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Temas » Temas sociales » La carga psicológica de vivir con enfermedades prevenibles
Centro de Estudios en Nutrición del Dr. T. Colin Campbell

Aunque todos sabemos en cierto grado que el estado de la salud en Estados Unidos no es bueno, puede resultar difícil cuantificarlo con precisión. Hay múltiples niveles de fracaso, unos más evidentes que otros. Los retos físicos de vivir con una enfermedad son los más obvios. Las repercusiones económicas también se han aceptado ampliamente; la mayoría de la gente sabe que nuestro sistema de salud está sobrecargado, sino absolutamente quebrado, y que los gastos médicos son una de las principales causas de quiebras. Sin embargo, no se habla lo suficiente de cómo todo esto se relaciona con nuestra salud psicológica:

¿Qué se siente vivir en una sociedad en la que:

  • las enfermedades crónicas son habituales;[1]
  • se aceptan como normal y a menudo como inevitables, años, sino décadas, de intervenciones médicas, en su mayoría farmacéuticas;[2]
  • aparentemente no podemos costear el manejo de estas enfermedades, hasta el punto de que amenazan la economía nacional;[3]
  • los gastos médicos se encuentran entre las causas más comunes de crisis financieras personales; y[4]
  • las ganancias que disfruta una pequeña minoría están aparentemente más protegidas que la salud de las masas?

¿Cómo pueden estas y otras realidades de la salud en Estados Unidos afectar nuestra psique colectiva, nuestra confianza en los sistemas que pretenden abordar estos retos y nuestra visión del futuro? ¿Cómo lo afrontamos?

Una visión más amplia y a largo plazo

Antes de examinar de cerca el daño psicológico infligido por las enfermedades, puede ser útil considerar algunos ejemplos concretos que ilustran por qué es necesario tratar el estado actual de la salud en Estados Unidos.

En un artículo anterior en el que analizamos las tendencias de la esperanza de vida, descubrimos que la esperanza de vida mundial ha tendido al alza (y sigue así) a largo plazo debido a los avances médicos básicos, la accesibilidad a recursos clave y la disminución de la mortalidad infantil. Sin embargo, cuando analizamos solo los países más ricos —donde estos avances ya se han producido en mayor medida— vemos que Estados Unidos está rezagado.

En EE. UU., la esperanza de vida se ha estancado o incluso ha disminuido en los últimos años. Aunque la brecha entre Estados Unidos y otros países más ricos se agravó con la pandemia de COVID-19, estas tendencias preceden a la pandemia.[5] La esperanza de vida al nacer en EE. UU. es menor que el promedio en los países de altos ingresos por más de tres años.[6] La esperanza de vida sana (EVS) promedio en este mismo grupo es menor por más de cuatro años.[7] Aunque podría parecer que tres o cuatro años no son mucho en una vida individual, en una población de más de 330 millones, esto equivale a un número astronómico de años de vida perdidos.

Al igual que la EVS la métrica de años vividos con discapacidad ofrece una indicación más matizada de la calidad de vida en general, no solo de su duración. Y nuevamente, en esta métrica, Estados Unidos no se compara favorablemente con otras naciones de altos ingresos, a pesar de ser el país que más gasta en atención médica (Gráfica 1).[8] Tal como se cita en The Future of Nutrition [El futuro de la nutrición]: “el 55 % de los estadounidenses toma medicamentos recetados —cuatro al día en promedio— y muchas de estas personas, así como muchas del grupo minoritario que no toman medicamentos de forma regular, también consumen suplementos dietarios”. Todo esto refleja lo que el doctor Campbell describe acertadamente no como una búsqueda exitosa de la salud, sino como “la normalización de la enfermedad”.

