de en el mundo natural de sol, suelo, agua y aire. Y en este proceso de jugar con la naturaleza estamos experimentando el cambio climático y otros trastornos ecológicos. En comparación con otros animales, los seres humanos somos la única especie que puede existir sin gastar una cantidad significativa de su día en la búsqueda de alimentos, a menos que estén involucrados en la agricultura. Y cuando nuestras prácticas agrícolas no respetan al mundo natural, siempre hay consecuencias.
Solíamos tener una conexión con nuestros alimentos porque necesitábamos cultivarlos, prepararlos y almacenarlos para nuestra supervivencia. Esta conexión era instintiva: necesitábamos aprender estos procesos para asegurar la existencia continua de nosotros mismos y de nuestra especie. Aunque hoy no tenemos que gastar tanto tiempo y energía asegurando un suministro constante de alimentos para nuestra familia, hemos perdido esa preciosa conexión con nuestros alimentos. Con la amplia disponibilidad de comidas procesadas económicas, estamos comiendo menos alimentos sin procesar con consecuencias directas para nuestra salud. En muchos hogares incluso, cocinar una comida desde cero es una ocasión especial en comparación con una rutina diaria. Los niños no están aprendiendo acerca de la nutrición o la preparación de alimentos en la mayoría de los hogares, ni siquiera qué elecciones deben hacer cuando están solos.
El instinto que una vez tuvimos sobre los alimentos se ha erosionado porque se han perdido los conocimientos, las habilidades técnicas y las normas sociales que preservan la alfabetización alimentaria. Las escuelas han tenido, cada vez más, que abordar los problemas sociales que no se están enseñando en el hogar, como el abuso sexual y el acoso escolar, pero están eliminando la economía doméstica, que ha estado necesitando una transformación nutricional para reflejar el conocimiento contemporáneo sobre nutrición y salud y así honrar a los primeros fundadores de la economía doméstica, como Ellen Richards, quien transformó el ambiente de nuestros hogares aplicando principios científicos al aire, al agua y a los alimentos. Hay una gran cantidad de evidencia acerca de los alimentos que promueven la salud y las enfermedades relacionadas con la alimentación, pero esta información no se enseña en la mayoría de las escuelas.
La educación sobre los alimentos debe enseñarse, así los niños tendrán una apreciación de cómo los nutrientes, comenzando con los nutrientes en el suelo, son vitales para su desarrollo. Lamentablemente, la mayoría de las escuelas no tienen educación con alfabetización sobre la alimentación como parte de su agenda curricular. Nunca antes en nuestra historia se ha esperado que los niños tengan una esperanza de vida inferior a la de sus padres, debido principalmente a una alimentación deficiente. Esto puede y debe prevenirse a través de estrategias educativas positivas que sean prácticas respecto a los alimentos y cómo los nutrientes afectan la mente y el cuerpo.
//Querida Dra. Demas,
Realmente amé tu tofu. Me hizo fascinó. Hizo que mis mejillas se estremecieran. Lo único en lo que puedo pensar es en tofu. Cuando estoy aburrido pienso en tofu.
Querida Antonia,
Yo solía ser casi completamente carnívoro, hasta que empecé cuarto grado y aprendí sobre algunas costumbres de los países de origen de mis papás, ¡que ni siquiera sabía que existían! Aprender sobre nutrición, lo sé, ha hecho algo bueno por todos nosotros.
Tus enseñanzas han puesto otra chispa de vida en nosotros. Ahora, gracias a ti, los niños son el futuro.
Sinceramente tuyo//
Los niños son curiosos por naturaleza y, a través de la exploración sensorial de ver, saborear, tocar, oler y oír, es como aprenden sobre el mundo en primer lugar. Por lo tanto, la infancia temprana es un momento ideal para involucrar a los sentidos en experiencias positivas con alimentos que promuevan la salud. Esto hace más que solo desarrollar el paladar; al exponer a los niños a una amplia variedad de alimentos, sabores y tradiciones alimenticias, podemos fomentar no solo la aceptación de alimentos saludables, sino también de las diversas personas y plantas del mundo.
Los alimentos sanos también nos conectan con la naturaleza a un nivel esencial, y esta conexión con el mundo natural es vital para sostener nuestro futuro y el del planeta. Debido a que el cuidado de la salud y la educación son dos de los problemas más urgentes en los Estados Unidos, debemos educar a los niños pequeños sobre la alimentación saludable para garantizar que tengan las habilidades intelectuales y prácticas necesarias para prevenir enfermedades costosas relacionadas con la alimentación y exponerlos a la alegría y la maravilla que proporcionan el cultivo y la cocción de alimentos saludables. La educación con alfabetización sobre los alimentos, realizada de una manera positiva, sensorial y sin prejuicios, tiene el potencial para abordar estos problemas y revertir las alarmantes proyecciones para el futuro. Nuestros hijos merecen el acceso a la educación con alfabetización sobre los alimentos para evitar que adquieran las enfermedades relacionadas con la dieta y para proteger nuestro precioso hogar: la Tierra.
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