Todos tenemos dificultades en nuestras vidas. A veces, nuestros problemas pueden parecer pequeños en comparación con otros, pero en última instancia, son una gran parte de lo que nos define. Nuestra historia personal tiene un gran valor potencial para nosotros si podemos aprender y crecer a partir de esta. A veces puede ser de valor para otros también. Espero que mi historia pueda ser de valor para ti. Te lo estoy contando como una forma de explicarte por qué el tema de la salud siempre ha sido importante para mí y por qué me cambié a una alimentación basada en plantas sin procesar.
Como muchas personas, mi experiencia temprana de enfermedad me llevó a descubrir todo lo que pude sobre la salud. Desde muy joven, luché con muchas dolencias: amigdalitis, inflamación de adenoides, estreñimiento crónico, urticaria, cálculos biliares y más adelante en la vida, síndrome premenstrual e infertilidad. Digo esto no por ningún deseo de simpatía o sentimientos de autocompasión, sino como un marco para lo que he descubierto y lo que considero valioso. En comparación con muchos, he tenido una vida muy bendecida.
Si no cuidas tu cuerpo, ¿dónde vas a vivir?
Mi mayor regalo en la vida ha sido mi familia. Crecí en Glasgow, Escocia. Mi mamá y mi papá tuvieron el desafío de criar a siete hijos con un presupuesto escaso. Lo que nos faltaba en dinero, se compensaba con amor. Caminamos por todos lados, lo que estoy segura me sirvió mucho después en la vida. Nunca almorzamos en el colegio. Todos los días llegamos a casa para comer un almuerzo caliente preparado por mi mamá. Ella y papá fueron incluso nuestra principal fuente de entretenimiento. Nuestra casa estaba llena de canciones, bailes y juegos, y con nueve bocas que alimentar, siempre había mucha cocción.
Cuando era joven no me gustaba la carne, pero comía muchos productos lácteos (leche, mantequilla, queso, yogures) y huevos. Me encantaba ayudar a mamá en la cocina y realmente me interesé en la comida.
Incluso supliqué en la tienda local de frutas, verduras y cereales que me dejaran trabajar allí. No me contrataron hasta que tuve doce años porque no era lo suficientemente alta como para llegar a todos los estantes. Me encantaba trabajar allí entre los cereales, frijoles y vegetales. Supongo que hace 50 años mi futuro ya se estaba dando a conocer.
Mi interés en la salud comenzó temprano: en el colegio, adoraba la biología y la química, lo que generó el desprecio de mis amigos. Mamá siempre me decía que sería una gran médica, pero eso nunca me atrajo. Cuando era joven, mis amigos se burlaban de mi “rareza” dado el hecho de que prefería beber agua que bebidas gaseosas, no me gustaba la carne, me encantaban los deportes y siempre tenía la cabeza en un libro en la biblioteca. A medida que pasaron los años, seguí sufriendo contratiempos de salud. En mi adolescencia, el estreñimiento que había sufrido durante años empeoró, y mi médico me diagnosticó un intestino perezoso. Me recetó laxantes para ayudar con esta condición crónica. No los tomaba, y a veces pasaban cinco días antes de que pudiera defecar. Esto eventualmente condujo a una apendicitis. Mi apéndice explotó y casi me muero de peritonitis.
A medida que seguía sufriendo otros problemas de salud en mi adolescencia, eventualmente me extirparon las amígdalas y las adenoides, y años después, los cálculos biliares dolorosos llevaron a la extirpación de mi vesícula. Esas experiencias me inspiraron a descubrir, por mi cuenta, sobre la salud. Fui la única adolescente que se unió al primer club de salud de Glasgow, The Olympic (los Olímpicos, en español), a la edad de 15 años.
Mis estudios sobre anatomía y nutrición comenzaron en ese primer club de salud, y me convertí en una entrenadora personal en jornada parcial (junto con mi trabajo diario en mercadeo). Años más tarde, comencé a estudiar yoga, taichí y medicina tradicional china. Todos mis estudios señalaron el hecho de que la comida era la clave para la salud.
La comida debe tener un excelente sabor, proporcionarnos una salud óptima y satisfacer nuestro apetito. Creo que la comida puede ser nuestra mejor medicina, de ahí mi deseo inquebrantable de enseñarles a todos los que se crucen en mi camino que la salud y la curación realmente comienzan en su cocina. Mis alumnos a menudo se ríen cuando digo que la mayoría de las personas piensan que tienen una cocina porque vino con la casa. Sin embargo, no es broma, y todos podemos ver lo que ha sucedido desde que la industria alimentaria se hizo cargo del trabajo de cocinar para nosotros.
Mi pasión por demostrar que hacer comida deliciosa y nutritiva es alcanzable ha sido el trabajo de mi vida durante las últimas décadas. Me resulta emocionante crear nuevas recetas y capacitar a chefs y cocineros caseros en principios macrobióticos que incorporan los cinco sabores y los menús de temporada.