Gráfica 1: “Años vividos con discapacidad vs. gasto en salud per cápita, 2021” (cincuenta países principales por PIB per cápita)
physchological toll of disease

Fuente de los datos: Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME), Global Burden of Disease (2024); Multiple sources compiled by World Bank (2024); Visualization by OurWorldinData.org[8] CC BY

Enfermedades crónicas, depresión, estrés y calidad de vida

a relación entre la enfermedad crónica y la depresión es fuerte y bidireccional: las personas con enfermedad crónica tienen más probabilidades de deprimirse, y quienes sufren de depresión tienen más probabilidades de presentar enfermedades crónicas.[9] El Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) de los Institutos Nacionales de Salud destaca específicamente el vínculo entre la depresión y varias de las enfermedades más mortales y costosas en nuestro país, incluidas enfermedades cardíacas, diabetes y Alzheimer. Por ejemplo, los pacientes con artritis reumatoide tienen, en promedio, hasta seis veces más probabilidades de padecer un trastorno del estado de ánimo en comparación con el resto de la población.[10]

No es sorprendente que exista la misma relación bidireccional entre la enfermedad y el estrés. Lo más interesante es cómo el estrés crónico produce “cambios macroscópicos en ciertas áreas del cerebro, que consisten en variaciones de volumen y modificaciones físicas de las redes neuronales”.[11] En otras palabras, el estrés transforma el cerebro. Esta observación está respaldada por diversos tipos de evidencia, incluidos estudios de neuroimagen y exámenes post mortem de personas con depresión.

Las enfermedades crónicas también afectan el bienestar psicológico de quienes no las padecen directamente, como pueden atestiguar muchos cuidadores. Estos enfrentan altas tasas de estrés crónico y depresión, lo que los hace susceptibles a tener problemas de salud. De hecho, como afirman los autores de una evaluación de 2008, “ser cuidador se corresponde tan bien con la fórmula del estrés crónico, que se utiliza como modelo para estudiar los efectos del estrés crónico en la salud”.[12]

Por último, el bienestar psicológico durante momentos de enfermedad es, evidentemente, un factor clave para determinar la calidad de vida en general. En un estudio sobre la calidad de vida de pacientes con enfermedades cardíacas que recibieron un dispositivo de asistencia ventricular izquierda, los investigadores encontraron que los factores psicológicos eran los predictores más fuertes de satisfacción con la calidad de vida.[13] Una salud psicológica en mal estado predice una menor satisfacción con la calidad de vida, lo que a su vez podría contribuir a problemas de salud e incluso al avance de enfermedades.

Esto plantea una pregunta preocupante: si se sabe que las enfermedades, especialmente las crónicas, socavan la salud psicológica aumentando el estrés, contribuyendo a la depresión y limitando la capacidad funcional del paciente, ¿cómo se puede evitar una espiral descendente de sufrimiento físico y psicológico interconectados?

Soluciones

Los pacientes pueden adoptar muchas estrategias de manejo que favorezcan una mejor salud psicológica, incluso en las circunstancias más difíciles. De hecho, lo hacen. Los investigadores han encontrado que las creencias y actividades religiosas o espirituales ayudan a sobrellevar mejor una enfermedad terminal.[14]Esto no debería sorprendernos, y también es pertinente para pacientes no terminales que sufren enfermedades crónicas. Del mismo modo, y, nuevamente, para nada sorprendente, los pacientes que tienen una relación sólida y positiva con su médico tienden a informar una mejor calidad de vida.

Esto sugiere que no solo los pacientes, sino también los médicos, deben estar mejor preparados para afrontar los desafíos psicológicos inherentes al tratamiento de enfermedades. Un estudio sobre este tema, publicado en 1995, concluyó que “los clínicos que no se sentían bien capacitados en habilidades de comunicación y manejo mostraban niveles de angustia significativamente mayores que aquellos que se sentían adecuadamente formados. A fin de reducir el agotamiento profesional y los trastornos psiquiátricos entre los especialistas en cáncer, es necesario tener más recursos para reducir la sobrecarga y mejorar la formación en habilidades de comunicación y manejo”.[15] Espero que en las décadas transcurridas se les haya proporcionado a los médicos estos recursos adicionales.

