Temas » Enfermedades » El Cáncer ¿demasiadas promesas y arrogancia profesional?
Centro de Estudios en Nutrición del Dr. T. Colin Campbell

Nota del Dr. Campbell: “Este artículo fue escrito en el 2018 y actualizado en el 2019. Desgraciadamente, al revisarlo ahora, noto que casi nada ha cambiado, excepto por la frase “se ha visto casi ningún progreso en los últimos 35-40 años.” Ahora, esa cifra viene a ser más cerca de 45-50 años.

Me preocupa más aún cómo la industria del cáncer continúa sin reconocer el papel de la nutrición (refiriéndome a alimentos enteros, no a nutrientes individuales) en la prevención del cáncer y, especialmente, en su tratamiento. Ya basta. Esta grave omisión lleva demasiado tiempo.

Entre los años 1978-79, participé en un panel de expertos en el cual discutíamos el orden de prioridad de las solicitudes de investigación sometidas al U.S. National Cancer Institute (de NIH – Instituto Nacional de la Salud), institución que sufraga la mayoría de las investigaciones sobre el cáncer. Algunas de estas solicitudes proponían investigaciones sobre la conexión entre el cáncer y la alimentación. Ya que yo era el único miembro del panel con experiencia en la nutrición, mis colegas me pidieron que resumiera mis pensamientos acerca de la nutrición. A pesar de que este nuevo interés favorecía los alimentos basados en plantas, no quería referirme al mismo como “vegetarianismo”, ya que el vegetarianismo como concepto no incluye investigación sobre la nutrición y se ha mantenido en argumentos más bien éticos. Por tanto, elegí la frase “basado en plantas”.

A pesar de que esta frase ha comenzado a aparecer en la narrativa pública en los últimos años, no me parece que haya habido progreso significativo. Podrá haber mayor interés popular en el efecto nutritivo de los alimentos enteros, pero hay muy poco interés serio profesional. Los profesionales que evalúan las propuestas para su financiamiento aún ignoran y no hacen caso a vínculos entre las dietas basadas en plantas y la prevención del cáncer o su tratamiento en seres humanos.

Nos queda mucho camino por recorrer dentro del ámbito de la investigación del cáncer. El sistema actual depende de hipótesis que podrían enriquecer a unos pocos en lugar de aportar salud a multitudes. A muchos investigadores en este campo ni siquiera les interesa considerar la posibilidad de un vínculo o relación entre la nutrición y el cáncer.

A principios de la pandemia del COVID, sometí un manuscrito a dos de las revistas médicas más prominentes, resumiendo un estudio en humanos que mostraba asociaciones considerables entre la nutrición y uno de los tipos de cáncer más serios (cáncer del hígado), ocasionado por un virus (el virus de la hepatitis B). Para mi sorpresa, las revistas se negaron a enviarlo para revisión. He estado en las juntas editoriales de varias revistas médicas y publicado más de 350 estudios investigativos (en su mayoría revisados por pares), así que sé que si un manuscrito es relevante, es enviado para revisión por pares (a al menos dos, en ocasiones a tres) y al autor se le da la oportunidad de responder a las críticas. Si hay acuerdo entre quienes lo han revisado, se publica. Esta es una práctica sagrada en la ciencia: mientras el tema sea relevante y caiga dentro de los temas cubiertos por la revista (en este caso, ambas revistas han publicado antes investigaciones mías sobre el tema del manuscrito), la decisión de si se publica o no la deben tomar profesionales de la ciencia.

