Sé cómo se sienten las luchas con la salud y el peso. Luché con mi salud y mi peso durante más de 20 años, comenzando poco después del inicio de mi enfermedad de la tiroides. Pasé de una talla 6 a la talla 20 cuando estaba más pesada. Probé las dietas modernas e insostenibles en las que bajaba y subía de peso, como Weight Watchers, South Beach, Atkins y otras dietas bajas en carbohidratos. Consulté a varios médicos y nutricionistas. Perdía algunas libras, solo para recuperarlas nuevamente. Después eso, me sentía gorda y deprimida.
Durante mucho tiempo, los médicos me dijeron que mis problemas de peso estaban relacionados con problemas metabólicos, agravados por la fascitis plantar, la apnea del sueño y la premenopausia. Me dijeron que podría ser “resistente a la pérdida de peso”. Mis síntomas incluían estar hambrienta y cansada todo el tiempo. Mi esposo, Bruce, planeaba horarios y paradas de refrigerios para mí, durante los viajes, para evitar que me irritara.
Finalmente, mis números biométricos comenzaron a aumentar un poco, incluyendo la glucosa, el colesterol y la presión arterial. Mi peso continuó aumentando, a pesar de que estaba consumiendo principalmente carnes magras y vegetales, y limitando mis carbohidratos.
En 2015 necesitaba hacer ejercicio, así que comencé a trabajar como asesora de compras en una tienda de comestibles local, donde caminaba, en promedio, cinco millas por día (ocho km). ¡Y seguía aumentando de peso! Después de un tiempo, un dolor intenso comenzó en mis pies y manos. Mi salud continuó deteriorándose.
Si no comía cada dos horas, comenzaba a temblar, me irritaba y no podía pensar ni concentrarme en nada más que en comer. Después de comer, me quedaba dormida. Estaba cansada todo el tiempo. Me faltaba el aire, tenía dificultad para respirar y presión en el pecho. Usaba un inhalador para el asma. Mi calidad del sueño empeoraba y roncaba tan fuerte que me despertaba. Me hicieron un estudio del sueño, después de lo cual comencé a usar una máquina CPAP (continuous positive airway pressure o presión positiva continua de las vías respiratorias) y mi sueño mejoró. ¡Era más que miserable y solo tenía 54 años!
Disfruto del aire libre e hice todo lo posible para mantenerme activa. A principios del verano de 2017, un amigo y yo fuimos a andar en bicicleta. Unos 30 minutos después del viaje, comencé a temblar, tenía tensión en el pecho y dificultad para respirar. No podía pensar en nada más que comida. Tuve que parar de inmediato y comer. Por la expresión de la cara de mi amigo, me di cuenta de que algo estaba realmente mal conmigo.
Más tarde ese verano, practiqué esquí acuático con mi familia. Tan pronto como me puse de pie en la tabla, no pude respirar. Tuve que soltar la cuerda y caer al agua. Mi esposo preguntó: “¿Qué te pasa?” Yo no tenía energía y sentía presión en el pecho. Simplemente no podía respirar. Pensé que estaba teniendo un ataque cardiaco. Sabía que necesitaba ver a un médico.
La cita con este médico duró dos horas y media. Tenía tantos síntomas, además de mi apnea del sueño y enfermedad de la tiroides: obesidad mórbida, temblores, vibraciones o palpitaciones del corazón, presión en el pecho, dificultad para respirar, fatiga y dolor en las articulaciones, manos y pies. Los resultados de mis exámenes revelaron un aumento en la presión arterial, el colesterol y la glucosa. La diabetes se convirtió en una gran preocupación. Me remitieron a un endocrinólogo.
En octubre de 2017, fui a mi cita con el endocrinólogo y me sorprendió la cantidad de pacientes en su consultorio. ¡Había una sala de espera para la sala de espera! Así es, dos salas de espera para acomodar a la gran cantidad de pacientes. Casi todos en la sala de espera eran obesos mórbidos, como yo. En ese momento, me di cuenta de que la diabetes no era solo una enfermedad, ¡es una epidemia! Me pregunté: “¿Cómo tantos de nosotros llegamos a este punto?”.
Una vez en la sala de examen, el médico me miró y a los resultados de mi examen y dijo: “Necesitas perder peso. Necesitas comer menos y moverte más”. Inmediatamente empecé a llorar. Estaba tan frustrada y me sentía tan derrotada. Ya caminaba más de cinco millas al día y comía yogur, ensaladas, verduras y carnes magras, según las indicaciones de mi médico de cabecera. Ponía atención a mi consumo de carbohidratos y no consumía comidas procesadas. Ni siquiera me gustan las cosas dulces o el azúcar, y rara vez las consumo. ¿Cómo puedo ser diabética?
