El reciente informe del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que concluye que la carne procesada es carcinogénica, ha atraído una cascada de atención pública. Sospecho que la presión se había desarrollado hasta el punto en que el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer tuvo que decir algo sobre la comida en el desarrollo del cáncer. Pero, al hacerlo, tuvieron que usar pruebas científicas cuestionables y rociarlas abundantemente con advertencias para proteger sus intereses.
Sostengo que, si bien este informe ha provocado alguna discusión significativa, su mensaje no es lo que parece ser. Se alienta a los que no comen carne. Para ellos, una institución importante está afirmando finalmente, después de citar 800 informes de investigación sobre este tema, lo que estas personas han creído durante mucho tiempo. Y luego, en la otra esquina, los declarados consumidores de carne están afirmando que este nuevo mensaje es basura, como resultado de la selección sesgada de informes de investigación. Y así, la charla pública continúa… información científica insuficiente sale a la superficie para atraer la atención pública, que es probable que hoy esté aquí, pero que desaparecerá mañana. Declaro que ambos lados están patinando sobre un hielo muy delgado, con poca evidencia para apoyar sus posiciones. No mucho se ganó, no mucho se perdió. Un editorial del New York Times del 28 de octubre de 2015 titulado “La carne como causa del cáncer”[1] acepta que este informe de la OMS “proporciona pruebas convincentes de que la carne puede causar cáncer, pero el riesgo es muy pequeño para la mayoría”. Entonces ¿por qué toda esta algarabía, además del hecho de que vende noticias?
A pesar de pueda haber algún mérito en la divulgación de esta información, si este mérito es menor de lo que debería ser, es probable que la información tenga una vida corta y deje tras de sí una gran cantidad de confusión. El contexto científico mucho más importante del consumo de alimentos basados en plantas para mantener la salud y prevenir las enfermedades apenas si es mencionado. Este informe de la OMS se ocupa de trivialidades mientras desinfla su propio mensaje al mismo tiempo —y esto no es accidental—. Si bien la intención puede parecer mantenerlos felices a todos, en realidad terminan totalmente confundidos.
En el artículo del New York Times del 26 de octubre de 2015 Meat and Cancer: The W.H.O. Report and What You Need to Know [2], Catherine Saint Louis incluyó al menos tres comentarios que trivializan el impacto del informe de la OMS. Aunque estos comentarios pueden ser objetivos en sentido estricto, ignoran el contexto más amplio que aborda un mensaje mucho más importante, que afecta gravemente la salud humana.
En la sección de preguntas y respuestas sobre la carcinogenicidad del consumo de carne roja y carne procesada[3], la OMS añadió más comentarios que pudo considerar necesarios para el informe. En realidad, sostengo que los siguientes comentarios minimizaron sus principales hallazgos:
Ahí está —un montón de espacio de maniobra que demerita el mensaje principal del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de que las carnes procesadas son cancerígenas, o eso dicen— en sí, una porción muy delgada del mensaje más grande. Ahora, añaden el argumento contrario de que “la carne roja tiene valor nutricional”[5], un beneficio, de acuerdo con el director del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer, Christopher Wild. Sí, todos sabemos que la carne puede tener valor nutricional bajo ciertas condiciones (como cuando estamos muriéndonos de hambre), pero también es más importante reconocer que los alimentos basados en plantas sin procesar pueden proporcionar ese mismo “valor nutricional” a un costo mucho menor para nuestra salud.
Si llegara a esta discusión, totalmente imparcial, podría optar por cualquiera de los dos lados de la cuestión, dependiendo de mi preferencia por comer carne. Pero esto es solo si no reconocemos la gran historia. Si seguimos enfocándonos en la información reduccionista que puede ser trivializada, seguimos discutiendo sobre lo que en realidad no importa o sobre lo que no resulta en mejoras reales en la salud humana.
Este informe, una vez más, ilustra un problema persistente en las discusiones públicas sobre alimentación y la salud. ¡Falta el contexto! ¿Por qué nos preocupa el efecto relativamente menor de comer carne procesada en el cáncer colorrectal, y luego preguntarnos si esto es específico para este órgano y no para otros y si este alimento es específico para el cáncer, pero no para otras enfermedades? ¿Vamos a tener que averiguar qué enfermedad podría ser producida por cuál alimento para cada órgano antes de que nos sintamos cómodos con una declaración de consenso sobre la alimentación y la enfermedad en general? ¿Cuántas vidas terminarán prematuramente porque no estamos viendo el contexto más grande?
El contexto que falta en este informe es la alimentación sin procesar (whole diet en inglés), la salud completa (whole health en inglés), y la perspectiva completa del mecanismo (whole mechanism perspective en inglés). Lo llamo “holismo” (“wholism, with the w” en inglés). Es la Naturaleza, que puede ser ilustrada por los sistemas infinitamente complejos en cada una de las 10 a 100 billones de células de nuestro cuerpo. Funciona mejor que un reloj suizo. El ambiente intracelular y los eventos en la célula representan una hermosa orquestación que representa a la Naturaleza en su mejor momento.
Las conclusiones de este informe encuentran las causas de un tipo de cáncer que implica un tipo de alimento. Esto opera a través de un mecanismo clave que determina la velocidad más lenta (rate limiting mechanism)—una secuencia causal que también infiere que cada una de estas entidades está actuando independientemente—. Este tipo de lógica lineal acecha en todas partes, y causa una increíble confusión pública sobre la nutrición. Por otra parte, cuando la nutrición se entiende “holísticamente” (wholistically en inglés) y sin adorar la proteína de origen animal llamada “de alta calidad”, una buena nutrición puede restaurar profundamente la salud y prevenir enfermedades. Hacer énfasis en la proteína de origen animal distorsiona seriamente nuestra comprensión del efecto total de la alimentación sobre la salud. Perdemos la perspectiva de los efectos directos del consumo de proteínas de origen animal y en los efectos indirectos resultantes de comer alimentos de origen animal en lugar de alimentos basados en plantas sin procesar que restauran la salud y previenen la enfermedad.
Este nuevo informe de la OMS es del mismo tipo que el reciente informe preliminar de las Guías Alimentarias para los Estadounidenses publicado al comienzo del año 2015. Mi reacción fue la misma para ese informe que fue publicado en la primavera de 2015 en The Hill, un blog del Congreso estadounidense[6] y mi comentario completo fue enviado al Comité Asesor de Guías Alimentarias y publicado aquí. Soy consciente continuamente de los intereses especiales de la industria de los alimentos, farmacéuticos y la práctica médica, que tienen una tendencia y los recursos para amortiguar las voces que cuestionan esos intereses.
La conversación se ha alejado del efecto más importante, a saber, el control nutricional del cáncer. Esta postura también ignora la evidencia convincente de que obtenemos todo el “valor nutricional” que necesitamos de la alimentación basada en plantas sin procesar.
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