En el sistema estadounidense moderno de atención médica, muchos enfermeros se ven a sí mismos como los “héroes olvidados”. Los médicos controlan la atención y la autoridad, ordenan tratamientos y curas. Los enfermeros desempeñan un papel fundamental en abogar por quienes están bajo su cuidado. Los enfermeros protegen a sus pacientes contra errores médicos, mientras navegan a través de planes de tratamientos complejos y polifacéticos. Se mantienen al tanto de los cambios que pueden indicar una necesidad de intervención médica. Pero, principalmente, los enfermeros brindan un inmenso consuelo en un momento de gran necesidad.
Los profesionales de Enfermería a veces pueden ser un poco críticos con sus compañeros médicos por perder de vista el panorama general. Si bien la práctica de la Medicina se ha vuelto cada vez más especializada —enfocada en partes y sistemas específicos del cuerpo (por ejemplo, el corazón, los riñones o los pulmones)—, la Enfermería se enorgullece de seguir siendo una disciplina holística, que se preocupa por la persona en su integridad. Los enfermeros están capacitados para tratar los aspectos emocionales, mentales y espirituales de sus pacientes, además de sus cuerpos físicos. Y, precisamente, porque los enfermeros identifican su práctica como holística, tienden a darse palmadas en la espalda y pensar: “Tenemos todo cubierto”.
Los enfermeros están ocupados cuidando los tratamientos y procedimientos de sus pacientes, manteniendo su seguridad, al igual que permanecen atentos a posibles problemas. Todo esto, mientras que ellos mismos no son particularmente saludables… y esto está empeorando. El estado de la salud en Estados Unidos está en su punto más bajo. Ya que la prevención de enfermedades y la salud son parte de la misión de la Enfermería, los enfermeros deben mirarse honestamente en el espejo para enfrentar algunas realidades difíciles.
Las enfermedades que causan estragos en la mayoría de los estadounidenses adultos en el siglo XXI se deben, en gran parte, a las elecciones de estilo de vida. Mientras que las enfermedades infecciosas pueden haber cobrado la mayoría de vidas en épocas anteriores, ahora estamos plagados de enfermedades de naturaleza más crónica: las enfermedades de la riqueza. Algunas de las más frecuentes y graves son: 1) enfermedad cardíaca 2) cáncer de seno, próstata y colon 3) obesidad y 4) diabetes tipo II[1]. El factor de estilo de vida que contribuye más que cualquier otro, en lo que respecta a estas enfermedades, es la dieta americana estándar. Específicamente, los estadounidenses comen: 1) demasiada proteína de origen animal 2) muy pocos vegetales y frutas 3) más grasa de la que es saludable y 3) principalmente “fragmentos de plantas”, desprovistos de los micronutrientes y la fibra que mantienen a nuestros cuerpos funcionando de forma óptima[2].
El trabajo de los antiguos pioneros en nutrición basada en plantas, incluyendo a T. Colin Campbell, PhD[1], Caldwell Esselstyn Jr., MD[2], Dean Ornish, MD[3] y John McDougall, MD[4] ha resultado en una gran cantidad de evidencia que incluye hallazgos de investigación que han sido publicados en revistas médicas destacadas y de gran prestigio. Décadas más tarde, esta serie de trabajos, lentamente, se está abriendo paso en la cultura dominante. Sin embargo, esta evidencia ha encontrado resistencia en varios frentes, incluyendo las industrias de carne, productos lácteos y huevos.
Tampoco sorprende que la American Medical Association (Asociación Médica Estadounidense, en español) se haya resistido a aceptar esta información. Quizás, su estrecha relación con la industria farmacéutica y el vicio de parcialidad sistémico hacia la detección y el tratamiento en lugar de la prevención es, en parte, culpable. Además, los médicos tienen poca capacitación en el área de la nutrición, en relación con la que tienen en otras áreas. Pero ¿qué pasa con la Enfermería? La educación del paciente es nuestro fuerte. La prevención de las enfermedades y la promoción de la salud es parte de nuestra misión fundamental[5]. ¿Ha sido esta parte del trabajo simplemente descuidada por la profesión de atención médica de la Enfermería?
Sorprendentemente, un grupo de investigadores de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Maryland reveló recientemente que la tasa de obesidad entre los enfermeros estadounidenses excede el promedio nacional en más de un tercio. Si bien la tasa de obesidad entre los adultos ha alcanzado el 36 %, la tasa de obesidad de los enfermeros se ha disparado al 55 %[6]. La tendencia de los enfermeros a tener sobrepeso se atribuye, en parte, a los largos turnos de trabajo, las alteraciones de los patrones de sueño y los altos niveles de estrés.
Se ha dicho que la Enfermería moderna es el producto de un matrimonio entre el convento y el ejército. Las raíces de la Enfermería se remontan al Imperio Romano. Allí, la gran mayoría de los cuidadores eran monjas y monjes. El enfoque de estos cuidadores medievales estaba en las almas de sus pacientes y la comodidad que le podían brindar a sus cuerpos enfermos. Con las guerras del siglo XIX, la Enfermería creció en número hasta que finalmente se convirtió en una vocación estandarizada de gran demanda. En tiempos de guerra, los procedimientos y tratamientos para salvar vidas tenían prioridad sobre todo lo demás[7].
Si bien la profesión de Enfermería ha seguido floreciendo, actualmente, la mayoría de los enfermeros no están afiliados al Ejército. Sin embargo, sus prioridades y hábitos de práctica todavía parecen estar muy en sintonía con sus antepasados paramilitares. En un momento en el que nuestros padecimientos principales son de naturaleza más crónica, nuestros planes de tratamiento continúan enfocándose en la implementación de medidas que salven vidas a corto plazo en lugar de promover estilos de vida saludables.
Los enfermeros de hoy ciertamente poseen compasión y devoción, como lo hicieron nuestros predecesores monásticos. El valor y la fortaleza de los primeros enfermeros, cuya presencia en el campo de batalla era muy apreciada y aún perdura. Somos buenos cuidando a aquellos que sufren. Esos rasgos positivos no cambian el hecho de que los estadounidenses viven más tiempo padeciendo enfermedades crónicas o el hecho de que nuestro sistema de salud actual está sobrecargado. Nuestra disciplina puede ser holística, pero esta estrategia, por sí sola, no curará lo que nos está enfermando.
¿Cómo podemos ayudar realmente a nuestros pacientes cuando nosotros mismos estamos enfermos? Hoy, enfrentamos padecimientos que requieren un tipo diferente de apoyo. Es hora de que comencemos a ver la alimentación como la verdadera cura. Si queremos tener una influencia curativa real y duradera sobre lo que actualmente aqueja a nuestra población, entonces es el momento de analizar seriamente nuestra nutrición y hacer que ese sea el enfoque principal del plan de cuidado de Enfermería para nuestros pacientes y para nosotros mismos.
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