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Centro de Estudios en Nutrición del Dr. T. Colin Campbell
¿Eres un comensal mecánico? Cambia tu relación con la comida

El siguiente es un fragmento de The Mindful Vegan (El vegano consciente, en español) (octubre de 2017, BenBella Books) por Lani Muelrath.

Es un momento que nunca olvidaré.

Mientras me sentaba a consumir la comida del mediodía, fui sorprendida por un apretón en el pecho, seguido de otro en la garganta. Sentí como si apenas pudiera respirar. Acompañado por un nudo en mi estómago del tamaño de Manhattan, sabía que algo monumental estaba sucediendo.

No, no estaba teniendo un ataque cardíaco. Pero el impacto de este evento no fue menos trascendental. Porque en ese momento fue que sucedió un cambio crucial en mi vida, que me llevó a liberarme de una relación dolorosa y problemática con la comida. Una relación que se había desarrollado a lo largo de décadas con patrones de alimentación inestables, una molesta preocupación por las dietas, una constante autocrítica de mi cuerpo, y el dolor de mi peso “yoyo” (el ciclo de perder y ganar peso repetidamente).

Cuando un pensamiento termina, justo antes de que comience el siguiente, hay una pequeña brecha llamada “ahora”. Con el tiempo aprendemos a expandir esa brecha. -Spring Washam, profesora de meditación

En este momento se anunciaba una nueva libertad impresionante, una felicidad y paz con la comida que celebro hasta el día de hoy. Restaurar la alegría pura de comer, marcó el comienzo de una era de facilidad con la alimentación y mi cuerpo que ha propagado un mayor bienestar en cada área de mi vida. Puedo señalar el origen de todos estos cambios directamente a ese instante, hace casi veinticinco años. Lo que apalancó este cambio drástico en mi vida fue la práctica de la meditación de conciencia plena.

Mi viaje consciente

Hace más de cuarenta años, junto con la enseñanza de yoga y la adopción de una alimentación vegetariana, comencé una práctica de meditación. No fue la práctica de meditación de conciencia plena que estoy compartiendo contigo en este libro. Era una técnica diferente. Aunque mis aspiraciones eran setenteras y espirituales, entre tú y yo, estaba buscando una solución a mi problema de alimentación y peso, y esperaba encontrarla en la meditación.

Le entregué toda mi vida a esta técnica, incluso viajando a regiones remotas de la India varias veces. Me levantaba a las tres de la mañana para sentarme a meditar durante horas todos los días. Aunque aprendí a estar sentada y quieta durante largos períodos y cultivé un poco de concentración, estas prácticas nunca tuvieron un impacto detectable en mi problema alimenticio. De hecho, regresé de uno de esos viajes a la India notablemente más rolliza que cuando me fui, por consumir puñados de marañones asados, galletas de glucosa, y curry mantecoso interminable, servidos en el ashram.

Unos diez años después, le di un vistazo a una librería mientras viajaba y me encontré con un pequeño libro sobre la meditación de conciencia plena. Explicaba cómo esta práctica—también conocida como Meditación Vipassana, o Insight— podría abrirnos a nuestros pensamientos y emociones, ayudarnos a estar simplemente presentes con nuestros sentimientos, en lugar de tratar de resolverlos o escapar de ellos, y ahondar nuestra capacidad de calma[1]/a>. Me interesó de inmediato. De forma instintiva, sentí que esto podría llegar a la raíz de mi problema alimenticio. El libro, sin embargo, no incluyó ninguna instrucción del tipo “cómo se hace”. Y no pude encontrar nada más al respecto. Había mucho menos recursos disponibles en ese momento. El Internet todavía estaba en una etapa temprana, Amazon aún no había nacido, y la investigación se realizaba a través de un carné de biblioteca.

Al volver a casa, mantuve el libro cerca y simultáneamente me puse a completar mi maestría y lanzar mi programa de televisión. Mientras tanto, continué reflexionando sobre por qué—a pesar de estar felizmente casada, con un empleo remunerado, y una prometedora carrera floreciente—parecía no poder controlar esta única área de mi vida: la comida y el comer. Mi devoción a la práctica de meditación que había estado haciendo disminuyó gradualmente.

Hice intentos con dietas durante otros diez años, pero seguí dándole vueltas al libro de conciencia plena. Finalmente, decidí que era hora de ver si los beneficios que parecía ofrecer eran para mí. Me inscribí en un retiro para aprender sobre esta meditación de conciencia plena. Situado en las laderas del Parque Nacional de Yosemite, fue un retiro silencioso de diez días.

Así es. Silencio. El propósito del silencio es mantener todas las distracciones externas al mínimo. Solo tú y tu cuerpo, pensamientos, y emociones. El silencio es donde la curiosa gimnasia de nuestras mentes—desde historias elaboradas que engendramos en torno a nuestras experiencias hasta circuitos de pensamiento obsesivo para nuestras vías particulares de escape de las vicisitudes de la vida y un constante desfile de distracciones internas—se presenta a la vista. El silencio nos permite sumergirnos en este paisaje interior, de una forma en que nuestras vidas diarias habituales no lo hacen. La conciencia plena, junto con la disposición, la amabilidad, y la paciencia, nos permiten estar presentes con todo ello de una manera que apacigua directamente nuestros problemas.

