Mis hermanos, amigos y otros miembros de la familia extensa me etiquetaron como “un caso perdido” cuando anuncié que estaba probando otra dieta, esta vez, la dieta macrobiótica. Según ellos, se supone que no debo seguir ninguna dieta, excepto la única que comí al crecer: principalmente una cocina del sur compuesta por comidas fritas grasosas, vegetales fuertemente dotados con productos lácteos, cremas y mantequillas, y muchos pasteles y tortas de batata. ¡Decir que iba a consumir verduras de mar, algo de pescado y mucho arroz integral simplemente era ridículo! Después de todo, ¿qué estaba intentando probar? Con frecuencia, fui relegada y ridiculizada, hasta que comencé a preguntarme que quizás esta no era la dieta para mí. Recibí algunos beneficios y, en realidad, perdí algo de peso.
Luego decidí que me gustaba el término “vegana”. Me pareció bien abandonar los lácteos y las carnes, ya que había investigado sobre el maltrato de animales y realmente no quería apoyar a una industria que se beneficiaba de eso. Sin embargo, nuevamente, me rendí a la presión de familiares y amigos que declararon que era estúpido no comer carne, porque la carne era un regalo de Dios (Dios nos proporcionó la carne, entonces deberíamos comerla… sin hacer preguntas). Sin embargo, noté que una vez que volví a poner los productos de origen animal en mi dieta, comencé a tener numerosos problemas de salud, incluido el regreso de la hipertensión (que no responde a los medicamentos) y también me diagnosticaron prediabetes.
En 2015, descubrí El Estudio de China, leí el libro y me encantó lo que leí. Hice algunos cambios en mi alimentación, pero no por mucho tiempo. En un corto período, después de leer el libro, una vez más, comencé a comer productos de origen animal (pollo) y lácteos (queso, principalmente). Cada vez que me hacían análisis de sangre, mis niveles de glucosa seguían aumentando, al igual que mi presión sanguínea. Le supliqué a mi médico que no me recetara medicamentos para la prediabetes porque iba a tratar de revertir los números a través de la alimentación y el ejercicio. Sin embargo, a decir verdad, hice muy poco ejercicio (iba al gimnasio tal vez una o dos veces por semana) y mi dieta también fue impredecible (comí mucha comida chatarra “vegana”).
En 2017, tuve la oportunidad de tomar el Certificado de Nutrición Basada en Plantas a través de eCornell y el Centro de Estudios en Nutrición de T. Colin Campbell. Este curso ha combinado años de mi investigación esporádica en un programa de estudio maravillosamente condensado. ¡De repente, las cosas comenzaron a tener sentido! En el pasado, yo hacía una “parte del trabajo” sin una verdadera dirección o fundamento, y la información frágil podía romperse fácilmente. Ahora entiendo lo que estaba haciendo mal y por qué es importante eliminar la carne (todos los animales), el aceite y los lácteos de mi alimentación para revertir la enfermedad. Ahora sé qué comer y qué evitar. Es casi como una hoja de ruta para una buena salud.
Estoy implementando por completo estos cambios, y ya he comenzado a notar una diferencia. Por ejemplo, mis entrenamientos en el gimnasio son mucho más productivos y mi nivel de energía es increíble. De hecho, tengo energía para ir al gimnasio cinco veces a la semana (a pesar de tener dos trabajos y tomar cursos). ¿Por qué esta vez es diferente? Siento que tengo una base concreta con investigación y documentación comprobadas. Esta vez, no importa lo que me digan… Estoy convencida, sin lugar a duda, de los beneficios para la salud de una alimentación basada en plantas sin procesar y mi creencia es inquebrantable. Mi objetivo final es restaurar mi salud y ayudar a tantas personas como sea posible a beneficiarse de esta forma de comer.
Finalmente, me entristece ver qué tan desinformados están los estadounidenses respecto a la nutrición. ¡Mi familia y mis amigos también están realmente mal informados! Los estadounidenses no tienen que padecer condiciones como diabetes, obesidad y otras enfermedades debilitantes. Estas enfermedades debilitantes actualmente están causando un estrés físico y financiero tremendo, tanto para los pacientes como para la comunidad médica. La respuesta es simple, una alimentación basada en plantas sin procesar. ¡Estoy lista para difundir las noticias sobre los máximos beneficios de una alimentación 100 % basada en plantas sin procesar y lo fácil que es implementarla!
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