Sin embargo, en última instancia, solo hay una forma de romper por completo el círculo vicioso de la enfermedad crónica y el malestar psicológico: erradicar la enfermedad crónica desde la raíz. Ayudar a las personas a entender que muchas enfermedades crónicas pueden prevenirse, e incluso posiblemente revertirse, es profundamente empoderador, y ese sentido de empoderamiento puede reforzar la buena salud mental. ¿Cuántas personas valoran realmente el poder de la nutrición para controlar enfermedades cardíacas, diabetes, Alzheimer, cáncer y otras enfermedades? ¿Cuántos médicos están verdaderamente capacitados en esta medicina curativa? ¿Es suficiente lo que hacemos para llevar este mensaje al público general?

Referencias

  1. Centers for Disease Control and Prevention (CDC). “About chronic diseases” webpage, accessed January 14, 2025. https://www.cdc.gov/chronic-disease/about/index.html
  2. Ho JY. Life Course Patterns of Prescription Drug Use in the United States. Demography. 2023;60(5):1549-1579. doi:10.1215/00703370-10965990
  3. Hacker K. The Burden of Chronic Disease [published correction appears in Mayo Clin Proc Innov Qual Outcomes. 2024 Dec 13;9(1):100588. doi: 10.1016/j.mayocpiqo.2024.11.005]. Mayo Clin Proc Innov Qual Outcomes. 2024;8(1):112-119. Published 2024 Jan 20. doi:10.1016/j.mayocpiqo.2023.08.005
  4. Slomski A. Chronic Disease Burden and Financial Problems Are Intertwined. JAMA. 2022;328(13):1288–1289. doi:10.1001/jama.2022.15440
  5. Rakshit S, McGough M, Amin K. How does U.S. life expectancy compare to other countries? Peterson-KFF. January 30, 2024. https://www.healthsystemtracker.org/chart-collection/u-s-life-expectancy-compare-countries
  6. World Health Organization: Global Health Observatory. Life expectancy at birth (years). Accessed online January 14, 2024. https://www.who.int/data/gho/data/indicators/indicator-details/GHO/life-expectancy-at-birth-(years)
  7. World Health Organization: Global Health Observatory. Healthy life expectancy (HALE) at birth (years). Accessed online January 14, 2024. https://www.who.int/data/gho/data/indicators/indicator-details/GHO/gho-ghe-hale-healthy-life-expectancy-at-birth
  8. Our World in Data. Years lived with disability vs. health expenditure per capita, 2021. Data from IHME, Global Burden of Disease (2024).
  9. National Institute of Mental Health. Understanding the link between chronic disease and depression. Accessed online January 14, 2024. https://www.nimh.nih.gov/health/publications/chronic-illness-mental-health
  10. Turner J, Kelly B. Emotional dimensions of chronic disease. West J Med. 2000;172(2):124-128. doi:10.1136/ewjm.172.2.124
  11. Mariotti A. The effects of chronic stress on health: new insights into the molecular mechanisms of brain-body communication. Future Sci OA. 2015;1(3):FSO23. Published 2015 Nov 1. doi:10.4155/fso.15.21
  12. Schulz R, Sherwood PR. Physical and mental health effects of family caregiving. Am J Nurs. 2008;108(9 Suppl):23-27. doi:10.1097/01.NAJ.0000336406.45248.4c
  13. Grady KL, Meyer P, Mattea A, et al. Predictors of quality of life at 1 month after implantation of a left ventricular assist device. Am J Crit Care. 2002;11(4):345-352.
  14. Zhang B, Nilsson ME, Prigerson HG. Factors Important to Patients’ Quality of Life at the End of Life. Arch Intern Med. 2012;172(15):1133–1142. doi:10.1001/archinternmed.2012.2364
  15. Ramirez AJ, Graham J, Richards MA, et al. Burnout and psychiatric disorder among cancer clinicians. Br J Cancer. 1995;71(6):1263-1269. doi:10.1038/bjc.1995.244

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