Hasta hace tres años y medio, practicaba la medicina como la mayoría de los médicos de atención primaria. Mi día estaba lleno de rellenar prescripciones para la presión arterial alta, el colesterol alto y la diabetes tipo 2. De hecho, yo tenía sobrepeso, colesterol alto y apnea del sueño. Entonces vi Forks Over Knives y, como dicen, “el resto es historia”. Después de adoptar una alimentación basada en plantas sin procesar he perdido 60 o más libras, reduje mi colesterol de manera drástica, curé mi apnea del sueño, ¡y actualmente estoy entrenando para mi primer triatlón Ironman! Ahora, intento enseñar a mis pacientes que la medicación más poderosa disponible no es la píldora que toman para su enfermedad crónica, sino la comida que ponen en sus bocas.
Pero, a pesar de la abrumadora evidencia de los beneficios para la salud de una alimentación basada en plantas sin procesar, muchos pacientes siguen teniendo dudas de adoptar plenamente el estilo de vida basado en plantas sin procesar, debido a algunos temores comunes y conceptos erróneos. Estos incluyen:
El mito de la proteína: Este es probablemente el error más grande. El Dr. Campbell ha escrito extensamente sobre este tema. Yo trato de explicarles a los pacientes que casi toda la proteína consumida por los animales proviene de las plantas (¡las vacas son veganas y no ves ningún elefante deficiente en proteínas!) y que el consumo excesivo de proteínas, especialmente de proteínas derivadas de los animales, puede conllevar a consecuencias adversas sobre la salud.
Comparar la alimentación basada en plantas sin procesar con una dieta vegana: Veo a muchos veganos “de comida chatarra” (¡las papas fritas y la soda son comidas veganas!) que piensan que están comiendo saludablemente porque no consumen productos de origen animal. De hecho, los azúcares procesados, los cereales de granos procesado y los aceites vegetales procesados (todos ellos veganos) representan un riesgo igual o mayor que el de los productos de origen animal.
Reduccionismo nutricional: Esta es probablemente mi molestia más grande. Hemos dejado de hablar de los alimentos debido a que el reduccionismo nutricional se enseña en las escuelas de medicina, también a los nutricionistas e impregna las políticas públicas (es decir, las etiquetas de los alimentos). Esto ha llevado a la proliferación de dietas “bajas en carbohidratos” y “bocadillos de 100 calorías”, ya que suponemos que todos los carbohidratos y calorías son iguales. Desde un punto de vista bioquímico y termodinámico es cierto, pero, desde un punto de vista fisiológico no es así en absoluto. Un 75 % a 80 % de carbohidratos en una alimentación basada en plantas sin procesar son infinitamente más saludables que cualquier dieta “baja en carbohidratos”.
Nadie en mi familia va a renunciar a la carne y los productos lácteos: Esto puede ser un gran desafío y lo enfrenté con mis hijos adolescentes. Lo que encontré fue que, a medida que superaban sus conceptos erróneos acerca de comer “comida de conejo” todo el tiempo y comenzaban a disfrutar de las sabrosas, nutritivas y satisfactorias comidas a base de plantas que cocinaba en casa, ya no se quejaban tanto.
No sé cómo comprar, cocinar, surtir mi despensa, etc.: Afortunadamente cada vez hay un número mayor de excelentes libros, libros de cocina y sitios de internet para ayudar a las personas a adoptar una alimentación basada en plantas sin procesar; por ejemplo, Forks Over Knives, T. Colin Campbell, PhD y Thomas M. Campbell, MD; Neal Barnard, MD; Caldwell Esselstyn, MD y The Happy Herbivore de Lindsay Nixon, por nombrar algunos. También podrás encontrar recursos locales que ofrecen clases de cocina o seminarios. Por ejemplo, hay varios cocineros de plantas (incluyéndome) que ofrecemos clases de cocina basada en plantas sin procesar en una escuela de cocina local.
No tengo tiempo: Esta es una de las mayores barreras para muchas personas. La clave para superar esto es la PLANEACIÓN. Hay muchas comidas rápidas y fáciles que se pueden preparar en un corto poco tiempo, pero si no tienes kale y quinua en la cocina, eso hace las cosas mucho más difíciles. Con frecuencia, cocinamos mucha comida los domingos y la repartimos o la congelamos durante el resto de la semana. También planeamos nuestras comidas antes de tiempo y vamos al supermercado una o dos veces por semana, en vez de tener que correr constantemente a la tienda porque se olvidó la remolacha. Durante las estaciones, dejamos que lo que esté disponible en nuestro jardín o en el mercado de agricultores locales dicte el menú.
Incluso, después de superar y abordar estos miedos y conceptos erróneos, muchos pacientes enfrentan otros dos retos importantes:
Operar en un paradigma de moderación: Así es como pensamos actualmente sobre nuestra dieta: “Está bien comer helado de vez en cuando, pero no muy a menudo”. Para la mayoría de nosotros, esta no ha sido una estrategia exitosa por dos razones. Primero, y lo más importante, olvidamos que comer es un comportamiento aprendido. Nuestras preferencias de alimentos, los detonantes para comenzar a comer y los detonantes para dejar de comer son aprendidos y, una vez que los aprendemos, nuestro cerebro subconsciente se encarga de hacer la elección por nosotros (pan en la mesa en el restaurante, donuts en la sala de descanso del trabajo). Para obtener todos los beneficios de una alimentación basada en plantas sin procesar, necesitamos estar totalmente comprometidos con ella. Probablemente la lección más importante que aprendí fue el simple hecho de que si el helado no era bueno para mi colesterol y no quería tomar medicamentos o ponerme en riesgo de un ataque cardiaco o de accidente cerebrovascular, necesitaba dejar de comer helado.
Cambiar los comportamientos: Tratar de deshacer décadas de actitudes hacia la comida, los malos hábitos alimenticios, etc., es MUY difícil. Me gusta igualar esa situación con empujar una bola de nieve hacia la cima de una montaña. Si puedes llegar a la cima, no tienes que empujar más. Lo difícil es llegar a la cima y, si no tienes una buena razón para empujar, probablemente no tendrás éxito. Creo que hemos hecho un trabajo deficiente como profesionales de la salud ayudando a la gente a encontrar una razón para esforzarse. Por lo general, planteamos la razón de una manera muy clínica: “Si no cambias, tendrás un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular”. Sin embargo, la mayoría de los pacientes ya saben que comer donuts no es saludable, pero aún así lo hacen. Creo que una de las principales razones es ver el riesgo como un evento en el horizonte (el ataque cardiaco, el accidente cerebrovascular o el cáncer no ocurrirán sino hasta cierto tiempo invisible en el futuro, y no estoy enfermo todavía, así que enfrentaré eso mañana, porque hoy estoy muy ocupado). Una manera diferente de formular la razón para cambiar es hacer un listado de todas las cosas que no serías capaz de hacer si tuvieras un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular, cosas como estar cerca de tus hijos, nietos, esposa, etc.
Así que recuerda: ¡La medicación más poderosa es la comida que pones en tu boca!
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