Cáncer —la palabra, de hecho, proviene del griego karkinos, una palabra usada para describir los tumores de carcinoma por el famoso médico Hipócrates (460-370 A.C.)[1] —. El cáncer es, probablemente, el diagnóstico más aterrador que alguien pueda recibir por parte de su médico. También es la segunda causa principal de muerte en los Estados Unidos y en el mundo después de las enfermedades cardiovasculares[1][2]. La mayoría de las personas temen el cáncer más que cualquier otra enfermedad.
Sin embargo, el cáncer no tiene por qué ocurrir, al menos no en la mayoría de los escenarios. Sabemos a ciencia cierta, debido al trabajo del científico nutricional, T. Colin Campbell, que el cáncer es ampliamente prevenible, tal y como se abordó en su libro, El Estudio de China[3]. Salvo pocas excepciones, el cáncer se debe a la rica dieta occidental y no a nuestros genes, afirma Campbell.
Entonces, ¿por qué todo el mundo automáticamente recorre a la cirugía, quimioterapia y radiación para combatir el cáncer cuando la comida es el principal enemigo? Comúnmente, los pacientes no suelen expresar dudas cuando sus doctores les dan solo estas formas de tratamientos convencionales para curar su cáncer. ¿No deberíamos pensar fuera de los parámetros de la medicina moderna cuando se trata de cáncer, especialmente al considerar los horribles efectos secundarios y escasos resultados de los tratamientos del siglo XXI? O, al menos, ¿no deberíamos estar implementando un cambio considerable de alimentación y estilo de vida en conjunto con intervenciones médicas modernas cuando se enfrenta el cáncer?
Estas son preguntas de miles de millones de dólares —literalmente—, ¡ya que se proyecta que Estados Unidos gaste 173 miles de millones de dólares anualmente en el tratamiento del cáncer para el año 2020![4]
Ciertamente no tengo las respuestas para cada situación que involucra el cáncer (nadie las tiene), pero haré lo mejor en este artículo con el fin de darte ideas para reflexionar respecto al tratamiento del cáncer.
[Nota – Para que quede constancia, soy un farmacéutico clínico hospitalario, educado y rodeado por lo mejor que la medicina tiene por ofrecer. Veo la disección en cirugía, el bombardeo de la radiación, y la administración de quimioterapia todo el tiempo en mi línea de trabajo. Pensé que tendría que haber más opciones para aquellos que enfrentan esta enfermedad de vida o muerte llamada cáncer. ¿Será que mi educación y entrenamiento me hicieron perder de algo crítico? Lo que he aprendido es que no hay una solución perfecta, no todos los individuos son creados iguales, y no todos los cánceres son considerados iguales. Es importante que hagas tu tarea si enfrentas esta enfermedad mortal].
Los cánceres de seno, próstata y colon son tres de los más comunes en Norteamérica. Mientras que los datos son profundos cuando se trata de tratamientos médicos modernos (cirugía, radiación, quimioterapia, etc.) usados para estos cánceres, la investigación de alta calidad para consolidar la efectividad de una alimentación basada en plantas sin procesar (WFPB, por sus siglas en inglés) como una opción superior a las anteriores es casi inexistente.
De hecho, según tengo entendido, solo el cáncer de próstata tiene estudios de intervención controlados (el estándar de oro en determinar prácticas médicas basadas en la evidencia) para evaluar si una alimentación basada en plantas sin procesar debería o no ser el estándar para el tratamiento de cualquier tipo de cáncer. Incluso así, estos estudios de intervención midieron los indicadores sanguíneos como el resultado final y no la morbilidad y mortalidad (discapacidad y mortalidad) debido al cáncer de próstata. Este es el equivalente de medir la caída en el nivel de colesterol de una persona después de haber tomado un medicamento con estatina, sin preocuparse por la tasa de ataques cardíacos y muertes si no se hubieran consumido las estatinas. Lo último es lo más importante en una perspectiva global de las cosas. La gente se preocupa por volverse discapacitada y morir más de lo que se preocupan por su nivel de colesterol.
No obstante, los estudios disponibles sobre nutrición y cáncer son aún valiosos por sí mismos, pero sería genial tener algún día estudios que utilicen una alimentación basada en plantas sin procesar como la única opción en el tratamiento de diferentes tipos de cáncer versus la terapia médica moderna.