Nuestros resultados mostraban vínculos considerables (p<0.001) entre la alimentación y este tipo de cáncer, desde once puntos de vista (correlaciones), sugiriendo con ahínco , un efecto muy similar de la alimentación sobre el virus del COVID. Mis décadas de experiencia me han dejado clarísimo que la nutrición no se considera un campo serio de la ciencia biomédica a menos que se trate de información sobre nutrientes aislados actuando en mecanismos específicos y fuera de contexto. Eso no es ciencia, es tecnología que se está utilizando para diseñar productos comerciables o monetizables. Esto también crea confusión en el público—un ambiente ideal para el abuso comercial. Siento no mostrar más esperanzas, pero confieso que luego de seis décadas de estar activamente involucrado en la comunidad investigativa de la alimentación y el cáncer, desde el laboratorio y las salas de conferencias hasta las juntas de políticas internacionales, no veo ningún progreso en el desarrollo de la información para manejar el cáncer. Mi mensaje a los pacientes de cáncer y a sus familias es que busquen por su cuenta, porque para la industria, ellos solo sirven como sujetos para probar pastillas y procedimientos que al final solo consiguen enriquecer las cuentas de banco de otros.” Cancer Trends

La revista Science, en la opinión de muchos científicos como yo, durante mucho tiempo ha sido considerada la principal publicación de la comunidad científica profesional. Es publicada por la American Association for Advancement of Science (AAAS) (Asociación estadounidense para el avance de la ciencia en español) y cubre una amplia variedad de especialidades en las comunidades de ciencias físicas, biológicas y sociales, excepto, debo agregar, en la ciencia de la nutrición. Durante el último par de años, le ha prestado una atención fuera de lo común a los temas que están a la vanguardia de la investigación del cáncer, especialmente la genética molecular del cáncer, a menudo con la mención de la inmunoterapia como una frontera muy prometedora para el tratamiento del cáncer. La edición más reciente (23 de marzo de 2018) ofrece un “número especial” sobre “Inmunoterapia contra el cáncer”, un protocolo diseñado para impulsar al sistema inmunológico a que use sus propias herramientas para matar las células cancerígenas. Dentro de la revista, la introducción a una serie de artículos originales sobre este tema comienza con el título “The Cancer Immunotherapy REVOLUTION”[1] (La revolución de la inmunoterapia contra el cáncer, en español). Para ser completamente sincero, esto es sumamente preocupante y me impulsó a escribir algunas reflexiones sobre el increíble alboroto, que ahora se está extendiendo por los medios de comunicación en esta supuesta frontera del cáncer. Tal hiper-promoción ignora el papel de la nutrición en la prevención y el tratamiento del cáncer[2] y cuando Science y las revistas relacionadas con el cáncer ignoran las ciencias de la alimentación y la nutrición, en la causa y el posible tratamiento de esta enfermedad, todos perdemos.

No hay evidencia de que la famosa Guerra contra el cáncer, que fue declarada con gran publicidad en 1971 por el presidente Nixon, haya tenido éxito.

Los organismos oficiales han hecho muchas promesas de encontrar una cura para el cáncer durante el último medio siglo, coincidiendo con mi carrera en este campo. Ha habido algunos avances en el control de esta enfermedad, pero no se acercan al tipo que la mayoría hubiera esperado. Probablemente lo más importante— respecto a la prevención, y no a la cura—es la postura agresiva adoptada por las autoridades contra el consumo de tabaco, porque causa cáncer de pulmón (y enfermedad cardíaca). A medida que las tasas de tabaquismo comenzaron a disminuir después del informe del Cirujano General de 1964, unos 20 – 25 años más tarde las tasas correspondientes de cáncer de pulmón también comenzaron a disminuir—, lo que indica una relación de causa y efecto razonablemente convincente. Además, las muertes por cáncer de seno se han estancado durante los últimos 3 – 4 años, la razón para que esto no está del todo clara. Una dieta rica en comidas de origen animal y deficiente en alimentos basados en plantas ha sido asociada con el cáncer de seno hasta la saciedad, sin embargo la dieta recomendada por las sociedades profesionales del cáncer para los sobrevivientes de cáncer de seno es casi opuesta a la evidencia sobre la prevención[3]. Por ejemplo, a los sobrevivientes de cáncer de seno se les dice que coman comidas pequeñas, pero también se les recomienda que se “aseguren” de incluir algunas proteínas como huevos y yogur griego y que se enfoquen en los alimentos “que realmente les gustan”. También se le dice a los pacientes con cáncer que deberían tener cuidado al consumir demasiada fibra, que está proporcionada exclusivamente por las plantas. Aunque la mortalidad total por cáncer ha disminuido en un 20 % durante las últimas dos a tres décadas, probablemente debido a la prevención del cáncer, no creo que se haya avanzado mucho en materia de cura, ciertamente no de la manera inferida por las muchas promesas que se han hecho por décadas.

