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Cómo viajar cuando se consume una alimentación basada en plantas

Cuando me convertí en una comensal basada en plantas hace años, una pregunta me atormentaba: ¿cómo puedo llevar esta alimentación a la carretera? Al ser una periodista, para quien viajar es una necesidad, generalmente empaco maletas cada tres o cuatro semanas, viajando a nivel nacional e internacional. En mis viajes suelo ser hospedada, lo que significa que no tengo mucho control sobre dónde voy a comer, lo que solamente aumenta el dilema.

Afortunadamente, el consumo basado en plantas es un movimiento mundial en la actualidad, y es más fácil que nunca seguir este estilo de vida en los viajes. Sin embargo, eso no significa que no haya desafíos. Por ejemplo, hace poco, cuando estuve en Hungría en una excursión a pie, el guía les pidió a los vegetarianos del grupo que levantaran la mano durante su conversación sobre la comida húngara. Aunque técnicamente soy vegana, levanté la mía, fui la única de aproximadamente 30 personas. El guía luego procedió a disculparse, diciendo que estaba en el país equivocado, ya que Hungría es una meca amante de la carne. Y tenía razón, pues mi principal opción en la mayoría de los menús era una ensalada de tomate y pepino.

Entonces, ¿qué hace un guerrero de la alimentación basada en plantas cuando viaja? Estas son algunas de las estrategias que recomiendo llevar contigo en tu próximo viaje:

  1. Empaca comida: los dietistas siempre han advertido a los viajeros, especialmente a los que tienen que volar, de llevar consigo alimentos saludables, pero es aún más crucial para los comensales basados en plantas, quienes pueden tener menos opciones. Siempre empaco avena (tanto comprimible —me encanta la marca Munk Pack— como seca, que solo requiere agua caliente, que la mayoría de los hoteles tienen en el vestíbulo a la hora del café o puedes solicitar un calentador de agua, incluso una nevera, para tu habitación), frutos secos y semillas, barras energéticas basadas en plantas (aunque no me gusta comerlas todo el tiempo, ellas tienen su tiempo y lugar), mantequillas de nueces y frutas deshidratadas en mi maleta. Mientras tanto, en mi mochila guardo zanahorias; un wrap de humus casero o emparedado con mantequilla de nuez, que no sea mantequilla de maní (en caso de que alguien a bordo tenga alergia al maní) y fruta (prepara el emparedado con pan congelado para que no se ablande) si viajo durante una comida y no tendré opciones o las tendré limitadas; y nueces y semillas. Por cierto, siempre me preguntan si los alimentos pasarán por el departamento de seguridad en los aeropuertos, y la respuesta es sí. ¿Una advertencia? Los productos agrícolas no pueden transportarse de un país a otro, así que evita tenerlos contigo cuando pases por la seguridad del aeropuerto.
  2. Llevar comida contigo: sácala de tu reserva de alimentos empacados y siempre ten sustento contigo cuando salgas durante el día. Pongo nueces y semillas (de las que dependí mucho en Hungría) y barras de energía basadas en plantas en mi mochila. ¿Un consejo? Evita las barras con chocolate si vas a estar fuera por unas horas en un día cálido o, de lo contrario, tendrás un desastre derretido en tus manos.
  3. Ponte en contacto con las líneas aéreas y los cruceros antes de viajar: las aerolíneas y los cruceros están acostumbrados a manejar dietas diferentes, pero a menudo necesitan saber con anticipación, así que infórmales que pronto viajarás con ellos. Si eres leal a una aerolínea, por ejemplo, asegúrate de haber escogido “vegano” (o sin lácteos, sin carne, etc.) en tus elecciones de alimentos. Vuelo más en Delta Airlines, y no solo proporcionan deliciosas comidas veganas en vuelos largos, también me sirven primero, a veces una hora antes de que salga la comida habitual, lo que significa que puedo dormir más rápido si viajo durante la noche. ¿De crucero? Coloca tu solicitud alimenticia en tu perfil, y te sorprenderás de lo bien que muchas de las líneas de cruceros se harán cargo de ti. Una vez que estés a bordo, incluso podrías pedir hablar con un gerente de alimentos para guiarlo a través de tus opciones.
  4. Aprende a decir “Soy vegano” en lenguas extranjeras: Sí, soy un comensal basado en plantas, pero es más fácil decirle a la gente en otros países, especialmente en un restaurante, que soy vegano. Es por eso que siempre me aseguro de saber cómo decir “Soy vegano” en el idioma del país que visito. También escribo las palabras de los productos de origen animal en ese idioma, así que también puedo estar pendiente de ellos y comunicarles a los camareros lo que no consumo.
  5. Sé un detective de restaurante: Esto no es diferente de lo que debes hacer en casa, investigando restaurantes y revisando menús en línea antes de tu visita. Sin embargo, el problema es que estás más acostumbrado al ámbito gastronómico local de tu ciudad que all de una ciudad nueva. Es por eso que siempre hago una investigación previa al viaje sobre restaurantes de los lugares que visito. Hago búsquedas en línea con la palabra “vegano” y el nombre de la ciudad, visito la aplicación Yelp y accedo a HappyCow.net, que mantiene una base de datos de restaurantes veganos de todo el mundo.

Si bien ya no es un gran desafío viajar con una alimentación basada en plantas, todavía hay uno que persiste: las críticas de los demás acerca de “perderse” de consumir los alimentos especiales de cualquier lugar que estés visitando. ¿Me pierdo de la crueldad hacia los animales, el daño ambiental y el daño a mi salud? No, gracias. Además, esta alimentación me ha abierto nuevas puertas en mis viajes, exponiéndome a tantas experiencias gastronómicas únicas que, de otro modo, nunca hubiera tenido.

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