Se estima que aproximadamente 2,7 millones de hombres vivían con cáncer de próstata en los Estados Unidos en 2011[5]. Para la época del diagnóstico, se reportó que el 81 % de esos hombres tenían cáncer de próstata localizado (limitado solo a la glándula prostática), 12 % tenían un cáncer que se había propagado a los ganglios linfáticos, al 4 % el cáncer les había hecho metástasis a otros órganos en el cuerpo y el 3 % no tenía clasificado su estadío.
Las opciones de tratamiento habituales incluyen espera vigilante, cirugía, radiación, terapia hormonal y quimioterapia. El solo tratamiento alimenticio se considera atípico y no es practicado por la mayoría de los médicos. Abordaré ampliamente información disponible sobre la terapia en pacientes con riesgo bajo (por ejemplo, con cáncer de próstata localizado), dado que la mayoría de los hombres pertenecen a esta categoría.
Un artículo de Annals of Oncology (Anales de la oncología, en español) de 2010 examinó varias opciones de tratamiento para el cáncer de próstata de bajo riesgo en hombres, incluyendo la vigilancia activa (espera vigilante), la prostatectomía radical (extirpación de la glándula prostática por cirugía) y la terapia de radiación[6]. Los autores afirman: “La supervivencia específica del cáncer de próstata a 10 años se acerca al 100 % para cada opción de manejo, incluyendo la vigilancia activa para grupos seleccionados de pacientes”. En otras palabras, todas las formas de tratamientos llevan a los mismos resultados, incluso cuando no hacen nada (por ejemplo, en la espera vigilante).
El estudio continuó diciendo que para el grupo de riesgo intermedio “el riesgo actuarial de muerte por cáncer de próstata a 12 años fue de 12,5 % para cirugía en comparación con 17,9% para la espera vigilante. Dicho de otra manera, el número necesario para tratar (NNT) para evitar una muerte por cáncer de próstata fue de 18,5. Esto significa que, en promedio, un poco más de 18 hombres tuvieron que ser tratados para que un hombre evitara la muerte debido al cáncer de próstata. Este impacto benéfico de la cirugía en la mortalidad por cáncer de próstata se limitó a hombres de 65 años o menos. La prostatectomía radical aumentó la tasa de disfunción eréctil (DE) en un 35 % y la fuga urinaria (incontinencia) en un 28 %, en comparación con la espera vigilante”.
Para aclarar los resultados anteriores, los hombres que se sometieron a la cirugía experimentaron una reducción absoluta del riesgo del 5,4 % para evitar la muerte después de un periodo de 12 años en comparación con los hombres que no hicieron nada. Con este pequeño incremento en la reducción del riesgo, aproximadamente de un cuarto a un tercio de los hombres experimentaron los efectos secundarios indeseados y permanentes de la DE y la incontinencia urinaria.
Otro tratamiento común para el cáncer de próstata es la terapia hormonal, también conocida como terapia de deprivación androgénica (TDA), mediante la cual se administra un medicamento como Zoladex (goserelina) o Lupron (leuprolida) para disminuir los niveles de testosterona en el cuerpo. Estos medicamentos también se consideran como quimioterapia o agentes antineoplásicos. En teoría, bajar la testosterona tiene sentido porque los niveles elevados de testosterona en los hombres generalmente van de la mano con el riesgo de cáncer de próstata. Sin embargo, depende de tu grupo de riesgo si estos agentes están indicados o no en el cáncer de próstata.
Un artículo en la Journal of the American Medical Association (Revista de la Asociación Médica Estadounidense, en español) en 2008 analizó el uso de la TDA en 19 271 hombres con cáncer de próstata localizado. Los investigadores encontraron que la tasa de supervivencia a 10 años en los hombres tratados con la medicación era en realidad peor que la tasa para aquellos que practican la espera vigilante[7]. La TDA solo se recomienda en hombres con enfermedad avanzada o de alto riesgo, como aquellos en los que el cáncer se ha diseminado a los ganglios linfáticos o más allá[8].
La terapia TDA tampoco está exenta de efectos secundarios. Entre los posibles efectos adversos se encuentran los cambios en los perfiles lipídicos séricos, un mayor riesgo de resistencia a la insulina y un mayor riesgo de enfermedad arterial coronaria[8]. Además, entre el 27 % y el 49 % de los hombres desarrollarán disfunción eréctil mientras tomen estos medicamentos[9]. Está claro que, si eres un candidato masculino para la terapia TDA, debes considerar estos riesgos, junto con los posibles beneficios, en tu proceso de toma de decisiones al hablar con tu médico sobre tu cáncer de próstata.
