El cáncer de seno es claramente una enfermedad aterradora. De cada nueve mujeres en Estados Unidos, por lo menos una caerá víctima de sus estragos. A pesar de la investigación masiva y la inmensa financiación, los científicos suelen estar en desacuerdo respecto a sus posibles causas.
En el centro de la confusión y la controversia está el papel que juega una dieta alta en grasas. Por un lado, investigaciones extensas de laboratorio y estudios epidemiológicos en humanos a menudo vinculan dietas ricas en grasas a tasas más altas de cáncer de seno. Por otro lado, varios estudios médicos destacados han mostrado poca o ninguna relación entre la ingesta de grasa y el cáncer de seno. A falta de pruebas concluyentes, la mayoría de los expertos en nutrición van a la segura al sugerir que la forma más efectiva de reducir el cáncer de seno es reduciendo el consumo total de grasa.
Lo que hemos encontrado en el Proyecto China es que esta recomendación no es suficiente. El hecho de que las tasas de cáncer de seno significativamente más bajas existan en toda China no simplemente se debe a la alimentación baja en grasa, sino también a que la alimentación está, en gran parte, basada en plantas.
En nuestra encuesta encontramos que las niñas que consumían una alimentación que era limitada en alimentos de origen vegetal y sin embargo era alta en alimentos de origen animal —los cuales aumentaban las tasas de crecimiento— llegaban a la menarquia a una edad temprana. Cuando a las niñas se lleva a tener la menarquia temprano por medio de lo que comen, sus niveles sanguíneos de estrógeno y ciertas otras hormonas alcanzan niveles inusualmente altos. Estos niveles seguirán siendo altos, siempre y cuando no se realice ningún cambio alimentario. ¿Cuál es el problema? Se sabe que niveles más altos de hormonas femeninas se asocian con un mayor riesgo de cáncer de seno.
Por otra parte, la alimentación baja en grasas y rica en plantas retarda el inicio de la menstruación y disminuye los niveles circulantes de la hormona. Se ha demostrado que tanto la grasa como la proteína de origen animal, aumentan los niveles de hormonas femeninas, mientras que la fibra de los alimentos disminuye estos niveles. El mensaje más importante de estos estudios no es que la ingesta baja de grasas por si sola reduce el riesgo de cáncer, sino que un gran número de factores en la alimentación basada en plantas se combinan para reducir la enfermedad. Y muy probablemente esta es la razón, no solo de la confusión sobre el cáncer de seno, sino también del por qué el eliminar solo pequeñas cantidades de grasa en una dieta de origen animal no reducirá significativamente esta grave enfermedad.
¿Qué tal esto como un beneficio secundario de una alimentación basada en plantas? Una edad más tardía en la primera menstruación podría aportar a tener considerablemente menos embarazos en adolescentes, que actualmente se estiman en más de un millón por año en los EE. UU., una cifra equivalente a toda la población de San Diego, California.
Si vamos a reducir el riesgo de cáncer de seno de nuestra nación, necesitamos un enfoque nutricional mucho más agresivo. En nuestro consejo sobre la reducción de la grasa en la alimentación, debemos fomentar una alimentación basada en plantas.
Inicia a tus hijos a una edad temprana en una alimentación rica en frutas, vegetales y productos de cereales de grano entero. ¡Y comienza tú mismo el cambio a una alimentación basada en plantas!
Marshall, J. R., Yinsheng, Q., Junshi, C., Parpia, B., Campbell, T. C., “Additional Ecological Evidence: Lipids and Breast Cancer Mortality Among Women Aged 55 and Over in China,” European Journal of Cancer, Vol. 28A, No. 10, pp 1720-1727, 1992.
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