Uno de cada dos estadounidenses padece de enfermedad cardíaca y la mitad de ellos muere al instante por su primer ataque cardiaco. Uno de cada tres muere de cáncer. Una de cada ocho mujeres contrae cáncer de seno y uno de cada seis hombres contrae cáncer de próstata. Aproximadamente uno de cada diez estadounidenses de mediana edad tiene diabetes y, entre los mayores de 60 años, esta tasa se convierte en una de cada cinco personas. Además, otro de cada cinco estadounidenses tiene lo que se conoce como prediabetes.
Lamentablemente, muchas personas que sufren de estas enfermedades no se dan cuenta de que sus elecciones erróneas de alimentación, desde la infancia, han causado estos graves problemas. Numerosos estudios científicos, incluyendo El Estudio de China, muestran que existe una fuerte correlación entre una dieta de origen animal y estos padecimientos. Estos son muy raros en países donde las poblaciones se mantienen con una alimentación basada en plantas. La mayoría de las personas en los países occidentales asumen que estas enfermedades son inevitables a medida que envejecen, ¡pero eso no es cierto!
La gente necesita aprender que su salud está en sus propias manos. El hecho es que pueden estar libres de enfermedad y espléndidamente sanos si eligen una alimentación y estilo de vida saludables. Por otra parte, una alimentación incorrecta y malas elecciones sobre el estilo de vida hacen que la gente se enferme.
Puedes elegir una salud superior, una vez sepas cómo. La solución es muy simple. Todo lo que tienes que hacer es enfocarte en una alimentación basada en plantas sin procesar. Si no estás convencido, deberías ver cómo la dieta americana estándar (SAD, por sus siglas en inglés), la cual es de origen animal, alta en grasas, alta en proteínas y alta en colesterol, ha causado que los niveles de enfermedades que son comunes en Estados Unidos aumenten drásticamente entre los japoneses desde que adoptaron esta dieta después de la Segunda Guerra Mundial. Las enfermedades que alcanzan proporciones epidémicas en los Estados Unidos (como el cáncer de seno, el cáncer de próstata, el cáncer de colon, el cáncer de pulmón, la enfermedad cardíaca, el infarto cerebral, la diabetes, la osteoporosis, la obesidad, muchos tipos de alergias, la dermatitis y la artritis reumatoide) ahora también se han difundido en Japón. Estas enfermedades eran extremadamente raras antes de que los japoneses adoptaran la forma norteamericana de comer.
Muchas personas de Occidente podrían pensar que los japoneses son las personas más sanas del mundo, a juzgar por la esperanza de vida promedio de Japón, la más larga del mundo. Por el contrario, muchos no son saludables en absoluto y viven más tiempo con muchas enfermedades manejadas con medicamentos.
Actualmente, uno de cada tres japoneses muere de cáncer, el asesino número uno en Japón. Otro de cada tres muere de enfermedad cardiovascular (enfermedad cardíaca o accidente cerebrovascular). Y otro de cada tres muere por insuficiencia renal, hepática o respiratoria, en un accidente, o por suicidio. Solo el 2,3 % de la población muere por causas naturales.
Las tasas de mortalidad han aumentado desde 1950. Ahora hay 111,6 veces más muertes por cáncer de próstata; 55,5 veces más por cánceres pulmonares y respiratorios; 11 veces más por cáncer de colon; 7,5 veces más por cáncer de seno; 12,3 veces más por insuficiencia cardiaca y 23,6 veces más muertes por infarto cerebral.
Además de eso, uno de cada tres adultos en Japón tiene diabetes o prediabetes, una tasa más alta que la estadounidense. Además, el 71 % de los adultos japoneses tienen presión arterial alta (más de 140/90) o prehipertensión arterial con más de 130/85. Uno de cada tres adultos tiene síndrome metabólico, que es casi la misma tasa encontrada en Estados Unidos.
Este fenómeno es un excelente ejemplo de la ley de “causa y efecto”. El aumento alarmante de estas condiciones médicas es el resultado de un cambio después de la guerra, de la alimentación tradicional al estilo japonés (que solía ser basada en plantas) a la dieta al estilo occidental (de origen animal). Desde que KFC y McDonald’s fueron traídos a Japón a principios de 1970, los hábitos alimenticios de los japoneses han cambiado radicalmente. Ahora consumen 18,4 veces más productos lácteos; 9,3 veces más carne y aves de corral; 6,1 veces más huevos; 2 veces más pescado y 3,9 veces más aceite que en 1950.
Por otro lado, actualmente están consumiendo un 35,4 % menos de vegetales de hojas verdes y un 17,8 % menos de verduras que en 1950. Consumen 5,8 veces más fruta, pero la cantidad total que consumen es solo 127,4 gramos al día, lo que es solamente cerca de una porción. En Japón, el 36,5 % de la población no come frutas.
