Te presento a Lise (también conocida como mi mamá). Hasta hace tres años, cuando comencé mi programa de coaching y decidí ayudarla a ponerse en forma, la había visto luchar con su peso durante toda mi vida.
Ella tenía 55 años y contaba con un historial de dietas yo-yo, probando todo, desde Atkins a la dieta cetogénica (“keto”) y la Dieta del Creador. Lo único que no había intentado había sido mi método, un estilo de vida basado en plantas sin procesar (WFPB, por sus siglas en inglés). Pero luego de sufrir una lesión en la pierna y aumentar de peso (hasta llegar a 184 libras/ 83,4 kg), intenté convencerla de nuevo, ¡y dijo que sí!
La solución, le dije, era que tendría que volverse vegana, porque no había forma de que yo incluyera productos de origen animal en sus planes de comidas o recetas. Con plena confianza en mí, aceptó.
Al comenzar su trayecto, se sorprendió de la cantidad de comida que podía comer, especialmente alimentos ricos en carbohidratos. Esta sorpresa es típica. La mayoría de las personas que han luchado con el peso tienden a tener lo que yo llamo “carbofobia”. Sin embargo, ella comenzó a entrenar con pesas regularmente, implementó sesiones estratégicas de entrenamiento cardiovascular y ajustó su nutrición durante los siguientes siete meses.
¡Sorpresa! Había bajado de peso hasta llegar a 131 libras (59,4 kg) y por primera vez en 30 años, desde sus días universitarios, tenía abdominales visibles. Yo estaba tan orgullosa de su transformación y de su compromiso. Lo importante para ella fue que nunca sintió hambre debido a cómo estructuramos su nutrición y a que todo era basado en plantas sin procesar.
Ella se sentía genial, pero aún faltaba un paso más para asegurar su transformación. Verás, el 95 % de los norteamericanos que bajan de peso, lo recuperan en un plazo de seis a doce meses. Eso ocurre cuando, después de alcanzar sus objetivos de pérdida de peso, la tasa metabólica de las personas disminuye y les cuesta adaptarse a un mayor consumo de calorías. Para evitar esto, comenzamos el proceso de dieta inversa, aumentando gradual y metódicamente su ingesta calórica durante los siguientes cuatro meses. Básicamente, engañamos a su cuerpo para que pudiera manejar más alimentos.
¿Los resultados? A los 56 años, Lise comía 2,400 calorías al día para mantener su nuevo cuerpo, ¡con abdominales visibles y todo! Han pasado poco más de tres años desde que completó ese proceso y continúa manteniendo su salud y físico mejorados. Por primera vez en su vida, no recuperó el peso perdido. Está más saludable, en mejor forma y más vital que nunca. (Cuando llegó el momento de renovar su seguro médico y le hicieron análisis de sangre, le salió más barato porque estaba tan sana, que ahorró dinero en sus gastos médicos, especialmente en comparación con los de mi papá, ¡con quien aún estoy trabajando!)
Pero tal vez te preguntes: ¿funcionaría esto para mí? Es muy probable que sí. Hasta hoy, he ayudado a más de 600 personas, individuos con diferentes tipos de condiciones de salud, con edades entre los 20 y los 80 años. Lo que debes recordar es que el mejor camino hacia el éxito para lograr un cuerpo saludable y en forma es un camino sostenible, no uno rápido. A menudo, lo que más te conviene es lo que no quieres hacer y el éxito depende de ir más despacio en lugar de tratar de apresurar tu transformación.
Mamá, estoy orgullosa de tus increíbles logros y de ser un ejemplo de lo que es posible, sin importar la edad.
Sinceramente,
Coach Maxime
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