Existe muy poca evidencia de que la famosa Guerra contra el cáncer, que fue declarada con gran publicidad en 1971 por el presidente Nixon, haya tenido éxito. Cuando comenzó esta “guerra”, se oía que los virus podrían ser causas importantes de cáncer, y esto prometía una nueva dirección. Esto se sumó a la discusión permanente, que comenzó en la década de 1950, de que los productos químicos ambientales eran causas importantes de cáncer y que lo que necesitábamos hacer era duplicar los esfuerzos para descubrirlos y luego regularlos para eliminarlos. Esto se consideró importante porque se demostró que muchos de estos químicos causan mutaciones genéticas que eran capaces de iniciar el cáncer.

De una manera extraña, productos químicos con propiedades mutagénicas similares se están utilizando como medicamentos para tratar el cáncer matando las células cancerígenas, ¡pero desde entonces se han presentado pruebas para demostrar que éstos productos de por sí pueden causar nuevos cánceres! La esperanza de tener éxito en encontrar una cura para el cáncer desde que comenzó la guerra contra el cáncer ha sido desalentadora. Estos medicamentos no solo pueden causar nuevos cánceres, ¡un análisis muy grande de su eficacia en 2004 (que involucra 22 tipos de cáncer) demostró que aumentan la supervivencia a cinco años del cáncer en solo 2,1 %![4] Peor aún, el costo promedio de desarrollar ese tipo de droga es la asombrosa cantidad de 1,3 a 1,8 mil millones de dólares (2,5 mil millones de dólares, si ese dinero se hubiera invertido en “oportunidades” perdidas). Mientras tanto, la cantidad de dinero gastado en la investigación para encontrar una cura y tratar a las víctimas de cáncer ha sido asombrosa. Un informe de 2011 estimó que el costo del tratamiento contra el cáncer en 2020 podría sumar 200 mil millones de dólares[5], más que los presupuestos de cada estado de la unión (según el 2018).

La oportunidad más prometedora desde el 1970 parece haber sido el interés en identificar genes específicos, que son la causa fundamental de algunos cánceres específicos. Esto ayudó a estimular el desarrollo del The Human Genome Project (Proyecto del genoma humano, en español) que comenzó a mediados de los años ochenta. Más tarde, en 2001, se publicó el 90 % de la secuencia completa de los tres mil millones de pares de bases del genoma humano[5].De sde entonces, el intenso interés en estos genes sospechosos que causan cáncer ha dado a una cantidad explosiva de investigación, ahora denominada BIG DATA (macrodatos,​ datos masivos, inteligencia de datos o datos a gran escala, en español) por algunos—gran fuente de información para BIG PHARMA (grande industria farmacéutica, en español). Muchos, si no la mayoría de los investigadores del cáncer, confían en que este enorme cuerpo de información eventualmente llevará a una comprensión más completa y útil de las causas y tratamientos de las muchas formas de cáncer.

Pero aquí es donde yo tomo un camino diferente. Tengo serias dudas de que el BIG DATA, el BIG PHARMA y el BIG MONEY (grandes cantidades de dinero, en español) hagan mucho para resolver el problema del cáncer. Ciertamente espero que esta nueva información sea útil, pero tengo serias reservas, por dos motivos.

