P: ¿Puede una alimentación basada en plantas sin procesar ayudar con las alergias?
R: Las alergias han aumentado en prevalencia en la población general durante los últimos 20 años, y ha sido un tema de gran debate respecto a la causa de este enigma.
Mi respuesta no será completamente satisfactoria, pero puede ofrecer alguna esperanza. No estoy al tanto de ninguna investigación convincente que sugiera que cambiar a una alimentación basada en plantas puede tratar o mejorar las alergias ambientales de manera efectiva. Sin embargo, no descartaría el rol de la alimentación por completo. Permíteme explicarme:
Las alergias van de la mano con la congestión de los senos paranasales y los conductos nasales. Para aquellos con congestión crónica y problemas recurrentes de las vías respiratorias superiores, algunos de sus síntomas pueden verse intensificados por las alergias estacionales. La eliminación de los productos lácteos de las dietas de algunos pacientes ha llevado a mejoras en la congestión recurrente y la bronquitis, como es descrito en un documento publicado en el Journal of The American Medical Association (Revista de la Asociación Médica Estadounidense) en 1966[1]. Los investigadores escriben:
Recientemente, hemos descubierto cuatro niños cuya predisposición a las infecciones de las vías respiratorias recurrentes se alivió con el simple recurso de excluir de su alimentación la leche de vaca y los productos lácteos; cada niño tenía un padre con síntomas análogos, si no idénticos, que también fue completamente curado cuando la leche de vaca y los productos lácteos fueron excluidos de su alimentación. Creemos que este síndrome representa un problema relativamente común, que en general no se reconoce como tal.
Y, si bien es cierto que no todos los pacientes con congestión responderán a una alimentación libre de productos lácteos[2], parece una prueba razonable por varias razones.
Otros estudios abordan más directamente la cuestión de la alimentación y las alergias. Un estudio reciente en ratones[3] muestra que una alimentación alta en fibra creó diferencias significativas entre las bacterias intestinales, las células del sistema inmune y las reacciones alérgicas a los alimentos, en comparación con una alimentación baja en fibra. El consumo de mucha fibra mantiene felices a las bacterias saludables en el intestino, lo que a su vez ayuda a mantener el revestimiento del intestino feliz y saludable, que, de igual forma, puede reducir el riesgo de reacciones alérgicas a los alimentos. En mujeres embarazadas y sus bebés, tomar un suplemento probiótico que contenga bacterias intestinales potencialmente útiles (bifidobacteria) redujo el riesgo de eccema (un problema de la piel relacionado con alergias)[4]. Y en los niños con alergias a los maníes, la combinación de inmunoterapia oral con un probiótico dio como resultado un control de las alergias más duradero de lo que se esperaría[5].
Por lo tanto, parece estar surgiendo evidencia de que, especialmente para las alergias alimentarias, la alimentación puede jugar un papel al cambiar la salud de la comunidad bacteriana intestinal y cierta actividad relacionada con el sistema inmune. Pero no hay buena evidencia que conozca de que la alimentación puede alterar las alergias después de que se hayan desarrollado. Los estudios simplemente no se han hecho. No podemos decir que no hay ningún efecto de la nutrición, solo que no ha sido investigado por completo.
El Centro de Estudios en Nutrición de T. Colin Campbell tiene la suerte de contar con Michael Hollie, doctor en Medicina, en nuestra junta de directores. Él es un apasionado de la buena nutrición y es un médico practicante, certificado en asma, alergia e inmunología y es miembro de la American Academy of Allergy, Asthma and Immunology (Academia Estadounidense de Alergia, Asma e Inmunología) y el American College of Allergy, Asthma and Immunology (Colegio Estadounidense de Alergia, Asma e Inmunología). Le pregunté sobre su experiencia y lo que pensaba sobre el tema, y esto fue lo que dijo:
Mis observaciones estarían de acuerdo con el artículo del Journal of American Medical Association (Revista de la Asociación Médica Estadounidense, en español) de 1966, en el que muchos pacientes experimentan una mejoría significativa en sus síntomas respiratorios al eliminar los lácteos de su alimentación, independientemente de si sus síntomas provienen de factores alérgicos o no alérgicos. Animo a los pacientes a que eliminen los lácteos de su alimentación y los reemplacen con leche basada en plantas.
Cuando veo pacientes que se quejan de que ellos mismos o que sus hijos están “muy enfermos”, empiezo por evaluar su sensibilidad alérgica pero rápidamente paso a su estado nutricional. Una estrategia con alimentos basados en plantas sin procesar, eliminando las comidas procesadas estándar llenas de azúcar, aceite y sal, da como resultado un sistema inmune más fuerte y aumenta la capacidad del paciente para combatir los virus comunes a los que estamos expuestos diariamente.
Un estudio de 2001[6] mostró que el asma, la rinoconjuntivitis alérgica (síntomas nasales y de los ojos), la rinitis y el eccema mejoraban con más almidones, cereales de grano entero y vegetales. Estudios posteriores muestran que aumentar los antioxidantes en la alimentación con más frutas y vegetales (siete o más porciones al día) mejora significativamente el asma. Un estudio de 2017[7] (metaanálisis) reforzó este concepto, concluyendo que “el consumo de frutas y vegetales parece ser protector contra el asma”.
Las enfermedades alérgicas se caracterizan por la inflamación. Los antioxidantes combaten la inflamación. Si bien el volumen de estudios puede ser pequeño, la evidencia creciente apunta a una alimentación rica en antioxidantes (frutas, nueces, frijoles y vegetales) como útil para reducir los síntomas de las enfermedades alérgicas como la rinitis, el asma y el eccema.
Animo a mis pacientes a consumir más frutas, vegetales, frijoles, nueces y semillas, y a reducir o eliminar los productos de origen animal, especialmente los productos lácteos, para mejorar sus síntomas alérgicos, fortalecer su sistema inmunológico y mejorar su salud en general.
Michael C. Hollie, MD
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