Dean Ornish, MD, publicó por primera vez sus estudios sobre detener y potencialmente revertir el cáncer de próstata con una alimentación basada en plantas sin procesar en 2005 en la Journal of Urology (Revista de urología, en español)[10]. En su estudio, Ornish tomó 93 pacientes masculinos con cáncer de próstata de bajo grado, confirmado con biopsia y los aleatorizó en un grupo experimental (alimentación basada en plantas sin procesar) de 44 hombres y un grupo de control (dieta occidental) de 49 hombres. La alimentación basada en plantas sin procesar consistía en frutas, vegetales, legumbres, cereales de grano entero y nueces / semillas. En el grupo con una alimentación basada en plantas no se permitían comidas de origen animal. Se tomó un marcador de sangre llamado nivel de antígeno prostático específico (APE) al inicio del estudio y a un año.
Ninguno de los hombres del grupo con una alimentación basada en plantas requirió ningún tratamiento médico convencional adicional para el cáncer de próstata.
(Los niveles de APE por debajo de 4 ng / ml se consideran normales, lo que significa que no hay cáncer de próstata en los hombres. Sin embargo, la prueba de APE ha sido cuestionada por su precisión. Se estima que el riesgo de sobrediagnóstico en el cáncer de próstata en hombres es de entre 5 % y 44,9 % para aquellos de 50 a 69 años que usan esta prueba[11]. Sin embargo, la prueba de APE sigue siendo uno de los mejores indicadores no invasivos que tenemos para diagnosticar el cáncer de próstata. A mayor nivel de APE, mayor es el riesgo de cáncer de próstata. Los niveles de APE entre 4 y 10 ng / ml suelen indicar cánceres de próstata de bajo grado. La biopsia de la próstata se solicita si los niveles de APE están elevados y luego se usan para confirmar el diagnóstico de cáncer de próstata).
Volviendo al estudio de Ornish, los resultados de los niveles de PSA de los pacientes al inicio y a un año del estudio se muestran aquí para ambos grupos alimenticios:
El cáncer de próstata en el grupo experimental con una alimentación basada en plantas sin procesar revirtió el curso, mientras que aquellos con sus dietas regulares vieron un empeoramiento de su enfermedad. Además, ninguno de los hombres del grupo con una alimentación basada en plantas requirió ningún tratamiento médico convencional adicional para el cáncer de próstata. Sin embargo, seis hombres en el grupo de control recibieron un tratamiento adicional debido al aumento de los niveles de APE.
Los efectos secundarios de la alimentación basada en plantas fueron todos positivos e incluyeron una disminución en los niveles de colesterol total y LDL, junto con un promedio de pérdida de peso de 10 libras (4,5 kg) en los hombres. No se reportó disfunción eréctil o incontinencia urinaria con el cambio a una alimentación saludable basada en plantas.
Estos resultados se confirmaron en otro estudio publicado en 2006 por Saxe y otros[12]. Los investigadores hallaron una reducción en los niveles de APE o una disminución en la tasa de aumento de APE en los hombres que adoptaron una alimentación basada en plantas durante un periodo de seis meses.
Se calcula que 2,9 millones de mujeres vivían con cáncer de seno en 2011[5]. En el momento del diagnóstico, se reportó que el 61 % de las mujeres tenía cáncer de seno localizado (limitado solo al tejido mamario), el 32 % tenía cáncer que se había diseminado a los ganglios linfáticos, el 5 % tenía cáncer metastásico y el 2 % de los casos no estaba clasificado.
Si bien me estoy enfocando en las opciones de tratamiento para el cáncer de seno en este artículo, el diagnóstico de la enfermedad es una historia en sí misma. Consulta mi artículo aquí para obtener más información sobre los exámenes de mamografía anuales y qué beneficios pueden tener o no para las mujeres: The Business of Breast Cancer Awareness Month (And How To Prevent Breast Cancer In The First Place) —El negocio sobre el mes de la concientización respecto al cáncer de seno (y cómo prevenir el cáncer de seno, en primer lugar), en español—.
Dos de los tratamientos más comunes para el cáncer de seno incluyen quimioterapia —específicamente, agentes como la antraciclina (Adriamicina) y el taxano (Taxol)— y terapia hormonal con un medicamento como el tamoxifeno (ejerce un efecto antiestrogénico en el tejido mamario). El tamoxifeno generalmente sigue a la quimioterapia, durante un período de cinco años.
