¿Has oído hablar de la Iniciativa de Medicina de Precisión (PMI, por sus siglas en inglés) del Gobierno de Estados Unidos? Nuestro Gobierno federal comenzará a inscribir, recolectar y almacenar información personal de salud de un millón de personas o más para aprender más sobre el tratamiento y prevención de la enfermedad. Si no lo has oído, creo que pronto lo harás e incluso puedes ser uno de los participantes. El Congreso ha asignado 130 millones de dólares para que los Institutos Nacionales de Salud construyan un grupo o cohorte de investigación a gran escala (y fueron asignados 70 millones de dólares al National Cancer Institute for Oncology)[1].
Tengo algunas reflexiones, basadas en el sitio de internet de los Institutos Nacionales de Salud del Gobierno (NIH, por sus siglas en inglés)[1], un informe del New York Times por Robert Pear[2] y mis décadas de ver este despliegue. Aquí está la forma en que la Iniciativa de Medicina de Precisión funciona. Se basa en una vieja idea de que cada uno de nosotros es singularmente diferente —nuestros genes, nuestras exposiciones ambientales, nuestra alimentación, nuestras actividades físicas, nuestros desafíos mentales y factores estresantes de la vida— y que una combinación de estos factores muy complejos es lo que nos causa, bien sea estar bien o arriesgarnos a adquirir enfermedades.
Cada uno de nosotros tiene su propia bioquímica, tradicionalmente medida por pruebas de laboratorio (laboratorios) como las realizadas en el consultorio de tu médico. La Iniciativa de Medicina de Precisión pondrá estos laboratorios en línea para un millón (o más) de personas, probablemente incluyendo todo tu genoma, algunas pruebas únicas, y los datos del cuestionario de estilo de vida. Esta información será accesible de manera gratuita para que tú la sigas, tu médico te trate y los investigadores jueguen con ella (protegiendo tu privacidad, por supuesto). Con toda esta información, podríamos saber más específicamente qué causa nuestra enfermedad única y cómo tratar a cada uno de nosotros de forma particular con más precisión —con protocolos únicos hechos a la medida—. Tener registros médicos de un millón de personas será un tesoro que permitirá a los “mejores y más brillantes”[2] investigadores refinar sus conocimientos sobre qué combinaciones de variables son las más responsables de nuestros problemas de salud.
¡Eureka! Este proyecto de Iniciativa de Medicina de Precisión podría ser la idea médica futurista más prometedora que se presentará en años —o eso dicen—. Una idea cuyo tiempo ha llegado, para superar esa creencia desgastada de que los tratamientos estándar son para todos, como si todos fuésemos iguales. ¡Sosténlo justo ahí! La medicina de precisión es el último nombre de un concepto básico ahora utilizado por las compañías farmacéuticas para desarrollar nuevos fármacos bajo el nombre de “terapia farmacológica dirigida”, que puede ser hecha a la medida para enfermedades específicas y determinadas personas. Conceptos muy similares han utilizado palabras como “medicina personalizada” o “funcional” para describir el tratamiento de la enfermedad y prevenir el cáncer con “quimioprevención” nutricional y al utilizar los medios nutricionales, con “nutracéuticos”, quizás empleando también la “nutrigenómica” para enfocarse en interacciones específicas entre genes y nutrientes. ¡Las maravillas del lenguaje! Nuevas palabras cada año, más o menos, todas apuntando al tema familiar que llamo reduccionismo.
Sin embargo, este “nuevo” programa de Iniciativa de Medicina de Precisión tiene un olor fuerte a política. Goza de apoyo bipartidista en el Congreso y cuenta con el apoyo tanto de la Casa Blanca como de las ramas del Congreso. Los inscritos reflejarán la diversidad geográfica, racial, étnica y socioeconómica de la nación. Se dará especial énfasis a los segmentos menos afortunados y minoritarios de nuestra población.
Me gusta mucho esta iniciativa. Trata los temas adecuados y, además, es muy similar a una propuesta que presenté (con mi coinvestigador, Sir Richard Peto de la Universidad de Oxford) hace 28 años, que fue aprobado para financiación por la sección de estudio del panel de revisión científica de los Institutos Nacionales de Salud. Propusimos inscribir a 500 000 individuos en la China rural (la mitad de la presente propuesta) y nuestro presupuesto para cinco años era de siete millones de dólares (en comparación con los más de 340 millones de dólares de financiación inicial para esta propuesta). Al igual que en la Iniciativa de Medicina de Precisión, propusimos analizar muestras de sangre para un gran número de variables de estilo de vida, laboratorio y genéticas. Planificamos almacenar (es decir, congelar a -80º C) muestras de sangre en serie obtenidas para cada participante cada uno o dos años y luego monitorear las causas de muerte a medida que ocurrían.
