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Centro de Estudios en Nutrición del Dr. T. Colin Campbell
¿Tu colon necesita una afinada? Una solución simple para tener una mejor salud intestinal

¿Sabías que los estadounidenses hacen 104 millones de visitas al médico cada año debido a una mala digestión? Los desórdenes intestinales inflamatorios, que incluyen la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, cuestan 1,7 mil millones de dólares cada año (Snyder, 2013), y los médicos escriben millones de recetas para combatir los síntomas relacionados.

Incluso si no tienes un trastorno intestinal grave, es probable que experimentes molestias digestivas ocasionales, como estreñimiento, hinchazón o gases. ¿Qué está pasando ahí y qué puedes hacer para detenerlo?

Un breve viaje a través de tu intestino

Cuando tu intestino no está funcionando como debería, ¡puede ser difícil ignorar el alboroto! Es posible que te preguntes qué le está sucediendo a la comida que comiste y por qué te está causando tantos problemas.

Después de masticar una comida, esta viaja por tu esófago hacia tu estómago, donde el poderoso ácido clorhídrico realiza un trabajo digestivo serio antes de que la mezcla pase al intestino delgado. La mayoría de los nutrientes son absorbidos cuando tu comida, ahora irreconocible, fluye más allá de un bosque de pequeñas proyecciones llamadas vellosidades. Luego, pasa a través de la válvula ileocecal, que se encuentra cerca de la cadera derecha, y en el ciego, donde comienza la mecánica del colon (Bauman, 2013).

Sigue por el colon ascendente a la derecha, a través del colon transverso debajo de la caja torácica y hacia el colon descendente a la izquierda. Esto te lleva a la forma distintiva en “S” del colon sigmoide, que abre el camino para que los desechos abandonen tu cuerpo (Lipski, 2012). Las secreciones de moco lubrican el interior de todo el tubo de cinco pies (1,5 metros) para mantener todo en movimiento. Pero antes de que tu comida llegue a su destino final, se encuentra con un variado elenco de personajes microscópicos.

Navegación sin problemas en el colon, gracias a las bacterias intestinales

Los hoyos en la superficie, por lo demás lisa, de tu colon absorben cerca del 80 % del fluido en el material de desecho, mientras que las bacterias útiles se ocupan de digerir cualquier partícula de alimentos restante.

Puede haber entre 300 y 1000 especies de microbios que se desarrollan en tu colon en cualquier momento dado (Gut flora, sin fecha). Cuando las condiciones son buenas, los ayudantes que trabajan duro como Lactobacillus, Bifidobacterium y Saccharomyces boulardii mantienen a raya a los patógenos. Estos microorganismos beneficiosos también trabajan para sintetizar muchas vitaminas B y vitamina K (Bauman, 2012).

Las paredes fuertes del colon se mantienen a través de la producción de ácidos grasos de cadena corta (AGCC) como el butirato, el principal combustible para las células del colon. ¡Cuando tus bacterias están en equilibrio, tu intestino se mantiene saludable! Es cuando las cosas se salen de control que comienzas a sentir incomodidad, y lo que comes hace toda la diferencia en qué tan bien tus bacterias intestinales pueden hacer su trabajo.

Cuidado con los signos de un colapso

Según el National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases (Instituto Nacional de la Diabetes y las Enfermedades Digestivas y del Riñón en español) (sin fecha), de 60 a 70 millones de personas en Estados Unidos se ven afectadas por algún tipo de trastorno digestivo. Todo esto cuesta tanto como 20 mil millones de dólares anuales en gastos “indirectos”, menor productividad y días de trabajo perdidos.

¿Qué hay en el corazón de todos estos intestinos en apuros? Disbiosis, un desequilibrio entre los microbios intestinales “buenos” y los “malos”, como Yersinia enterocolitica, Clostridium difficile y Klebsiella. Cuando estos invasores se desarrollan, tu intestino sufre. La mala alimentación, el estrés, la exposición a toxinas y medicamentos pueden desequilibrar y permitir que los microbios patógenos se queden a cargo.