A continuación, se presentan las tasas de éxito de los agentes taxano y antraciclina para las tasas de recurrencia del cáncer de seno a cinco y diez años y las tasas de supervivencia en el tratamiento del cáncer de seno. Por lo general, esto es lo que más les preocupa a las víctimas de cáncer de seno: la muerte o el retorno de su cáncer de seno. Las estadísticas se presentan en términos de reducción de riesgo absoluto[13][14].
Taxano + Antraciclina vs. el agente Antraciclina solo
El agente Antraciclina solo versus Ninguna quimioterapia
Para la terapia con tamoxifeno, se enumeran a continuación las tasas de éxito a cinco años de los casos positivos para receptores de hormonas de cáncer de seno en mujeres. En los casos de cáncer de seno con receptores hormonales negativos, el tamoxifeno tiene poco o ningún efecto sobre la recurrencia y las tasas de mortalidad. Una vez más, los resultados se informan en términos de reducción absoluta del riesgo[15].
Tamoxifeno versus Ningún tratamiento
Ahora que has visto los beneficios de tomar los medicamentos mencionados, demos un vistazo a los riesgos potenciales de experimentar los efectos secundarios de estos medicamentos[16][17][18].
Taxanos (Taxol)
Neutropenia (78 – 100 %)
Alopecia (55 – 96 %)
Anemia (47 – 96 %)
Artralgia / mialgia (93 %)
Diarrea (90 %)
Leucopenia (90 %)
Náuseas / vómitos (9 – 88 %)
Infecciones oportunistas (76 %)
Neuropatía periférica (42 – 79 %)
Trombocitopenia (4 – 68 %)
Mucositis (5 – 45 %)
Hipersensibilidad (2 – 45 %)
Insuficiencia renal (34 %)
Hipotensión (17 %)
Bradicardia (3 %)
Antraciclinas (doxorubicina)
Neutropenia (52 %)
Anemia (52 %)
Leucopenia (42 %)
Prurito (37 %)
Náuseas (37 %)
Estomatitis (37 %)
Fatiga (33 %)
Insuficiencia cardiaca congestiva (30 %)
Trombocitopenia (24 %)
Vómitos (22 %)
Erupción (21 %)
Alopecia (15 %)
Anorexia (12 %)
Estreñimiento (12 %)
Diarrea (10 %)
Cardiomiopatía (0,5 – 9 %)
Tamoxifeno
Bochornos (64 %)
Secreción vaginal (30 %)
Amenorrea (16 %)
Cambios menstruales (13 %)
Oligomenorrea (9 %)
Cataratas (8 %)
Dolor en los huesos (6 %)
Náusea (5 %)
Tos (4 %)
Edema (4 %)
Fatiga (4 %)
Dolor musculoesquelético (3 %)
Quiste ovárico (3 %)
Depresión (2 %)
Calambres abdominales (1 %)
Anorexia (1 %)
Como se mencionó anteriormente en este artículo, no tengo conocimiento de ningún estudio de intervención controlado sobre el uso de una alimentación 100 % basada en plantas sin procesar en el tratamiento del cáncer de seno en el que se informaron datos de recurrencia y mortalidad por cáncer de seno. Esto, una vez más, sería el estándar de oro en términos de evidencia que proporciona la mayor calidad de datos que se pueden obtener.
Sin embargo, John McDougall, MD, realizó un estudio de intervención controlado en 1984 utilizando una alimentación basada en plantas, baja en grasa y centrada en almidones en un pequeño grupo de mujeres posmenopáusicas a las que previamente se les había diagnosticado cáncer de seno. McDougall descubrió que los marcadores específicos (obesidad, niveles altos de colesterol, niveles altos de estrógeno y niveles altos de prolactina) comúnmente asociados con un peor pronóstico en el cáncer de seno se redujeron después de un período de tres meses con su alimentación 100 % basada en plantas, centrada en almidón[19]. Si bien esta información es valiosa, todavía necesitamos información a largo plazo sobre los datos de recurrencia y mortalidad en el cáncer de seno con una alimentación basada en plantas sin procesar.
Dicho esto, hay varios estudios poblacionales y de cohorte prospectivos que han observado una correlación del efecto de varias dietas sobre el cáncer de seno.