Cuando se hubiesen acumulado un número suficiente de muertes por una enfermedad para detectar estadísticamente información significativa sobre sus causas, propusimos retirar cantidades iguales de esas muestras de sangre congelada y analizarlas para un gran número de factores de riesgos alimentarios, ambientales y genéticos para determinar qué combinación explicaba mejor las causas de la enfermedad. Nuestra propuesta fue aprobada para financiamiento y fuimos invitados a visitar los Institutos Nacionales de Salud para hablar y recaudar nuestra primera cuota.
Anticipamos que dos de los Institutos Nacionales de Salud financiarían conjuntamente el proyecto —el Instituto Nacional del Cáncer (NCI, por sus siglas en inglés) que había financiado la mayor parte de mi investigación y el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre (NHLBI, por sus siglas en inglés) que estaba más familiarizado con la investigación de Richard Peto en Oxford. Cuando mi asistente, el Dr. Thierry Brun y yo llegamos para la reunión, supimos que la discusión iba a ser dirigida por el representante del instituto cardiaco que, para mi sorpresa, había invitado al director de un instituto muy pequeño del grupo de Institutos Nacionales de Salud (Dr. Otto Bessy del Instituto Nacional Sobre el Envejecimiento [NIA, por sus siglas en inglés]) para asistir (aunque no se esperaba que participara en la financiación). El representante del Instituto Nacional del Cáncer, el Dr. Dan Nixon, alguien que conocía y respetaba mucho, trajo a la reunión el primer cheque de pago de su instituto de cáncer (700 000 dólares). ¡Hasta aquí, todo bien!
Pero la alegría nos duró muy poco cuando el Dr. Bessy del Instituto Nacional Sobre el Envejecimiento me mostró una carta sin firmar enviada a su Instituto por los “amigos del Instituto Nacional Sobre el Envejecimiento”. Decía que nuestro futuro estudio en China era fraudulento. Estábamos, por supuesto, aturdidos, y la carta sin firmar era claramente un montón de disparates. Sin embargo, no se nos permitió llevar el cheque a casa con nosotros hasta que esta acusación se resolviera. Era una denuncia imposible de resolver y la explicación oficial un par de semanas más tarde fue que no había ningún mecanismo administrativo para que Institutos Nacionales de Salud independientes pudieran financiar proyectos conjuntamente (de nuevo, un montón de disparates).
El objetivo principal de nuestro proyecto era recolectar una gran cantidad de información médica sobre estas 500 000 personas con el fin de comprender mejor cómo funciona la nutrición multifacética y multimecanicista para crear enfermedades y, tal vez, cómo se puede utilizar la nutrición para restaurar la salud. En ese momento, tuvimos algunos hallazgos muy prometedores que demostraron que el cáncer podía ser revertido por medios nutricionales, que la nutrición controlaba la expresión genética y que la nutrición no era una función de nutrientes individuales que afectan a un único sitio del cuerpo y un único resultado de enfermedad.
Yo ya había empezado a sospechar acerca de la popular idea reduccionista de culpar a los genes, los carcinógenos químicos y los virus por la aparición de cáncer, así como la suposición de que el cáncer inevitablemente progresa a un final difícil, por lo general acompañado por el uso de medicamentos muy tóxicos, no probados —demasiado costosos en dólares gastados y en el dolor causado—. Si mi hipótesis fuera correcta, podría utilizarse para mostrar a las personas cómo podrían usar la alimentación y la nutrición para su propio beneficio, permitiéndoles asumir más responsabilidad por su salud personal, minimizando así su dependencia de las drogas y los productos farmacéuticos.
Este contratiempo fue más que decepcionante porque la propuesta ya había recibido revisión científica y fue recomendada para financiación. Desde entonces, me ha quedado claro hasta qué punto los miembros del “club del orden establecido” pueden llegar a desviar y a reprimir los resultados de los hallazgos de la investigación sobre nutrición que cuestionan el estado actual del uso de píldoras y procedimientos. Nuestros hallazgos indicaron científicamente la desventaja del consumo de proteína de origen animal y las ventajas de los beneficios de una alimentación basada en plantas sin procesar. De hecho, en mi opinión, el diseño de ambos estudios es notablemente similar, pero el objetivo de nuestro estudio era diferente al de la nueva propuesta de la Iniciativa de Medicina de Precisión. La nuestra se centró en el origen y el tratamiento nutricional de la enfermedad; el suyo se centró en el tratamiento de la enfermedad con píldoras y procedimientos.