En primer lugar, prácticamente todas las investigaciones sobre el tratamiento del cáncer se basan en el concepto fundamental de que el cáncer es una enfermedad genética—numerosas autoridades lo han declarado así muchas veces. El Instituto Nacional del Cáncer de EE. UU., de los Institutos Nacionales de Salud, lo afirma en su sitio web: “(…) El cáncer es una enfermedad genética”. Casi todos, incluyéndome a mí, estamos de acuerdo en que el cáncer es iniciado por un gen dañado que, si no se repara, produce una mutación cuando las células se dividen en las células hijas de la siguiente generación. Además, estas mutaciones pueden ser causadas por productos químicos ambientales, radiación solar y exceso de moléculas de oxígeno reactivas, producidas en el cuerpo. Aparte de las mutaciones que inician el cáncer, ahora tenemos información de que una gran cantidad de mutaciones adicionales (quizás decenas de miles o más por célula) aparecen en las células a medida que se convierten en cáncer maduro. Se cree que estas mutaciones permiten a estas células abandonar su sitio de origen y “propagarse” a otros tejidos del cuerpo (es decir, hacer metástasis), así como desarrollar resistencia a los medicamentos que podrían usarse para el tratamiento. Es por tanto fácil de entender cómo las autoridades del cáncer creen que el cáncer es una “enfermedad genética”.

Sin embargo, el concepto de que el cáncer es una enfermedad genética también infiere que el desarrollo del cáncer es irreversible porque la reversión de las mutaciones a una célula normal es extremadamente rara. La probabilidad de mutar una célula normal a una célula cancerígena durante la división celular es aproximadamente de una en un millón, aproximadamente (10-6 ). Si asumimos la misma probabilidad de una mutación inversa (10-6), la probabilidad de que una célula que se ha vuelto cancerígena revierta su curso es excepcionalmente baja (la probabilidad es de aproximadamente 10-12 , o una posibilidad en un billón). Por lo tanto, la única forma práctica de revertir (es decir, tratar o curar) el cáncer es matar las células cancerígenas, como se hace con la quimioterapia, la radioterapia o la cirugía.

Pero esto no puede ser correcto. Hace más de treinta años, demostramos con animales de laboratorio en mi grupo de investigación que el desarrollo del cáncer podría prenderse o apagarse repetidamente solo con cambiar el consumo de proteína de origen animal dentro de niveles muy razonables de ingesta[6-8]. Hay que hacer hincapié que éste y muchos estudios de seguimiento, han demostrado observaciones y perspectivas provocadoras similares sobre la nutrición y el cáncer, y no pueden ser ignorados[9].

Mi segunda preocupación es con el concepto de farmacoterapia dirigida, cuya intención es la destrucción selectiva de células cancerígenas específicas que existen entre una colección infinita de células complejas, unas normales y otras cancerosas . Estos productos químicos de quimioterapia no solo son extraños al cuerpo requiriendo su desintoxicación—sino que también son, en gran medida, inefectivos[4].

Para ser justos, se está desarrollando un enfoque aparentemente más razonable para el uso de la farmacoterapia dirigida, que recluta al sistema inmune para que mate las células cancerosas “naturalmente” (inmunoterapia)[1]. Hay varias versiones de este protocolo[10], pero aún están comprometidas porque confían en la determinación del centro selectivo de un blanco e ignoran la contribución de otros sistemas.

Estas dos preocupaciones—1) el suponer que el cáncer es una enfermedad genética y 2) la propuesta de una farmacoterapia dirigida—son fundamentales en toda la iniciativa sobre la investigación y atención del cáncer. Sin embargo, estas suposiciones deben ser seriamente cuestionadas. La evidencia en contra de estas hipótesis, tanto hipotética como empírica, es importante y la salud humana y los costos económicos que sufren los pacientes individuales con cáncer ya no se pueden tolerar.