Numerosos estudios muestran que una dieta occidental rica en grasas se asocia con mayores incidencias de cáncer de seno[20][21]. Estos estudios muestran una relación definitiva entre los patrones alimenticios poco saludables que contienen las comidas con mayor contenido de grasas (comidas procesadas, carne, lácteos y grasa animal) y el cáncer de seno. Información como esta debe hacer sonar alarmas para cualquier mujer que quiera evitar el cáncer de seno. Sin duda, es un caso de “mejor prevenir que lamentar” cuando se trata de eliminar comidas como carne, pollo, cerdo, pescado, lácteos, huevos y comidas procesadas con la esperanza de evitar el cáncer de seno.
A pesar de que los ensayos de intervención controlados prácticamente no existen para una alimentación basada en plantas sin procesar baja en grasas sobre el riesgo de cáncer de seno, existen algunos ensayos de intervención controlados aleatorios que analizan una alimentación baja en grasa y el riesgo de recurrencia del cáncer de seno y las tasas de mortalidad entre los pacientes con cáncer de seno. Un metaanálisis publicado en 2014 analizó dos de estos estudios[22]. Los dos estudios probaron una alimentación baja en grasa (aproximadamente 20 – 22 % de calorías provenientes de la grasa) que incluía tanto alimentos de origen vegetal como comidas de origen animal. Esto está muy lejos del 8 % de calorías de grasa en la alimentación que McDougall probó en 1984. Sin embargo, en estos estudios hubo una reducción del 23 % (estadísticamente significativa) en promedio en las tasas de recurrencia del cáncer de seno y una reducción del 17 % (estadísticamente no significativa) en promedio en la mortalidad por todas las causas en pacientes con cáncer de seno.
Otro estudio prospectivo de cohorte publicado en 2013 siguió a 91 779 mujeres a las que nunca se les había diagnosticado cáncer de seno durante un período de 14 años[23]. Los investigadores analizaron los patrones de ingesta alimenticia y las tasas de incidencia de cáncer de seno. El patrón basado en plantas (alto consumo de frutas y vegetales) se asoció con una reducción en el riesgo de cáncer de seno, mientras que el patrón de ensalada y vino (alto consumo de ensalada, aderezo bajo en grasa, pescado, vino, café y té) fue asociado con un aumento en el riesgo de cáncer de seno. Si bien todos los patrones alimenticios analizados incluían tanto alimentos vegetales y como comidas de origen animal en sus respectivos grupos, cada patrón particular consistía en una cantidad significativamente mayor de las comidas enumeradas entre paréntesis. Si bien este no es el estudio perfectamente diseñado para probar la causa y el efecto directo de una alimentación basada en plantas sin procesar en el cáncer de seno, brinda otra valiosa lección que nos muestra cómo los alimentos basados en plantas, sin procesar y sin refinar protegen contra esta terrible enfermedad.
El cáncer es una enfermedad aterradora. El sufrimiento que padecen los pacientes de cáncer durante el transcurso de su enfermedad a menudo incita al miedo no solo en quienes padecen cáncer, sino también en quienes miramos desde afuera. Si bien ningún cáncer es creado de la misma manera, ciertamente hemos logrado grandes avances para comprender mejor la enfermedad. Sin embargo, tenemos un largo camino por recorrer para encontrar la “cura”, cada vez más difícil de alcanzar.
Los tratamientos convencionales como la quimioterapia, la radiación y la cirugía tienen sus propios desafíos en el tratamiento de esta enfermedad, especialmente en términos de efectos secundarios. Siempre he sostenido que nuestra mejor opción es prevenir el cáncer, en primer lugar, adoptando hábitos de alimentación y estilo de vida saludables para evitar los eventos médicos que siguen. Podemos usar estas mismas estrategias de prevención también en el tratamiento del cáncer, y deberíamos hacerlo. El cáncer de próstata es un brillante ejemplo de esto.
Se debería implementar una alimentación basada en plantas sin procesar que promueva la salud y que combata el cáncer en todos los pacientes con cáncer, independientemente de si el paciente elige someterse a las opciones de tratamiento convencionales o no. No hay riesgos adicionales al hacerlo, y solo posibles ventajas en la forma de riesgos reducidos para varios tipos de cáncer[[24].
Si te encuentras enfrentando el cáncer, hagas lo que hagas, asegúrate de realizar el debido proceso al explorar todas tus opciones de tratamiento para combatir esta enfermedad mortal. Después de todo, el conocimiento es poder y necesitarás todo el conocimiento del mundo para ayudarte a superar una enfermedad como el cáncer.
¡Mucha suerte en tu trayecto de lucha contra el cáncer! Que la vida te bendiga con abundancia de salud y felicidad.
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