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Centro de Estudios en Nutrición del Dr. T. Colin Campbell
La enfermedad renal y su conexión con la nutrición

Estoy muy impresionado por la prevalencia de la enfermedad renal y la conexión profunda que tiene con la nutrición. Más de uno de cada 10 estadounidenses padece actualmente de enfermedad renal crónica, y el número está aumentando[1].

El riñón es el órgano que ha sido quizás más vinculado a la nutrición durante más de cien años, incluso entre la multitud del establecimiento médico. En 1836, una serie de informes de casos del Dr. Bright, publicada en Guy’s Hospital Reports (Reportes del Hospital de Guy, en español), estableció la idea de que aquellos que murieron de enfermedad renal tenían proteínas en su orina[2]. Durante los siguientes 100 años se estableció que, cuando se reduce la capacidad funcional del riñón por cirugía (en estudios experimentales con animales) la cantidad de proteína consumida afectaba drásticamente el crecimiento y la masa del resto del riñón funcional[3]. En 1948, restringir la ingesta de proteínas en la enfermedad renal se conocía como el tratamiento estándar[4] y, en 1981, un artículo de gran importancia[5] estableció que había cambios estructurales dañinos en el riñón que se producían como resultado de una ingesta excesiva de proteínas. (Las declaraciones anteriores se aplican a aquellas personas con enfermedad renal que aún no han progresado al cese de la función, o diálisis. Para las personas que reciben diálisis, las recomendaciones de proteínas y nutrición son diferentes).

Las principales sociedades del riñón del mundo todavía recomiendan para la enfermedad renal prediálisis menos ingesta de proteínas de lo que es ampliamente reconocido como el consumo excesivo de proteínas de la dieta occidental moderna[6][7]. Además, ahora hay evidencia de que hay una diferencia entre proteínas vegetales y animales en la salud renal: las proteínas vegetales pueden ser más protectoras y las proteínas animales pueden ser más dañinas[8][9]. Si bien siempre hay que hacer más investigación para establecer los detalles del efecto de los alimentos, los resultados son consistentes con los encontrados para toda la red de enfermedades y afecciones asociadas.

Referencias

  1. Coresh J, Selvin E, Stevens LA, et al. Prevalence of chronic kidney disease in the United States. JAMA : the journal of the American Medical Association 2007;298:2038-47.
  2. Bright R. Cases and observations, illustrative of renal disease accompanied by the secretion of albuminous urine. Guy’s Hospital Reports 1836;1:338-400.
  3. Mackay EM, MacKay LL, Addis T. Factors which determine renal weight. V. The protein intake. American journal of physiology 1928;86:459-65.
  4. Addis T. Glomerular nephritis, diagnosis and treatment. New York,: Macmillan Co.; 1948.
  5. Hostetter TH, Olson JL, Rennke HG, Venkatachalam MA, Brenner BM. Hyperfiltration in remnant nephrons: a potentially adverse response to renal ablation. J Am Soc Nephrol 2001;12:1315-25.
  6. NKF KDOQI GUIDELINES. Accessed online 8/7/2013 at (https://www.kidney.org/professionals/kdoqi/guideline_diabetes/guide5)
  7. Nutrition in CKD. Renal Association. Accessed online 8/7/2013 at (http://www.renal.org/clinical/guidelinessection/NutritionInCKD.aspx)
  8. Williams AJ, Baker F, Walls J. Effect of varying quantity and quality of dietary protein intake in experimental renal disease in rats. Nephron 1987;46:83-90.
  9. Bernstein AM, Treyzon L, Li Z. Are high-protein, vegetable-based diets safe for kidney function? A review of the literature. Journal of the American Dietetic Association 2007;107:644-50.

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