Estos cambios en la alimentación son el resultado de la educación por parte del Gobierno japonés, los médicos y nutricionistas, quienes le enseñan a toda la población a comer una “dieta bien equilibrada”, que incluye productos de origen animal, y dicen que la alimentación tradicional japonesa basada en alimentos de origen vegetal no estaba bien equilibrada, debido a su falta de productos de origen animal. Al haberme criado en Japón justo después de la Segunda Guerra Mundial, puedo decirte exactamente lo que me han enseñado en la escuela.
A los alumnos se les ha enseñado a beber leche y a comer productos lácteos y carne o aves de corral todos los días para crecer grandes y altos como los estadounidenses. Este fue un cambio drástico para los japoneses, en comparación con su alimentación tradicional, practicada antes de la guerra. ¡Los japoneses solían comer carne o aves de corral solo un par de veces al año! Los huevos eran solo para personas muy enfermas, como los pacientes con tuberculosis, y solamente la gente muy pudiente bebía leche. Cuando yo era un niño, el helado era un placer muy especial y costoso. La mayoría de las familias japonesas no tenían un refrigerador eléctrico antes de 1960. Después de los años sesenta, los refrigeradores eléctricos fueron ampliamente utilizados por todas las familias japonesas, y la gente comenzó a almacenar carne y productos lácteos en sus refrigeradores.
La ley del programa de almuerzo escolar fue legislada en Japón en 1954, y todas las escuelas primarias comenzaron a servirles a los niños un almuerzo con el apoyo de Estados Unidos, que donó leche gratis y harina refinada porque Japón era muy pobre y había muchos niños hambrientos en ese momento. Por consiguiente, los niños japoneses de todo el país, incluso en comunidades rurales muy aisladas, empezaron a aprender a comer una dieta al estilo estadounidense con leche y carne a través del programa de almuerzo escolar del Gobierno. Las escuelas también comenzaron a enseñarles a los padres que crían a sus hijos a incluir alimentos de origen animal en sus comidas hechas en casa.
Las cosas cambiaron drásticamente en Japón después de la guerra debido a la fuerte influencia de los Estados Unidos, ya que KFC, McDonald’s, Burger King, Domino’s Pizza, Baskin Robbins (con sus 31 sabores de helado), Mr. Donut y otras numerosas cadenas estadounidenses de comida rápida abrieron sus restaurantes en cada esquina en las grandes ciudades de Japón. Ahora, los hábitos alimenticios de la generación más joven de Japón no son diferentes de los de los jóvenes de Estados Unidos. Peor aún es el hecho de que ahora los japoneses obtienen el doble de colesterol en los alimentos que los estadounidenses, y los niveles de colesterol promedio de las mujeres son incluso más altos que los de sus contrapartes estadounidenses.
Desde que el programa de almuerzo escolar comenzó en Japón, los niños han sido forzados a beber leche. Esto es obligatorio, a pesar de que más del 85 % de los japoneses tienen intolerancia a la lactosa. Como resultado, indudablemente, los jóvenes japoneses de hoy son más altos que antes de la guerra. Han crecido y madurado rápidamente al consumir mayores cantidades de hormonas de crecimiento y la grasa de los productos lácteos, la carne, el pollo y el aceite.
Están contentos porque han crecido tan grandes como los estadounidenses, pero lo pagan muy caro. El número de cánceres (de seno, próstata, colon y pulmón), así como las enfermedades cardiovasculares y la osteoporosis (fractura de cadera), han aumentado a tasas sin precedentes durante los últimos 50 años. Tantos estudios científicos han demostrado que estas condiciones están fuertemente vinculadas con el alto consumo de productos lácteos, así como con la carne. Desafortunadamente, el Gobierno japonés y casi todos los expertos en salud en Japón nunca le han dicho al público que cualquier país donde el consumo de comidas de origen animal es alto también tiene incidencias más altas de estos problemas de salud.
Para empeorar las cosas, insisten en darles leche y productos lácteos a los ancianos intolerantes a la lactosa en nombre de la “prevención de la osteoporosis”. El Gobierno y los funcionarios de la salud han estado enseñándole falsamente a la nación que la leche y los productos lácteos son las mejores fuentes de calcio y afirman que deberían consumir tres porciones al día, a pesar de que todos los animales en la naturaleza (incluyendo a los animales fuertes con grandes huesos) obtienen su calcio de las plantas después de ser destetados, y obtienen cantidades suficientes de manera fácil. ¡Los humanos pueden hacer lo mismo!
Lo creas o no, la industria de los productos lácteos en Japón ha adoptado la campaña de 3-A-Day (“Tres al día”, en español) de los Estados Unidos para promover sus productos. Cuando se trata de información sobre alimentación y salud, los japoneses han copiado todo de los Estados Unidos.