Cuando dejé de consumir productos lácteos y me pasé a una alimentación basada en plantas sin procesar, no tuve más urticaria, más estreñimiento ni más alergias. Realmente creo que el cuerpo es un organismo autocurativo y que lo que comemos crea nuestra sangre, que produce nuestras células, que a su vez crean nuestro tejido, que produce nuestros órganos. A medida que aprendía más y más sobre la nutrición basada en plantas y el poder de los cereales de grano entero, frijoles, vegetales, frutas, nueces y semillas, quería centrarme en una alimentación rica en minerales, que me ayudara a fortalecer mi sangre. Enseñarles a otros sobre la enfermedad causada por los productos de origen animal y, en mi caso, eliminar los lácteos ha sido mi misión. También les aconsejo a todos que eliminen el azúcar añadido, porque el cuerpo usa minerales almacenados para metabolizar el azúcar, lo que puede conducir a deficiencias.
Sé que todos queremos ser felices y disfrutar del maravilloso mundo en el que vivimos. Cuando nos ahogamos en dolor emocional o físico, perdemos nuestra brújula. He diseñado muchos cursos y libros para compartir lo que he aprendido sobre la energía de la vida y cómo se conectan la mente y el cuerpo. En mi opinión, la vida se trata más de aprender que cualquier otra cosa, y sigo aprendiendo todos los días. Desearía haber sabido lo que sé ahora cuando tenía 12 años y trabajaba en la tienda de frutas, verduras y cereales.
Una cosa que aprendí a través de mi estudio y experiencia es que los principios de salud no son complicados. Hay estanterías llenas de libros que desglosan las cosas científicamente, que ofrecen explicaciones impresionantes y complejas de los procesos biológicos, pero las conclusiones son más o menos las mismas. El problema es que todo se divide en compartimentos. La salud no es una cosa, sino todo, desde lo que comemos en el desayuno hasta cómo pensamos sobre la vida.
Hay energía, una fuerza vital que nos atraviesa a todos. Cuando estamos sanos, esa fuerza burbujea en nosotros y nos conecta con los demás. Todos hemos experimentado ese sentimiento de profunda conexión con las personas que amamos, con la naturaleza. De eso se trata realmente la salud.
Más allá de las teorías, la ciencia, las encuestas y estudios, todo se reduce a eso. La salud nos da la libertad para ser quienes realmente somos. La vida tiene un ritmo. Hay momentos en nuestras vidas en los que nos sentimos elevados y momentos en los que nos sentimos deprimidos. Llega un momento en que debemos tomar la decisión de hacer menos o más de nuestra vida. Desde que comencé a vivir una vida vegana completamente basada en plantas sin procesar en las últimas décadas, he disfrutado de una mejor salud y más vitalidad. Me siento mejor a los 62 años que en mis 20.
Lo que he llegado a creer es que los problemas de crear una sociedad saludable no dependen de algún nuevo descubrimiento científico. Las causas de la epidemia de enfermedad degenerativa en el mundo son bien conocidas, y las soluciones están a la mano. Solo imagina el beneficio para todos si las enfermedades cardíacas, el cáncer y la diabetes fueran eliminados. Piense en el dolor ahorrado, las vidas salvadas y el dinero utilizado para asuntos más apremiantes. Es posible hacerlo con trabajadores de salud comprometidos y, lo que es más importante, con una masa crítica de la población que esté dispuesta a tomar medidas. El catalizador de todo esto es que el mensaje se comunique de una manera que llegue toque profundamente al público en general.
Durante los últimos 40 a 50 años, con todos los avances en el tratamiento de la enfermedad, ha habido pocos movimientos hacia la prevención. Profesionales dedicados al movimiento basado en plantas sin procesar han hecho los mayores avances hacia una sociedad saludable. Los movimientos políticos comunitarios han promovido una mejor nutrición, la importancia del ejercicio, la conexión mente / cuerpo, tratamientos alternativos de bajo impacto y el movimiento antitabaco. Gracias a Dios nadie se rinde, y el movimiento crece a diario.
He experimentado enfermedades y depresión y salgo del otro lado con una enorme gratitud por la vida, que aún está intacta. No estoy atascada con alguna “teoría” primordial que quiera demostrar. Para mí no hay dogma. Enseño lo que hago y tengo una mente abierta. Cuando enseño, el sonido más común en la sala es la risa, mía y de mis alumnos. Mi deseo de ayudar a los demás es tan genuino como mi enfoque sensato de lo que funciona. Disfrutarás de los enormes beneficios de vivir una vida llena, de pies a cabeza, con plantas. La información es simple, directa y efectiva. Si sigues mi consejo, estarás mejor. Te lo garantizo.
Mi dicho favorito: si no cuidas tu cuerpo, ¿dónde vas a vivir?
Copyright 2024 Centro de Estudios en Nutrición. Todos los derechos reservados.