Me di al silencio como un pez al agua. Realmente fue un gran respiro no tener que activar la personalidad propia con las interacciones sociales habituales. Sin embargo, a pesar de que disfruté del tiempo “sola”, navegar por mi paisaje interior trajo su propio conjunto de desafíos.

Momento crucial

Fue en el cuarto día del retiro que sucedió el episodio con el que abrí este capítulo. Me acababa de sentar para consumir la comida del mediodía, para comer en silencio de acuerdo con la tradición del retiro, cuando me sentí abrumada por la experiencia que describí. Una de las técnicas de la práctica de la conciencia plena es estar dispuesto a observar las sensaciones físicas a medida que surgen en el cuerpo, con curiosidad, sin juicio ni evasión. Así que volví mi atención al apretón en el pecho, la tensión en mi garganta, solo para observarlos por lo que podrían tener por enseñarme.

Inmediatamente, me inundó el entendimiento. Me di cuenta de cuánta tensión y ansiedad tenía respecto a la comida y el comer. Y comprendí que, probablemente, había estado teniendo esta experiencia durante años. La había exacerbado con cada dieta nueva y la había subrayado con cada sentimiento de culpa u otros sentimientos negativos sobre la comida, al igual que con cada momento de reprimenda sobre el comer y la vergüenza por mi peso.

Estas emociones, me di cuenta, habían estado allí durante mucho, mucho tiempo. Simplemente yo no había sido consciente de ellas. En cambio, había estado manifestando el estrés con otra tanda de masa para galletas o con la preocupación por la próxima dieta. Para mí, las incomodidades internas se unieron en lo que se había convertido en una obsesión, porque cuando no estaba obsesionada con la forma en que podía conjurar un proyecto de pérdida de peso más drástico, me quedaba atrapada en antojos de comida. La práctica de conciencia plena me proporcionaba herramientas específicas para abordar todo eso. Este momento esclarecedor tuvo dos cualidades predominantes. Sentí melancolía cuando pensé en lo triste que era haber tenido esta experiencia durante tantos años, incluso décadas. Al mismo tiempo, fue un momento amplio y lleno de luz, debido a la comprensión que tuve de mi problema de la comida y el comer.

Al instante, sentí una gran avalancha de compasión por mí misma. En lugar de vivir en piloto automático y reactividad con mis malestares, simplemente comencé a elegir cada vez más consciente y estuve más dispuesta a estar presente en el momento. Esta experiencia me abrió oficialmente el mundo de la conciencia plena. Me dio una experiencia personal de la transformación que se puede experimentar al estar completamente presente y cómo la experiencia puede cambiar a alguien en un instante. Una vez sabes esto, no puedes dejarlo de hacer. Mirando hacia atrás, cuanto más aprendo de mí misma, más creo que probablemente sentí esas tensiones y ansiedades la mayor parte del tiempo, incluso fuera de los horarios de comidas. Simplemente nunca tuve el coraje, incluso más, las herramientas básicas para darme cuenta y enfrentarlas. Todo este tiempo había estado pensando que todo se trataba de la comida. Pero eso fue solo parte del problema. Comer resultaba ser el agua, muy cargada, en la que estaba nadando en el momento en que surgió el entendimiento.

Empecé a ver más allá de lo que prometía la masa para galletas, o de cualquier forma que pudiera tomar en un día en particular. No por castigo, ni con fuerza de voluntad, sino por darme cuenta de que el refugio que buscaba en la comida era falso, vacío. Con la práctica de la conciencia plena comencé a ver más allá de este agente de asilo transitorio al dolor y la confusión que siempre había perseguido. Esto vino como una consecuencia natural, emergió orgánicamente de la experiencia consciente. Mirar con claridad nuestro paisaje mental y emocional, junto con las sensaciones físicas que son parte de nuestra experiencia momento a momento, nos revela más sobre nuestra experiencia que lo que podemos imaginar. Es realmente notable que algo tan simple como estar presente de manera consciente con estos fenómenos pueda tener un efecto tan profundo en nuestra capacidad de encontrar nuestro camino a través de obstáculos que a menudo se ocultan a la vista.

Decisión

En ese momento de entendimiento en el retiro, me di cuenta de que centrarme en la comida simplemente era evitar el problema. Tomé la decisión de abandonar las dietas por completo y recorrer el camino de la conciencia plena. Si la puerta para navegar este obstáculo de larga data pudiera ser desbloqueada y abierta de inmediato, ¿qué otra cosa podría descubrir que iluminaría el camino y aliviaría mi carga, si estuviera dispuesta a investigar?