El aumento del consumo de productos lácteos ha afectado negativamente la salud de los japoneses en muchas más formas de las mencionadas anteriormente. A medida que aumenta el consumo de lácteos, la edad de la pubertad disminuye. La edad promedio de la menarquía de las niñas japonesas es ahora de 12 años de edad, tres años más jóvenes que a principios del siglo XX. Como el Dr. Campbell mencionó en su famoso libro El Estudio de China, la disminución de la edad de la menarquía indica un mayor riesgo de cáncer de seno en años posteriores. Para sorpresa de nadie, el cáncer de seno se ha vuelto muy prevalente en Japón ahora, afectando a una de cada 20 mujeres japonesas. Este número todavía parece bajo en comparación con una de cada ocho mujeres estadounidenses, pero, en las mujeres japonesas, el cáncer de seno solía ser extremadamente raro antes de la Segunda Guerra Mundial. Del mismo modo, el cáncer de próstata ha aumentado significativamente entre los hombres japoneses.
La dermatitis atópica, la diabetes tipo 1, el asma infantil, la infección del oído, la rinitis alérgica y la obesidad también se han convertido en una epidemia desde que los japoneses comenzaron a usar productos lácteos con regularidad. Esos padecimientos eran extremadamente raros antes.
Como lo muestra El Estudio de China, cuando el consumo de proteína y grasa de origen animal aumentan, los riesgos de cáncer, presión arterial alta, colesterol alto, enfermedades cardíacas, diabetes, enfermedad renal, osteoporosis y enfermedades autoinmunes también aumentan. Japón es un ejemplo típico de esto. En los últimos 55 años, el consumo de proteína de origen animal ha aumentado a más del doble y el consumo de grasas han aumentado a más del triple. El Gobierno y las autoridades sanitarias le están enseñando a la nación que la proteína de origen animal es de mayor calidad que la proteína de origen vegetal debido a su puntaje completo de aminoácidos, pese a que ahora sabemos que el cuerpo humano puede derivar todos los aminoácidos esenciales de la variedad natural de proteínas vegetales que están siempre disponibles para nosotros. Sin embargo, están presionando a todos a seguir una doctrina nutricional absoluta que está haciendo que la población esté más y más enferma.
Así puedes ver por qué Japón es un ejemplo clásico de la ley de “causa y efecto”. El pueblo japonés es la prueba viviente de la fuerte correlación entre el alto consumo de una dieta de origen animal, rica en grasa y las mencionadas “enfermedades de la riqueza”, prevalentes en los países occidentales.
Lamentablemente, en muchos países en vías desarrollo alrededor del mundo, la gente todavía no se ha dado cuenta de este hecho. Recientemente han comenzado a imitar la forma norteamericana de comer, al igual que Japón ha estado haciéndolo durante los últimos 60 años.
China también ha cometido el grave error de comenzar a seguir una dieta y un estilo de vida típicos de los estadounidenses. El Gobierno chino ha comenzado a hacer campaña para que la nación tome leche todos los días. Un anuncio de televisión muestra a un famoso medallista de oro olímpico chino bebiendo leche y dice que fue capaz de ganar la medalla de oro porque consumía leche todos los días. Esta es la versión china del anuncio del bigote de leche visto en los EE. UU.
El Estudio de China ilustra claramente que en la China rural, donde la gente vive con una alimentación casi totalmente basada en plantas, es muy raro encontrar obesidad, cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes y osteoporosis. Sin embargo, ahora las cosas están cambiando en China. El número creciente de niños obesos y los casos de cáncer de seno en grandes ciudades como Pekín y Shanghái se han convertido en un serio problema. Un estudio reciente estimó que la tasa actual de cáncer de seno (de uno a seis casos por cada diez mil) aumentará a más de un caso por mil (J. National Cancer Institute 2008; 100: 1352 – 60).
Quienes vivimos en países industrializados estamos en una posición perfecta para explicar los riesgos involucrados con una dieta de origen animal a las personas en los países en vías de desarrollo. Podemos enviar un mensaje al mundo de no adoptar la dieta americana estándar como opción alimenticia. Podemos decirles que no cometan los mismos errores que los estadounidenses o los japoneses han cometido durante el último medio siglo.
Nosotros, seres humanos, como Homo sapiens, podemos vivir espléndidamente con una alimentación basada en plantas. Nuestros cuerpos han sido desarrollados para vivir de los alimentos vegetales, y podemos mantenerlos en excelentes condiciones físicas y prevenir o superar enfermedades con alimentos vegetales.
Recuerda, si estás sufriendo de cualquier trastorno, puedes mejorar drásticamente tu calidad de vida con alimentos vegetales. Verás muchos testimonios sobre esto en el sitio de internet de la Fundación Campbell (Centro de Estudios en Nutrición de T. Colin Campbell), y este sitio valioso enviará mensajes poderosos a los verdaderos buscadores de la salud por todo el mundo, de que su salud está en sus manos. Puedes estar bien si decides vivir bien.
¡Tú puedes elegir tu salud!
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