Hasta el 2009, me consideraba algo saludable, aunque no sé muy bien cómo llegué a esa conclusión. Tenía obesidad mórbida e hígado graso; estaba desarrollando una enfermedad de la tiroides; sufría continuas migrañas e infecciones del tracto urinario; mi cara estaba siempre teñida de rojo por la rosácea; ingería antiácidos como si fuesen caramelos; tenía un ritmo cardíaco irregular y tomaba cuatro medicamentos para la presión arterial alta. Como profesora, con los niños tosiendo y estornudando en mi cara, me enfermaba casi constantemente durante el invierno, pasando de un virus a otro, crónicamente fatigada. Y, sin embargo, ni uno solo de mis médicos me preguntó jamás qué comía.
Había probado muchas dietas a lo largo de los años: Jenny Craig, Richard Simmons, Atkins, Weight Watchers (el sistema de puntos me volvía loca). Estos programas funcionaban a corto plazo, pero en cuanto los dejaba, todo el peso — y algo más — volvía. Porque las dietas a corto plazo no son la solución a las enfermedades del estilo de vida más significativas.
En 2009, me llevaron al hospital con una fiebre de 41 grados. Mi presión arterial estaba por las nubes. Mi cuerpo no podía combatir la infección. Estaba realmente aterrorizada. Tuve que mantener un palo entre los dientes para evitar que me los rompiera, ya que no podía dejar de castañear. Esto duró una semana y acabó costándome más de 30,000 dólares.
La crisis resultó ser una bendición. Resultó que la doctora que supervisó mi caso era también nutricionista, una combinación poco frecuente (solo una quinta parte de las facultades de Medicina de los Estados Unidos exigen a los futuros médicos que tomen un solo curso de nutrición, según David Eisenberg, profesor adjunto de nutrición en Harvard). Gracias a ella descubrí que tenía una enfermedad cardíaca, y gracias a ella descubrí
Prevenir y revertir las enfermedades de corazón del Dr. Caldwell Esselstyn Jr. El resto, como se suele decir, es historia.
En 2011 salió, Forks Over Knives y supe que estaba en el camino correcto. Estaba tan emocionada por la investigación que contenía que me sumergí en la lectura de todo lo que pude encontrar. Asistí a conferencias sobre alimentación basada en plantas siempre que pude, incluyendo PlantStock en la granja del Dr. Esselstyn. Fue como un viaje a La Meca para mí.
Luego obtuve un certificado en Nutrición Basada en Plantas del Centro de Estudios en Nutrición de T. Colin Campbell (CNS) y completé el curso The Starch Solution a través del McDougall Program, y a través del Wellness Forum Women’s Health and Food Over Medicine program.
Desde aquella estancia en el hospital, he perdido más de 100 libras (45 kilos), he revertido mi síndrome de hígado graso, he dejado de tomar mis medicamentos para la presión arterial y he curado mi tiroides. Ya no tengo migrañas y las infecciones urinarias son cosa del pasado. La rosácea ha desaparecido, rara vez me enfermo y, si alguna vez contraigo algo, mi sistema inmune me recupera en poco tiempo. Mis niveles de energía han mejorado: ¡me siento mejor ahora, a mis 60 años, que cuando tenía 30! Puedo ir de excursión, en bicicleta y en kayak prácticamente todo el día sin dolor.
Este crecimiento personal también me ha conectado con otras personas. Descubrir que podía cambiar el destino de mi salud llevando una vida basada en plantas sin procesar (WFPB) fue una puerta de entrada a una comunidad en la que sigo siendo muy activa. Me encanta escuchar historias sobre cómo la gente ha cambiado su vida, y me fascina la investigación. Constantemente localizo a autores o médicos para que hablen de sus investigaciones. Comparto estas historias, entrevistas y videos de cocina en mi canal de YouTube, Jeanne Schumacher, Simply Plant-Based.
Como profesora desde hace más de 35 años, educar a la gente y difundir este mensaje es muy importante para mí, especialmente cuando se trata de mis alumnos. He sido testigo de cambios sorprendentes a lo largo de los años, con tasas de enfermedades crónicas que aumentan todo el tiempo entre los jóvenes: obesidad infantil, problemas de comportamiento y de aprendizaje, y más.
En el pueblo donde crecí, la mayoría de los niños tenían un peso normal y rara vez sufrían de problemas de aprendizaje. Había algunas excepciones, por supuesto, pero ni de lejos al mismo nivel que vemos hoy.
A través de los años, algunos de mis alumnos han comprendido el mensaje sobre la alimentación basada en plantas sin procesar y han visto mejoras en su salud, su peso y sus notas. Una joven tenía grandes problemas de aprendizaje, acné y alergias alimentarias. De hecho, sus alergias eran tan graves que había pocos alimentos que podía comer. Aunque solo es una anécdota, su historia demuestra que la comida puede ser medicinal. Después de pasar a la alimentación basada en plantas, sus problemas de aprendizaje desaparecieron, su cara se aclaró y superó casi todas sus alergias alimentarias. No es de extrañar que obtuviera un Máster en Nutrición y que se convirtiera en dietista titulada.
Ver a mis alumnos cambiar delante de mis ojos me hizo pensar—¿qué pasaría si pudiéramos educar a las madres antes de su embarazo? ¿Qué efecto podría tener eso en las tendencias de obesidad infantil y los trastornos del aprendizaje?
Con la ayuda de la Dra. Debra Shapiro, ginecóloga obstetra, creamos el programa The Pregnancy Advantage (www.PregnancyAdvantage.net) para ayudar a educar a las mujeres sobre los beneficios de un estilo de vida basado en plantas. La Dra. Shapiro y yo pensamos que, si vamos a hacer cambios importantes en este planeta, tenemos que educar a las madres antes de que tengan hijos. Si podemos hacerlo, la próxima generación podrá recuperar su salud.
He creado el sitio web www.SimplyPlantBased.net para compartir entrevistas, recursos y clases. Es un trabajo en curso y una labor de amor total. Desde aquel viaje al hospital hace más de una década, todo ha cambiado para mí. Estoy realmente agradecida con esa doctora con formación en nutrición: literalmente, me salvó la vida. Y ahora, todo lo que quiero hacer es devolver ese favor.
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