Como experimento mental, supongamos que 100 personas que actualmente siguen la dieta estadounidense estándar cambian a una alimentación totalmente basada en plantas. Sabemos que este cambio tendría un impacto medioambiental, pero ¿cuál sería? Además, ¿cuál es la mejor forma de comunicar el potencial de una transición de este tipo para demostrar el impacto que tendrían estas decisiones en el medio ambiente?
Aunque los científicos han estado debatiendo activamente cuánto contribuye el ganado al cambio climático y a la degradación del medio ambiente en términos de equivalentes de dióxido de carbono, he descubierto que es mucho más fácil visualizar y relacionar con las personas estos temas en términos de necesidades de uso de la tierra. No solo es más fácil de comprender, sino que la gente puede sentir la crisis más personalmente cuando se ponen al descubierto las ineficiencias del uso de la tierra.
Uno de los temas más debatidos a la hora de contabilizar las acciones humanas que impulsan el cambio climático está relacionado a la producción ganadera. Las estimaciones varían enormemente, desde el 11.1 % hasta el 51 % de las emisiones totales. Se trata de un abanico enorme: 6.19 mil millones de toneladas métricas frente al equivalente de 32,564 millones de toneladas de CO2 liberadas anualmente. Las diferencias se deben a variaciones simples y complejas en la forma de contabilizar los equivalentes de dióxido de carbono, y esta indeterminación confunde a la gente, lo cual probablemente sea el objetivo.
Pero, ¿qué se pierde al comunicar problemas de ese modo al público en general? ¿Es fácil visualizar o comparar 6.19 mil millones de toneladas métricas con 32,564 millones de toneladas métricas? ¿Qué se supone que debemos hacer con esta información y cómo podemos trasladar estas cifras a la realidad del cambio climático y a la degradación medioambiental? Al comunicar estos temas críticos de forma tan abstracta, ¿podemos comprender plenamente el impacto que estamos teniendo en el medio ambiente? Las encuestas muestran que, aunque la mayoría de los adultos estadounidenses creen en la realidad del cambio climático, existe una confusión general sobre las causas y las consecuencias del cambio causado por los humanos. Aunque la imagen del cambio climático que ofrecen los medios de comunicación ha contribuido sin duda a esta confusión, hay evidencia que sugiere que no estamos comunicando y educando bien sobre el impacto que nuestras acciones tienen en el clima y de que serán necesarios nuevos modelos mentales para abordar tanto las ideas erróneas más comunes sobre estas causas como los cambios que se avecinan respecto a cómo afectamos al medio ambiente.[1]
En lugar de comunicar los equivalentes de CO2 como si pudiéramos comprender y apreciar plenamente lo que 32,564 millones de toneladas métricas de CO2 pueden hacer al medio ambiente, ¿no ayudaría tener una forma más tangible de comunicar las repercusiones medioambientales de nuestras decisiones alimentarias? Si pudiéramos transmitir estas cuestiones críticas de forma que conectaran mejor con la gente, ¿provocaríamos un cambio más sustancial?
Si hablamos del impacto que tiene la ganadería sobre el medioambiente en términos de cambios en el uso de la tierra, podemos relacionar mejor la producción ganadera con un sinfín de temas importantes. Por ejemplo, podemos ver las ineficiencias de la producción ganadera reflejadas en el experimento mental anterior, en que la ganadería representa el 77 % de toda la superficie agrícola, mientras que solo produce el 18 % de la ingesta calórica mundia.[2] Además, podemos extrapolar que estas ineficiencias están conduciendo a una extinción masiva a escalas calamitosas: con el 90 % del hábitat perdido, se espera que se extinga el 50 % de todas las especies animales.[3] Esto significa que la producción ganadera, ya que es el mayor contribuyente individual a los cambios en el uso de la tierra a nivel mundial, ha tenido un impacto desproporcionado en la crisis de la biodiversidad, impulsando la sexta extinción masiva. Las Naciones Unidas reconocen que nuestro sistema alimentario es el principal impulsor de la pérdida de biodiversidad, ya que la agricultura por sí sola amenaza al 86 % de las especies en peligro de extinción y, por esa razón, abogan por más sistemas basados en plantas para revertir estos cambios.[4]
Si pensamos en estas polémicas desde el punto de vista de los cambios en el uso de la tierra, también podemos evitar las dificultades habituales que surgen al hacer hincapié en los equivalentes de CO2. Por ejemplo, hay estudios que demuestran que las prácticas holísticas de pastoreo pueden reducir las emisiones de CO2 relacionadas con la producción ganadera hasta en un 66 %.[5] Si pensamos estrictamente en el CO2, esta parecería la vía clara para reducir nuestra huella medioambiental. Sin embargo, cuando también tomamos en cuenta los requisitos de uso de la tierra, descubrimos que esta “solución” tiene efectos secundarios. El mismo estudio demostró que estos sistemas holísticos de pastoreo requerían 2.5 veces más tierra para ser igual de productivos y, por tanto, impulsarían la pérdida de hábitats y la extinción masiva. La reducción de las emisiones de carbono no debe producirse a costa del hábitat y la biodiversidad.
La agricultura es una de las fuerzas más destructivas que el ser humano ha desencadenado en el planeta. Ha provocado un cambio climático descontrolado, cambios en el uso de la tierra que alimentan la mayor parte de la deforestación y la pérdida de humedales o pantanos en todo el mundo, la degradación del suelo y la sexta extinción masiva en la historia de la Tierra. Debido a este catastrófico impacto medioambiental, las soluciones basadas en la alimentación son algunas de las más influyentes para revertir el cambio climático, la pérdida de hábitats y la extinción masiva. Los sistemas alimentarios basados en plantas pueden alimentar a las crecientes poblaciones del mundo y, al mismo tiempo, conservar la mayor parte de la tierra que hoy se destina a la agricultura, revirtiendo así las tendencias de extinción masiva y degradación medioambiental. Comunicar estos temas en términos de “millones de toneladas métricas equivalentes de CO2” no es la solución. Debemos buscar términos más comprensibles, que el público pueda ver fácilmente y con los que pueda sentir empatía.
Referencias para los infográficos
Kuck, Gretchen, and Gary Schnitkey. 2021. “An Overview of Meat Consumption in the United States.” farmdoc daily. https://farmdocdaily.illinois.edu/2021/05/an-overview-of-meat-consumption-in-the-united-states.html.
Adams, Rachel. 2022. “USDA data shows Americans are eating more dairy than ever before.” Food Beverage Insider. https://www.foodbeverageinsider.com/dairy/dairy-consumption-hits-record-level-us.
Land use requirements are 91.69lbs./acre for beef, 927.47lbs/acre for pork, 1773.47lbs./acre for chickens, 3308.59lbs/acre for milk. Calculations are based on dressed weights. https://humaneherald.files.wordpress.com/2019/01/production-of-foods-per-acre.pdf
Videle, James. 2019. “Comparison of Farming in Production of Food Per Acre Measuring vegan-organic agriculture vs. animal-based agriculture.” The Humane Herald. https://humaneherald.files.wordpress.com/2019/01/production-of-foods-per-acre.pdf.
USDA. 2022. “Crop Production 2021 Summary.” Crop Production 2021 Summary 01/12/2022. https://downloads.usda.library.cornell.edu/usda-esmis/files/k3569432s/sn00c1252/g158cj98r/cropan22.pdf
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