Entonces me enojé. Todos los años de tratar de llegar al fondo de mis dolencias se acumularon en mí y le dije al médico: “No, no necesito moverme más, ¡me muevo mucho! En promedio cinco millas por día. Yo consumo una alimentación saludable. No soy como todos tus pacientes OBESOS. Algo me pasa”. El médico dijo que ordenaría una prueba de tolerancia a la glucosa para analizar más de cerca mis preocupaciones.
Ayunar para la prueba fue difícil, pero lo superé. Me sacaron sangre y luego bebí el líquido dulce que me dio la enfermera. Me senté y me sacaron sangre nuevamente. Esto se repitió unas pocas veces. Entonces me di cuenta de la preocupación de la enfermera. Me inmovilizó en la silla con el apoyabrazos, se acercó a un manual y lo abrió. Dijo: “Quédate ahí, necesito buscar al médico. Tu glucosa ha bajado a 62. No estoy segura de que podamos continuar con esta prueba”.
La enfermera regresó y me preguntó si me sentía débil o mareada. Le dije que mientras estuviera sentada, me sentía bien. Aparentemente, el médico dijo que, si no me desmayaba, podíamos continuar con la prueba. Se tomó sangre mientras esperábamos, y mi nivel de glucosa aumentó a 70. La enfermera dijo: “Bien, eso es bueno, ahora podemos descartar el cáncer de páncreas”.
No tenía una cita con el médico, pero él acordó verme de inmediato. Me dijo que era resistente a la insulina, me recetó Metformina y me envió a un nutricionista. Una vez más, ese médico dijo que, si quería mejorar mi condición, necesitaba perder peso. Después de beber jugo de naranja, volví con la enfermera y ella se aseguró de que mi glucosa estuviera en 80 para poder irme.
Tomar Metformina disminuyó mi apetito e inicialmente perdí algunas libras, debido a los efectos secundarios. También fui a un nutricionista, quien me dio el “Create Your Plate” (crea tu plato, en español) de la Asociación Estadounidense de Diabetes para usar como guía de mi grupo de alimentos y me animó a aumentar la cantidad de vegetales sin almidón y frutas con bajo índice glicémico en mi alimentación. Se me indicó que me mantuviera alejada de las comidas procesadas, con alto índice glicémico y azucaradas. Me dijeron que comenzara mi día con avena para estabilizar mi nivel de azúcar en la sangre y bajar mi colesterol, comiera cada dos horas y mantuviera mis calorías entre 1600 y 1800 por día.
Monitoreé todo lo que consumía y bebía a través de la aplicación de aptitud física de mi teléfono, que se sincronizó con mi reloj rastreador de actividad física Garmin. Comer cada dos horas y mantener bajas las calorías no fue fácil. Sentí que todo lo que estaba haciendo era comer y registrar mi comida. Lentamente estaba perdiendo peso, pero aun así me daban los temblores si pasaba cerca de dos horas sin comida. Y cuando comía, me quedaba dormida. Comencé a sentir que esta forma de comer y registrar no iba a ser sostenible a largo plazo.
En enero de 2018, me enfermé de gripa, incluso después de vacunarme contra esta. Estaba aún más enferma, cansada y miserable. Atrapada en la casa, comencé a ver el programa Megyn Kelly Today y un día tuvo a cuatro hombres como invitados. ¡Juntos, los cuatro hombres explicaron que habían perdido un total de 750 libras (340 kg)! No hace falta decir que esto me llamó la atención.
Hablaron sobre cómo cambiar a una alimentación basada en plantas sin procesar revirtió la mayoría de sus enfermedades, incluyendo la diabetes tipo 2. Alentaron a los espectadores a ver un documental, Forks Over Knives, que se transmite en Netflix, para aprender más sobre el estilo de vida saludable.
Esa tarde, mi esposo y yo vimos el documental y quedamos impresionados. Los estudios y resultados presentados fueron indiscutibles. Después de ver la película, los dos estábamos muy conmovidos. Nos sentimos ENOJADOS, TRAICIONADOS y MUY CONFUNDIDOS. Somos personas inteligentes, ¿cómo podríamos no saber esto? Y ahora que sabemos esto, ¿qué hacemos ahora? No podíamos seguir comiendo carne y lácteos, sabiendo lo que sabíamos ahora. Hacerlo sería no solo intelectualmente deshonesto, sino equivalente a suicidarse. En ese momento, cambiamos a una alimentación basada en plantas sin procesar y eliminamos el azúcar, el aceite y la sal, o SOS (por sus siglas en inglés), para abreviar.