Nuestra aplicación solicitaba a los Institutos Nacionales de Salud siete millones de dólares para 500 000 personas seguidas durante la cantidad de años de vida que le quedaran a cada participante. La Iniciativa de Medicina de Precisión está recibiendo más de 340 millones de dólares (casi 50 veces más) para 1 000 000 de personas seguidas por un número incierto de años —y es probable que esto sea solo la financiación inicial—. Nuestra propuesta a los Institutos Nacionales de Salud fue desviada permanentemente por los administradores, a la espera de la prueba de que nuestro proyecto en China no era un fraude, una tarea casi imposible. La propuesta de la Iniciativa de Medicina de Precisión está siendo apoyada por pesos políticos pesados, que representan a ambas alas del espectro político y a dos ramas del Gobierno.
Nuestra Propuesta a los Institutos Nacionales de Salud | La propuesta de la Iniciativa de Medicina de Precisión |
Diseñada para entender mejor cómo la nutrición controla la enfermedad y promueve la salud. | Diseñada para obtener información que conduzca al cuidado de la salud mediante drogas o combinaciones únicas de drogas. |
Se presume que la nutrición trata una amplia gama de enfermedades con pocos o conocidos efectos secundarios. | Se basa en la suposición de que cada condición de enfermedad se tratará con un antídoto específico con la amplia gama usual de efectos secundarios (que podrían ser manejados con más medicamentos). |
Este “nuevo” programa de la Iniciativa de Medicina de Precisión es otro intento de mantener y extender el muy costoso y cuestionable sistema de práctica médica que tenemos ahora. Este programa supone que el desarrollo de productos químicos dirigidos (medicamentos) para tratar la enfermedad es la mejor manera de promover la salud humana. Estoy en profundo desacuerdo, no tanto con el plan de recopilar grandes cantidades de información, sino con sus afirmaciones. En comparación con un protocolo basado en plantas sin procesar, la evidencia científica de la propuesta de la Iniciativa de Medicina de Precisión no está apoyada con la mejor ciencia, el costo financiero es mucho mayor de lo necesario, su morbilidad es onerosa y su contribución a la degradación ambiental es inaceptable. Se basa en una perspectiva reduccionista de la ciencia que no logra ver el contexto importantísimo porque la “ciencia” médica misma se define desde una perspectiva reduccionista, descartando así la nutrición “holística” (“wholistic”, en inglés) como una disciplina que es algo menos que ciencia. El programa de la Iniciativa de Medicina de Precisión apenas menciona la nutrición.
En mi opinión esta Iniciativa de Medicina de Precisión solo sirve a un propósito a saber: crear oportunidades para desarrollar más fármacos que son típicamente menos eficaces, con más efectos secundarios, que la nutrición. No caigas en la trampa de la idea inherente a esta propuesta de que las combinaciones de estrategias reduccionistas (es decir, múltiples fármacos utilizados en combinaciones) favorecen protocolos más personalizados para el tratamiento de las enfermedades de cada individuo.
Las bioquímicas subyacentes de las enfermedades más complejas —como los cánceres, las enfermedades cardiovasculares y otros trastornos metabólicos— son infinitamente más multifacéticas y no pueden tratarse eficazmente con productos químicos individuales tan bien como lo hace la nutrición, que controla la salud y la enfermedad de manera muy diferente. El efecto nutricional es multimecanicista, mucho más completo y eficaz y los efectos secundarios negativos son mucho menores. La base científica para usar la nutrición para controlar y tratar la enfermedad es diametralmente opuesta al uso de productos farmacéuticos.
Ten cuidado: inscribirte a este programa solo creará riqueza para pocos a expensas de la salud para muchos. No es necesario esperar los resultados de este estudio para saber cómo actuar. Ya sabemos qué hacer y es un hecho de la Naturaleza allí mismo, en tu plato —consumir una alimentación basada en plantas sin procesar—.
La constante presión durante décadas de quitar la nutrición de todas las discusiones y programas de prevención y tratamiento de enfermedades —como lo he experimentado— es una reacción contra la capacidad de la nutrición para ser mucho más efectiva y mucho menos costosa que la estrategia farmacéutica u otra estrategia reduccionista. Ahí radica la base de mis experiencias y explica por qué nuestra propuesta a los Institutos Nacionales de Salud fue arrojada a la basura mientras que la Iniciativa de Medicina de Precisión recibe camiones de financiación. Personalmente llegué a darme cuenta de estos motivos contrastantes, lo que me impulsó, por insistencia de mi esposa, Karen, a ir directamente al público, para escribir El Estudio de China, en coautoría con mi hijo, Tom.
Aunque admito que me produce cierta satisfacción la evidencia de que mis detractores han fracasado, están fallando y seguirán fallando en el futuro, El Estudio de China ha vendido ahora más de dos millones de copias y sigue teniendo éxito sin importar las muchas críticas y confusión lanzados en nuestro camino. Una nota final a mis detractores: Siempre estoy preparado para estar equivocado, pero ustedes deben probar su postura usando una buena experimentación y un argumento fiable y lógico. Es muy claro que esto nunca sucederá.
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