A partir de ese momento, las cosas entre la comida y yo cambiaron. Dejé de pensar en mí misma como una especie de adicta a la comida o comensal compulsiva. Dejé, en repetidas ocasiones, de tratar de comer menos para bajar de peso, a favor de reconectarme con mis señales de hambre y plenitud, cuya conexión es esencial para comer conscientemente. Restringirse crónicamente confunde nuestros verdaderos indicadores de hambre y plenitud, causa que comamos en exceso, y es el principal factor que impulsa a explosiones y atracones de comida. Si, anteriormente podía comer en exceso, pero desde entonces nunca más tuve un incidente de atracones.

Mientras trabajaba brevemente con un entrenador para ayudarme a navegar por la incertidumbre de abandonar las dietas como las conocía, las herramientas de la práctica de la meditación consciente fueron las que me llevaron a atravesar el enorme muro de miedo que representaba soltar estos controles sobre la comida, el comer y el peso, y abrir la puerta a una libertad sin precedentes. La microadministración y el análisis de cada mordida y la obsesión por el peso corporal y el tamaño ocultan el estrés, la ansiedad, y el síndrome de “no ser lo suficientemente buena”. Y el cielo sabe que eso está reforzado por nuestra cultura y consolidado por la industria de la dieta. Una cosa es leer acerca de estos problemas y asociaciones, y algo completamente diferente es navegar por la mitad del desorden inquietante. Las molestias de la pérdida de lo familiar, a pesar de que lo familiar puede ser doloroso, pueden ser inquietantes a medida que sueltas las ilusiones anticuadas de control y te mueves a territorio nuevo y desconocido. Sin una manera de navegar por los mares, continúas girando en el remolino.

A medida que continuaba practicando la meditación de conciencia plena, momentos de quietud junto con destellos en una mente pacífica y la creciente capacidad para soltar el control del pensamiento obsesivo edificaron mi práctica. El pensamiento obsesivo de cualquier tipo es lugar donde buscamos refugio de nuestras inquietudes y miedos. Podríamos sentirnos ansiosos y buscar refugio en los alimentos, otras sustancias, o navegar en internet. Podríamos sentirnos inseguros y buscar refugio en un impulso incesante de reconocimiento o éxito monetario. Podríamos sentir vergüenza y esclavizarnos obsesivamente en la búsqueda de la perfección corporal. Sin embargo, todos los refugios falsos responden a una atención interesada y atenta. Somos capaces de escuchar las energías detrás de nuestro pensamiento obsesivo, responder a lo que necesita atención, y pasar cada vez menos tiempo alejados de la presencia que nutre nuestras vidas. Experimentamos más y más a menudo las cualidades liberadoras de simplemente estar presentes.

Con los años, mi relación con la comida se movió en un par de direcciones. Por un lado, a medida que fui conectándome más conscientemente con los problemas que los productos lácteos perpetúan—los últimos vestigios de productos de origen animal en mi alimentación—pasé de vegetariana a vegana. Durante varios años, en el camino a la escuela donde enseñaba, conducía a través de colinas verdes en las que pastaban vacas lecheras. A medida que las pasaba, me hundía en el asiento de mi carro con disculpas en mi corazón y en mis labios. “¡Lo siento!”, susurraba. Inspirada y no tanto para hacer el cambio a vegana, iba y venía en comer yogur y queso. La conciencia de la disonancia interna creció con mi práctica de conciencia plena. Finalmente, un día, la comprensión del inquietante estado interior que estaba perpetuando sacó los productos lácteos fuera de mi plato. ¡Qué diferencia en la ligereza de corazón y la integridad en que se convirtió la experiencia de conducir al trabajo!

Permanezco atenta y alerta a las muchas caras que pueden presentar las obsesiones en torno a la comida y el comer. Constantemente las veo actuar en personas que acuden a mí en busca de ayuda con su peso, comida, y problemas de alimentación. A menudo se muestra como la ansiedad canalizada en microadministración, incluso de los alimentos más saludables. Si analizan de más y reproducen un plan alimenticio basado en plantas tras otro, en conflicto acerca de la respuesta correcta, las personas no son conscientes de que, en la gran mayoría de las veces, la obsesión en sí las está frenando. Nos ocupamos de nuestros estados inquietantes y preocupaciones, ocultándonos tras las faldas de una u otra preocupación, o una tras otra.

Con la conciencia plena, estás cultivando un estado de ser que permite que todos los dones de la conciencia plena se desarrollen en tu experiencia. No buscas paz mental; creas las condiciones en las que la paz mental puede surgir. No pretendes ser libre de comer mecánicamente; fomentas un estado de conciencia plena, que muda el comer mecánicamente como una serpiente muda de piel. En lugar de buscar exactamente lo que debes decir, restauras la ecuanimidad, la compasión, y el corazón, lo cual proporciona una presencia más clara y más amable en cada conversación y encuentro.

Referencias

  1. Vipassana significa ver de una manera realista. Al no ser sectario y no estar afiliado a ningún grupo étnico y político, sin ningún adorno religioso o filosófico, se diferencia de otras formas antiguas de meditación por el hecho de que es accesible a cualquiera. Paul R. Fleischman, MD, An Ancient Path (Onalaska, WA: Vipassana Research Publications, 2008), p. 13.

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