Así comenzó nuestra batalla contra la diabetes tipo 2. Mi esposo y yo llevamos un año el estilo de vida basado en plantas sin procesar, y como un estilo de vida, no como una dieta. He perdido 53 libras (24 kg); combinados, hemos perdido más de 100 libras (45 kg). Mis parámetros de análisis de sangre ahora están dentro del rango normal. No más glucosa alta, colesterol alto, etc. Mis niveles de proteína han subido un punto completo desde nuestro cambio. Mi médico me retiró la Metformina y dijo oficialmente que mi diabetes tipo 2 está revertida.
Ya no tiemblo si no como cada dos horas o me quedo dormida después de comer. En cambio, tengo una energía y resistencia recién descubiertas. En agosto de 2018, hice esquí acuático durante una distancia de dos millas (3 km). Ya no me falta el aliento y puedo caminar montañas y completar senderos de más de 14 millas (22 km) con cambios sustanciales en la elevación.
El otoño pasado completé un desafío difícil y caminé “7 picos en 7 semanas” en el sendero de los Apalaches, al suroeste de Virginia. Esta es una caminata estructurada, patrocinada por PlayRoanonke.com. Hace un año, no habría podido completar una caminata de montaña, ¡mucho menos siete cumbres! Me siento mejor que lo que me he sentido en 10 años. Estoy muy emocionada por las oportunidades que me ha brindado este estilo de vida y las posibilidades que tiene para cualquier persona interesada en seguirlo.
Bruce tiene su propia historia de éxito. Tenía apnea del sueño y estaba usando una máquina CPAP. También tenía una afección llamada contractura de Dupuytren, que creaba grandes bultos duros en ambas palmas. Además, tenía entumecimiento y una sensación de ardor en el dorso de su mano derecha. Estaba desarrollando neuropatía en los pies, que comenzaba a irradiarse por la pierna. Con casi 350 libras (158 kg), era obeso mórbido. Su presión arterial era habitualmente 155/95 y su ritmo cardíaco en reposo estaba alrededor de los 95 latidos por minuto. Experimentaba dolor de espalda y dificultad para respirar y no podía subir dos tramos de escaleras sin descansar. Su análisis de sangre generalmente estaba dentro de los límites normales, pero siempre en uno de los extremos del rango normal. Su evaluación de riesgo cardíaco fue superior a 5, lo que indica un riesgo mayor de lo normal de un ataque cardíaco.
AHORA, después de un año de este estilo de vida basado en plantas, la neuropatía de Bruce está resuelta en más del 80 por ciento. ¡Los bultos en sus palmas son más suaves y apenas perceptibles o se han ido! Su presión arterial está habitualmente en el rango de 120/75. Todos los elementos de su análisis de sangre están cómodamente dentro de los límites normales. Su riesgo cardíaco es 3,4, significativamente mejor que el hombre promedio de su edad. El dolor de espalda y articulaciones ha mejorado significativamente, y a menudo camina más de una milla sin descansar. ¡Más drásticamente, poco después de que comenzamos, su latido cardíaco en reposo disminuyó constantemente durante un período de dos semanas, de 94 a 59! También estaba experimentando un renovado crecimiento del cabello en el cuero cabelludo, los brazos y las piernas, y el cabello en su cabeza ya no es blanco, sino que se oscurece con el tiempo. Como mencioné, él también ha perdido cerca de 50 libras (22 kg).
Si bien todavía estamos enojados por no saber la verdad durante tanto tiempo, convertimos la ira en motivación. Comencé mi propia “iglesia” personal, que llamé “Type2Warrior”, porque me siento obligada a compartir la VERDAD sobre el estilo de vida basado en plantas sin procesar, así como mi experiencia positiva sobre cómo contribuyó a revertir mis enfermedades.
La diabetes tipo 2 está en un nivel de pandemia y es una puerta de entrada a muchas otras enfermedades. Si bien estoy encantada de haber perdido tanto peso, no era mi objetivo principal, sino un feliz efecto secundario del proceso, que revirtió mi enfermedad. Quiero salud y felicidad para todos los que también la quieren. No es solo la longevidad, sino la longevidad con calidad de vida. Creo que TODOS merecen conocer la VERDAD y tomar una decisión informada sobre lo que comen y cómo tratan sus propios cuerpos.
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