Mi relación con la nutrición y el acondicionamiento físico ha cambiado para siempre. Solía pensar que comer alimentos nutritivos era toda una tarea. Estaba convencida de que mi vegetarianismo esporádico compensaba los bocados de queso y los cupcakes. Mi sobrino vegano inteligente me contó historias sobre la comida que estaba comiendo, pero yo no quería escuchar. No quería escuchar sobre las toxinas y los químicos, y creía firmemente que las vacas lecheras y los pollos de corral vivían vidas felices. Todo eso comenzó a cambiar cuando me comprometí con el 21 Day Vegan Challenge (Desafío vegano en 21 días, en español) de un mentor de confianza. El estilo de vida se mantuvo, y con él vino un anhelo de saber mucho más. Ahora busco alimentos deliciosos que estén en armonía con la naturaleza y nuestro medioambiente. Lo que parecía imposible, ahora es una forma de vida, compasiva e informada.
1. Aprende la diferencia entre alimentación vegana y basada en plantas sin procesar (WFPB, por sus siglas en inglés)
Los alimentos veganos son de origen vegetal, pero no necesariamente están sin procesar. La diferencia está en cómo se prepara tu comida y cuánto cambia de forma para cuando llega a tu plato.
Por ejemplo, una batata orgánica del mercado de granjeros se puede hornear con una pizca de sirope de arce orgánico. O bien puede pelarse, rallarse, cocinarse parcialmente, combinarse con aceite, sal, azúcar y conservantes, luego ser convertida en tater tots (o “bolitas fritas”) para ser freídas con más aceite, y probablemente espolvoreadas con más sal cuando estén listas. En ambos casos, el alimento consiste en una batata. Ambas son basadas en plantas, pero solo la batata fresca se consume según lo diseñado por la naturaleza: sin grasa y llena de fibra, antioxidantes, vitaminas y minerales. En los tater tots gran parte de esos nutrientes se han perdido por el calor y el procesamiento mecánico, y luego se han visto comprometidos por la adición de otros ingredientes y productos químicos, altamente refinados.
2. Comienza con lo que ya sabes que te gusta
Todos tenemos comidas favoritas que no consideramos veganas o basadas en plantas. ¿Te gustan los aguacates, tomates o cebollas? Úsalos como aderezos separados o combínalos para hacer guacamole servido con chips de tortilla. ¿Te gusta la mantequilla de maní? Abastécete de mantequilla de maní natural, semillas de calabaza crudas y pitas de trigo de grano entero. Sopas veganas orgánicas se encuentran en los pasillos de los supermercados. El humus está en todas partes, incluso en las secciones de alimentos de las farmacias y en los mercados rápidos de las estaciones de servicio, y es fácil hacer el tuyo sin aceite. Las frutas y verduras se pueden cultivar en tu propio jardín y recoger en los mercados de agricultores. Un plato de bananos congelados puede ser una delicia maravillosa. Reemplaza la leche láctea con deliciosas leches de soya, almendras, coco u otras leches vegetales. Ya solo los artículos mencionados aquí pueden ser desayuno, almuerzo, cena y refrigerios de la primera semana de tu menú basado en plantas.
Planeé comidas fáciles y repetitivas, aprendí a pasarme de vegana a basada en plantas sin procesar y me sumergí en el programa de nutrición.
La clave para evitar el pánico sobre “¿qué comeré?” es enfocarse en los alimentos que tienen ingredientes que puedas entender y pronunciar. Ten cuidado con el aceite o azúcar agregado. Durante mi primera semana, mantuve la simplicidad. Me abastecí con todo lo mencionado anteriormente. Consumí dos cosas para el desayuno que escogí, dos para el almuerzo, alternando platos para la cena y postres. Haría (y aún lo hago) una ensalada gigante con mi lechuga y mis complementos vegetales favoritos, usaría lima o limón fresco, sal y pimienta, semillas de calabaza o nueces del nogal para tener siempre algo apetecible a la mano. Házlo de una manera sencilla con sopas, avena, mantequilla de nueces, frutas, panes y verduras.
3. Prepárate para una cena social
A medida que las dietas veganas se han vuelto más populares, los amigos, familiares y restaurantes no veganos son más complacientes que nunca, especialmente si los abordas cortésmente para satisfacer tus necesidades. Sin embargo, inevitablemente habrá situaciones en las que no se tengan en cuenta tus necesidades, desde fiestas navideñas hasta almuerzos de trabajo y áreas de descanso en las carreteras donde las máquinas expendedoras están llenas de chatarra, lo cual puede tentarte a tomar malas decisiones cuando el hambre ha comprometido tu fuerza de voluntad. Debes estar preparado. Lleva tu propio batido, mantequilla de nueces en una rosquilla, galletas saladas y humus, verduras y un dip, nueces mixtas, frutas secas, etc. Tener tu propio refrigerio puede ser muy útil cuando enfrentas tentaciones alimentarias.
4. Date el tiempo suficiente para sentir los beneficios
Cuanto más tiempo te mantengas alimentándote así, más beneficios obtendrá tu cuerpo. Mientras tanto, recordar los beneficios que tu nueva alimentación tiene para el resto del planeta puede fortalecer tu propósito. Me hice vegana porque me importan los animales y quiero limitar su sufrimiento tanto como sea posible. Cuando mi compromiso basado en plantas está decayendo, me imagino la fuente de la comida en lugar de la comida que tengo en frente. Pienso en las granjas industriales, las jaulas, los mataderos y todas las formas en que se maltrata a los animales en pro de comidas que ni siquiera necesitamos. Cuando considero las consecuencias no solo para mí, sino también para el bienestar animal, pierdo el apetito por esos alimentos.
5. Disfruta el conocimiento y la serenidad del progreso a largo plazo
Cuando comencé el Desafío vegano en 21 días, no tenía idea de a dónde me llevaría, pero finalmente me inscribí en el Certificado de Nutrición Basada en Plantas del Centro de Estudios en Nutrición de T. Colin Campbell y eCornell. Allí mejoré mi conocimiento sobre la alimentación basada en plantas sin procesar, la política alimentaria del Gobierno, la agricultura animal, el medioambiente, la salud y el acondicionamiento físico individual y una visión global de este movimiento. Aprendí de expertos en los campos de la ciencia y medicina, curación, agricultura, cocina, nutrición y política.
Este plan de estudios integral me dio el conocimiento de que mis nuevos hábitos están teniendo un impacto positivo. Sé que, al comer basada en plantas sin procesar todos los días, salvo vidas y evito que los animales sufran. Yo ahorro agua. Reduzco la contaminación, incluyendo los gases de efecto invernadero que conducen al cambio climático. Lo que como está en sintonía con la naturaleza. Me hace una persona más fuerte y saludable. Una amiga sabia sugirió que deshacerse de las toxinas en nuestra comida también nos ayuda a deshacernos de las toxinas en nuestras vidas, y tiene razón. Esta es una paz y felicidad, una verdadera serenidad que nunca esperé.
El primer día de mi Desafío vegano de 21 días, tuve la esperanza fugaz de que permanecería en él después del desafío. Planeé comidas fáciles y repetitivas, aprendí a pasarme de vegana a basada en plantas sin procesar y me sumergí en el programa de nutrición. Lo que antes parecía imposible, pronto se convirtió en mi nueva realidad. Soy una mujer basada en plantas sin procesar, sana, feliz, aproximadamente el 80 % del tiempo y un poco amante de la comida vegana chatarra el otro 20 % del tiempo. Todavía soy una obra en progreso, un progreso feliz y espero transmitir este tipo de felicidad a los demás.
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