La enfermedad cardíaca, el cáncer y el sistema médico, en ese orden, son las tres principales causas de muerte en los Estados Unidos.[2] Sí, lo leíste bien.
De acuerdo con un artículo publicado en el año 2000, unas 106 000 personas mueren anualmente por los efectos secundarios de medicinas recetadas y correctamente administradas.[2] Agrega las muertes causadas por cirugías innecesarias, infecciones causadas por hospitales y errores médicos, más el uso incorrecto de medicamentos recetados, cirugías fallidas y errores relacionados con el monitoreo y la programación de máquinas, y el número de muertes aumenta por lo menos a 215,000.[2]
¿La parte más aterradora? En los 20 años transcurridos desde entonces, los estudios sugieren que estas cifras sólo han aumentado. ¡Algunos análisis sugieren que el recuento anual de muertes puede llegar a 400,000![1][6] ¡Qué horror!
Y si eso no es lo suficientemente espeluznante, consulta la página web de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades sobre las principales causas de muerte en los Estados Unidos:
¿Notaste algo? Así es, las muertes causadas por el sistema médico no aparecen como tal, están completamente ocultas.[11]
A pesar de emplear más per cápita en “salud” que en cualquier otro país, la calidad de nuestra atención médica continúa cerca del último lugar en comparación con otras naciones industrializadas[2] Esta discrepancia entre el costo y la atención es especialmente relevante ahora. Décadas de aumento en los costos de la atención médica ahora coinciden con un aumento en el número de personas que han perdido su seguro médico (aquel proporcionado por el patrono durante la pandemia de COVID-19.[9][12] Aún antes de la pandemia, las facturas médicas eran la principal causa de quiebra en los EE. UU. Un estudio del 2007 encontró que las facturas médicas dieron lugar al 62,1 % de todas las quiebras.[7] Y en solo el último año, la deuda médica aumentó un 7 %, con un aumento del 3 % desde el comienzo de la pandemia.[12]
¿Crees que nuestro sistema de “atención médica” está comprometido para hacernos más saludables? Piénsalo de nuevo.
—No se sabe si algo es bueno hasta que se lo pone a prueba—en este caso laprueba está lo provisto por el hospital, literalmente. A pesar de tanta evidencia que indica que la alimentación basada en plantas sin procesar (WFPB, por sus siglas en inglés) puede prevenir y tratar asesinos como la enfermedad cardíaca, el cáncer y la diabetes, el sistema médico ignora, en gran medida, la intervención alimenticia como método eficaz de prevención y tratamiento primarios. En cambio, el sistema fomenta tratamientos y terapias invasivas con un historial de efectos mucho más peligrosos con riesgos asociados:[3] medicamentos por receta,, cirugías y terapias invasivas.
¿Qué tienen en común estos “tratamientos” preferidos? Por un lado, se pueden comprar y vender, poniendo dinero en los bolsillos de las compañías farmacéuticas y de seguros, a diferencia de la alimentación basada en plantas y cambios en estilo de vida que por ende se descarta como formas legítimas de tratamiento.[3]
Como dice el Dr. T. Colin Campbell en su libro Integral (Whole): Un Nuevo Enfoque Sobre la Ciencia de la Nutrición (2013), “si la alimentación [basada en plantas sin procesar] fuera una píldora, su inventor sería la persona más rica del mundo”.[3] Ya que sus efectos no se pueden contener en una píldora que pueda venderse a precios elevados y ser cubierta por un seguro, los intereses poderosos se han organizado para ignorar, desacreditar y ocultar la verdad en aras de la rentabilidad.[3]
En pocas palabras, tú vales más para nuestro sistema de salud enfermo que sano. Como resultado, existe un incentivo incorporado para que el sistema médico promueva la mala salud. Perverso, ¿no te parece?
A este punto, podrías estar pensando que todos los involucrados en el sistema médico son vampiros chupadores de ingresos que se deleitan en nuestra miseria y ahorros de toda la vida. Pero la verdadera razón de la complicidad de los médicos en este sistema es aún más aterradora: simplemente no conocen nada mejor.
A pesar de que los beneficios de la alimentación basada en plantas se conocen y registran desde Hipócrates, nuestro moderno sistema de atención de enfermedades con fines de lucro ha realizado un esfuerzo concertado para eliminar este conocimiento de nuestra conciencia colectiva.[5] Desacreditar la nutrición como un componente necesario de la medicina es parte importante de ese esfuerzo. Hoy en día, los médicos ni siquiera están obligados a recibir el mínimo de 25 horas de formación en nutrición recomendadas por el Comité de Liaison sobre Educación Médica, la organización que acredita las facultades de Medicina de EE. UU.[10] Solo el 27 % de las facultades de Medicina ofrecen la cantidad de formación recomendada, con una mísera cantidad promedio de 19,6 horas.[4][8]
Más bien al contrario, las facultades de Medicina difaman la nutrición. Las encuestas realizadas a estudiantes de Medicina antes y después de graduarse indican que las facultades de Medicina fomentan la idea de que la nutrición carece de importancia en la práctica de esta disciplina.[4] Al ingresar a la facultad de Medicina, el 71 % de los estudiantes cree que la nutrición es clínicamente importante; al graduarse, este número cae por debajo del 50 %.[4] Además, menos del 14 % de los médicos practicantes encuestados creen que estaban “adecuadamente capacitados en asesoramiento nutricional”[4]
El propósito de esta historia de miedo no es asustarte al hacer una visita al médico. Por el contrario, quiero enfatizar que la confianza en la ciencia y la medicina basadas en la evidencia, incluyendo la nutrición, es muy importante para nuestra salud personal y pública. En general, hemos logrado grandes avances en la prestación de cuidados que salvan vidas para tantos problemas de salud. Hoy en día, el destino de nuestro mundo depende de la disponibilidad de biotecnologías como vacunas y ventiladores, así como del trabajo esencial de médicos, enfermeras, paramédicos, personal hospitalario y todos los demás, que se encuentran en primera línea de la pandemia. La verdad es que los avances de la medicina moderna son muchos.
Aun así, el sistema médico tiene un largo camino por recorrer antes de que pueda llamarse “atención de salud médica” en serio.
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