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Centro de Estudios en Nutrición del Dr. T. Colin Campbell

La agricultura industrial está convirtiendo a todo el planeta en una zona de sacrificio y debemos actuar ya para rectificar los impactos medioambientales de la producción de alimentos.

El término zona de sacrificio se acuñó durante la Guerra Fría para articular el impacto de las pruebas nucleares. Se trataba de zonas tan dañadas y devastadas por la radiación nuclear que se consideraban no aptas para la vida. Con el paso del tiempo, el término empezó a adquirir nuevos significados; en general, se ha referido a zonas alteradas catastróficamente por la acción humana, incluyendo la producción de armas nucleares, combustibles fósiles, explotaciones mineras y otros procesos industriales con altos índices de contaminación.

Aunque no los veamos ni hablemos de ellos tan a menudo, los desmesurados impactos ambientales de la agricultura industrializada pertenecen a esa misma categoría, ya que producen zonas de sacrificio a una escala tan grande que eclipsan a todas las demás industrias. Esto se debe a las economías de escala (en constante expansión) de la agricultura industrializada, que requiere monocultivos a gran escala para mantener su relevancia en el escenario mundial. Por definición, estos monocultivos carecen de biodiversidad y debilitan los suelos, creando una dependencia a los fertilizantes artificiales. A su vez, los monocultivos construidos sobre suelos debilitados son más vulnerables a plagas y enfermedades, requiriendo pesticidas venenosos que debilitan aún más la red alimentaria del suelo.

Se trata de un ciclo vicioso de muerte que se auto refuerza: las zonas agrícolas al igual que aquellas situadas río abajo y a viento abajo se convierten en zonas de sacrificio.

Agricultural Sacrifice Zones

Los cambios globales en el uso del suelo reflejan el impacto que ha tenido la agricultura en el medio ambiente. Globalmente, la agricultura representa poco más del 50 % de todo el uso de la tierra habitable. Más de 51 millones de kilómetros cuadrados han pasado de hábitats naturales a tierras agrícolas. Esto ha provocado el 90 % de la deforestación mundial y sigue siendo la principal causa de deforestación en el Amazonas.

Esta pérdida de hábitat ha provocado el colapso inminente de muchos ecosistemas. Hemos perdido aproximadamente el 68 % de la biodiversidad mundial desde 1970 — un declive catastrófico con ramificaciones potencialmente enormes — y la agricultura y la acuicultura son la principal amenaza para el 85 % de las especies actualmente en peligro de extinción en todo el mundo.

Esta devastación no se limita a los ecosistemas terrestres. La escorrentía o escape de fertilizantes de granjas y sembrados ha contribuido a la proliferación de zonas muertas oceánicas, quizá el mejor ejemplo de zonas de sacrificio. Casi el 80 % de la eutrofización que causa la contaminación del agua se debe a la escorrentía agrícola, que crea entornos con poco oxígeno en los que nada puede sobrevivir. Hay unas 700 zonas muertas en todo el mundo, la mayor en 2021 con 6.334 millas cuadradas se encuentra en el Golfo de México.[1]

Las zonas muertas son solo un ejemplo de cómo la agricultura industrializada amenaza los ecosistemas oceánicos. De las 500 poblaciones de peces supervisadas por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, el 35 % se consideran hoy sobreexplotadas, frente a solo el 10% en 1974.[2] El número de peces capturados en estado salvaje se estancó a mediados de la década de 1980 — hoy día el aumento de la producción pesquera procede de la acuicultura.

La solución: Pasar del sacrificio a la regeneración

Aunque las amenazas que la agricultura industrializada suponen para el medio ambiente son enormes dada su escala y sus implicaciones, las zonas de sacrificio agrícola no tienen porqué existir y podemos devolver la mayor parte de las tierras agrícolas a su hábitat natural sin disminuir nuestra capacidad de alimentar a la creciente población mundial. Tenemos que redefinir la agricultura, pasando de la agricultura como acto de extracción a la agricultura como acto de conservación.

Las prácticas agroecológicas que nutren la biodiversidad de plantas y suelos pueden producir rendimientos comparables sin pesticidas peligrosos ni fertilizantes tóxicos. Al incorporar el sembrado de plantas perennes de larga vida y practicar la agricultura sin labranza, podemos reconstruir la diversidad del suelo a la vez que secuestramos carbono atmosférico.

También podemos reducir, en gran medida, las necesidades de uso de la tierra (actualmente el 50% de toda la tierra habitable) eliminando las ineficiencias en el corazón del sistema alimentario, permitiendo el resurgimiento de los ecosistemas naturales. Estas ineficiencias se deben principalmente a la producción ganadera. Aunque la ganadería solo representa el 18 % del suministro mundial de calorías, el 77 % de toda la tierra dedicada a la producción agrícola se utiliza para pastoreo o para el cultivo de alimentos para el ganado. Esto implica más de 39 millones de kilómetros cuadrados solo para la ganadería y su contribución al cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la degradación del medio ambiente es enorme.

Escaping Agricultural Sacrifice Zones

Si no cambiamos nada, si seguimos por el camino de la destrucción que ha provocado la agricultura industrializada, nos aseguramos una sexta extinción masiva. La humanidad sería incapaz de sobrevivirla. omo observó recientemente Dave Pruett, antiguo investigador de la NASA y profesor de Matemáticas, la degradación del medio ambiente está tan generalizada que “ahora todos nos encontramos en la zona de sacrificio”. Aunque no siempre reciba tanta atención como otras industrias, la agricultura está en el corazón de nuestra lenta marcha hacia una zona de sacrificio global. A diferencia del sector energético, en el que serán necesarias innovaciones tecnológicas para transformar la forma en que brindamos energía a las sociedades, el camino para la transición de los sistemas agrícolas para que sean más eficientes y estén en consonancia con los procesos naturales está bien definido. No necesitamos esperar innovaciones. Podemos empezar esta transición hoy mismo. Nosotros, y nuestras instituciones colectivas, somos los únicos obstáculos.

Referencias

  1. United Nations. The Second World Ocean Assessment: World Ocean Assessment II, Vol. I. (New York, 2021)
  2. Polidoro B, Melnychuk M. Five things you need to know about the state of the world’s fisheries – 2022. Marine Stewardship Council. July 5, 2022. Accessed December 16, 2022. https://www.msc.org/media-centre/news-opinion/news/2022/07/04/five-things-need-to-know-about-the-state-of-the-world%27s-fisheries-2022#:~:text=The%20not%20so%20good%20news,10%25%20of%20stocks%20in%201974

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