De forma alterna , ahora tenemos evidencia considerable (algunas directas, algunas indirectas) demostrando que el uso de la nutrición en la prevención y la reversión de enfermedades crónicas (enfermedad cardíaca, diabetes, cáncer y otros padecimientos crónicos) es una oportunidad muy prometedora. Esto se puede demostrar mejor si el efecto de la nutrición se observa a través del lente de los alimentos sin procesar y NO a través del lente tradicional de actividades específicas de nutrientes y drogas[9]. Múltiples nutrientes y múltiples mecanismos causales operan de forma simultánea y en sincronía. Así es fundamentalmente cómo funciona la naturaleza.

Se ha demostrado que este efecto, proporcionado por una alimentación basada en plantas sin procesar, funciona bien para la enfermedad cardíaca, la diabetes y varias enfermedades autoinmunes, y debería hacerlo también para el cáncer, si los investigadores del cáncer abrieran sus ojos y dejaran de creer que el cáncer es una enfermedad dependiente de la mutación. Probablemente, la propiedad más importante de un protocolo basado en la nutrición para el manejo y el tratamiento del cáncer depende de la capacidad natural de la nutrición para asistir en todos los mecanismos posibles involucrados en la formación del cáncer[2]. Esto puede sonar extraño, pero la evidencia de esta hipótesis está documentada tanto en mis propios estudios como en estudios de otros[9].

Estas dos críticas cuestionan los pilares intelectuales fundamentales de la investigación y el cuidado del cáncer. Si se toma en serio y se usa debidamente, sugiero que este puede ser un ejemplo clásico del uso de “tecnología destructiva”. Más contenido para esta argumentación se puede encontrar en otras partes[2]. Me doy cuenta de que muchos no estarán de acuerdo con mi opinión sobre este asunto, pero mi respuesta para ellos sería: “Demuéstrenme que estoy equivocado”. Cuando consideramos 1) los costos de la investigación y atención del cáncer, 2) la falta de progreso sustancial durante los últimos 35 – 40 años, 3) la evidencia que sugiere el uso de una estrategia alterna centrada en la alimentación y la nutrición, y 4) la pésima ausencia de educación en ciencia nutricional entre los investigadores y clínicos del cáncer, ¡es pasada la hora de considerar algo más que la teoría reduccionista clásica como una forma de controlar el cáncer!

Referencias

  1. Kelly, P. N. The cancer immunotherapy revolution. Science 359, 1344-1345 (2018).
  2. Campbell, T. C. Cancer prevention and treatment by wholistic nutrition. J. Nat. Sci. Oct 3 (2017).
  3. Orenstein, B. W. & Shah, M. How to eat well when you have advanced breast cancer, How to Eat Well When You Have Advanced Breast Cancer | Everyday Health (2018).
  4. Morgan, G., Ward, R. & Barton, M. The contribution of cytotoxic chemotherapy to 5-year survival in adult malignancies. Clin. Oncol. (R. Coll. Radiol.) 16, 549-560 (2004).
  5. National Institutes of Health. News Release. Cancer costs reach at least $158 billion in 2020. 2018 (2011).
  6. Appleton, B. S. & Campbell, T. C. Dietary protein intervention during the post-dosing phase of aflatoxin B1-induced hepatic preneoplastic lesion development. J. Natl. Cancer Inst. 70, 547-549 (1983).
  7. Youngman, L. D. & Campbell, T. C. Inhibition of aflatoxin B1-induced gamma-glutamyl transpeptidase positive (GGT+) hepatic preneoplastic foci and tumors by low protein diets: evidence that altered GGT+ foci indicate neoplastic potential. Carcinogenesis 13, 1607-1613 (1992).
  8. Youngman, L. D. & Campbell, T. C. High protein intake promotes the growth of preneoplastic foci in Fischer #344 rats: evidence that early remodeled foci retain the potential for future growth. Journal of Nutrition 121, 1454-1461 (1991).
  9. Campbell, T. C. Nutrition renaissance and public health policy. J. Nutr. Biology 3, 124-138, doi:DOI:10.1080/01635581.2017.1339094 (2017) (2017).
  10. American Cancer Society. What is immunotherapy?, What Is Cancer Immunotherapy? | American Cancer Society (2018).

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