Si padeces alguno de los siguientes síntomas, existe la posibilidad de que la disbiosis esté desempeñando un papel:

  • Candidiasis (sobrecrecimiento de la levadura cándida)
  • Estreñimiento
  • Diarrea
  • Síndrome del Intestino Irritable (SII): se puede manifestar con uno o ambos de los anteriores
  • Inflamación o gases incómodos después de las comidas
  • Alergias o intolerancias alimentarias inexplicables
  • Enfermedades autoinmunes

Entonces, ¿cómo puedes darle a tu colon la afinada que necesita? ¡La respuesta está en tu alimentación!

Dietas basadas en plantas: una receta para la salud del colon

Las bacterias y otros microorganismos que están en tu intestino grueso comen lo que comes. O, más exactamente, comen lo que no absorbes. Las dietas altas en productos de origen animal privan a los microbios intestinales de la fibra de la que les gusta alimentarse, dejándolos sin más remedio que comer el revestimiento mucoso que está destinado a proteger el interior del colon.

Por otro lado, los alimentos basados en plantas sin procesar están llenos de fibra y no se digieren en el estómago o el intestino delgado. En cambio, pasan al colon y las bacterias intestinales tienen un banquete. Los materiales duros que tu cuerpo no puede descomponer se convierten en todos los subproductos que tu intestino necesita para estar sano.

¿Cuáles son algunos de los mejores alimentos para mantener contentos a los residentes de colon?

  • Las proteínas no alergénicas, como los frijoles y las legumbres, ayudan a prevenir la disbiosis y el estreñimiento.
    • Evitar los alérgenos conocidos y potenciales es fundamental para prevenir nuevas alteraciones en un entorno intestinal ya irritado.
  • Las semillas de linaza proporcionan fibra y ayudan a lubricar el intestino (Lipski, 2012).
  • Los alimentos cultivados, incluyendo el miso y el chucrut, apoyan y reabastecen la flora intestinal, manteniendo el equilibrio del colon.
  • Las comidas ricas en almidón, como las alcachofas de Jerusalén, proporcionan fibra probiótica, que alimenta a las bacterias buenas y previene el crecimiento excesivo de patógenos.
    • Si no puedes encontrar las alcachofas de Jerusalén, puedes obtener muchos probióticos de otros alimentos como cebollas, ajo, hojas de diente de león y batatas.

Completa tu alimentación de salud intestinal con una variedad de vegetales frescos, tanto crudos como y cocidos, para obtener todos los nutrientes esenciales que tu cuerpo necesita. Agrega cereales de grano entero para aumentar la ingesta de fibra y magnesio para un tránsito y eliminación óptimos de los desechos. Mantente hidratado con agua para mantener las cosas en movimiento, sin problemas.

Adoptar un enfoque más saludable de tu alimentación puede resolver los problemas en tu colon que te causan angustia a diario. Los alimentos basados en plantas sin procesar distribuyen altas cantidades de fibra y fitonutrientes antiinflamatorios para crear un mejor ambiente para las bacterias intestinales que promueven la salud, y esas bacterias están más que felices de devolver el favor.

Referencias

  1. Snyder, K. (2013, June 8). What is the (shocking) cost of poor digestion to our society? [Blog post]. Retrieved from http://kimberlysnyder.com/blog/2013/06/08/how-much-does-poor-digestion-cost-our-society/
  2. Lipski, E. (2012). A voyage through the digestive system. Digestive Wellness (4th ed.). McGraw-Hill Bauman, E. (2013). NC102 Digestive Physiology. Foundations of Nutrition. Penngrove, CA: Bauman College
  3. Gut flora. (n.d.). Retrieved July 6, 2017 from Wikipedia: https://en.wikipedia.org/wiki/Gut_flora
  4. Digestive disease statistics. (n.d.). In National Institute of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases. Retrieved from https://www.niddk.nih.gov/health-information/health-statistics/digestive-diseases
  5. Bauman, E. (2012). NC102.2 Small intestine & large intestine [PowerPoint slides]. Retrieved from Bauman College: http://dashboard.baumancollege.org/pluginfile.php/2909/mod_resource/content/5/FON_Materials/102/Lecture/unzip102.2/index.html
  6. Lipski, E. (2012). The Colon or Large Intestine. Digestive Wellness (4th ed.). McGraw-Hill

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