En el 2019, fui co-anfitriona de un retiro de yoga de tres días basado en plantas en Taos, Nuevo México. Estuve a cargo de asegurarme que nuestros 30 invitados recibieran comidas saludables basadas en plantas sin aceite tres veces al día. Como resultado, estuve muy ocupada trabajando en la cocina junto a nuestro chef y los voluntarios, por lo que no pude pasar mucho tiempo conociendo a los asistentes. Sin embargo, pude conversar brevemente con dos de los participantes, Mel y Susan Sandoval, que habían venido al retiro con la esperanza de sumergirse en el aprendizaje del estilo de vida basado en plantas y de aprovechar las prácticas diarias de yoga, meditación, y qigong.
En el 2005, Mel, que entonces tenía 59 años, había perdido a su padre por una insuficiencia cardíaca crónica y le habían colocado un stent en una de sus propias arterias coronarias. Tanto él como Susan seguían una dieta vegetariana en casa, pero cuando salían a comer fuera, él consumía comidas de origen animal. En casa, también gustaba de comer papas fritas y queso.
Pasaron varios años sin más intervenciones coronarias. Más en diciembre de 2020, cuando estaba previsto que Mel se sometiera a una doble operación de reemplazo de rodilla, el examen preparatorio de su corazón reveló obstrucciones en sus arterias requiriendo dos stents adicionales, así como una tercera obstrucción, a la que no se le hizo stent en ese momento.
Susan se puso en contacto conmigo al recordar una charla que yo había dado en el retiro sobre mi propia recuperación de una enfermedad cardíaca tras un ataque cardíaco casi mortal. Le conté que fundamental para mi recuperación había sido adoptar una alimentación basada en plantas sin procesar (WFPB, por sus siglas en inglés), tal como recomendaba el Dr. Caldwell Esselstyn en su exitoso libro, Prevenir y revertir las enfermedades de corazón..
Como el Dr. Esselstyn asegura a menudo: “La enfermedad cardiaca no tendría que existir si la gente aprendiera a vivir con un estilo de vida basado en plantas sin procesar y sin aceite”. Nunca se han dicho palabras más ciertas.
Después de que hablé con ella por teléfono, compró el libro y lo devoró dos veces. Le abrió los ojos. Mel estuvo de acuerdo en que, siempre que la comida fuera sabrosa, adoptaría la alimentación basada en plantas sin aceite, sugerida por Esselstyn. Susan siguió su ejemplo. Inmediatamente, ambos comenzaron a perder peso. Mel perdió 35 libras (15.8 kilogramos), bajando a talla S de camiseta y quitando dos pulgadas de su cintura, antes de nivelarse en un peso saludable para su estructura corporal.
A lo largo de este tiempo, con algo de ayuda de mi parte y de Jerry Cassada (un dietista basado en plantas que también estaba en el retiro de yoga de Taos), Susan aprendió a preparar alimentos basados en plantas sin procesar sin usar aceite alguno.
La doble cirugía de reemplazo de rodilla de Mel fue un éxito, y le fue increíblemente bien con la rehabilitación. Durante su recuperación, él y Susan se encontraron con The Earthing Movie, un documental sobre una práctica llamada grounding o conexión con la tierra. En la película, Clint Ober, defensor de esta práctica, habla de las investigaciones sobre los beneficios de la conexión con la tierra y de la consiguiente reducción de la inflamación en el cuerpo. Mel y Susan adoptaron esta práctica que, curiosamente, a él ya le resultaba familiar: su abuelo nativo americano siempre había practicado el grounding y le había enseñado de niño a quitarse los zapatos para caminar sobre la tierra, mucho antes de que la investigación de Clint Ober hiciera que esta práctica fuera más aceptada. Para saber más sobre el grounding, mira el cortometraje Down to Earth.
Como resultado de todos estos cambios de vida, en mayo de 2021, Mel pudo empezar a dejar de tomar su anticoagulante. Su médico ya le había hecho suspender uno de los dos medicamentos para la presión arterial pues su presión estaba baja. En septiembre, había dejado todos sus medicamentos, ¡y se sentía de maravilla!
Cuando ese mes visitó a su médico y le dijo a la enfermera que no estaba tomando ninguna medicación, ella quedó atónita y muy preocupada. Mel temió que saliera corriendo de la habitación y fuera directamente al médico para reportarlo por ser un paciente inconforme al tratamiento. Afortunadamente, cuando el médico entró a revisar su corazón, vio lo bien que estaban sus números (colesterol total en 157, LDL en 71), y le dijo: “No sé qué estás haciendo, pero sea lo que sea, ¡está funcionando! Números como estos son inauditos en un hombre de tu edad que no toma medicamentos”.
Mel explicó cuál era su alimentación. “No como nada que tenga madre o una cara. Y tampoco aceite, mantequilla, o lácteos”.
Susan y Mel siguen encantados con los fabulosos resultados que Mel ha conseguido simplemente cambiando lo que consume. A la edad de 72 años, sin medicamentos y sin más episodios cardíacos, espera pasar muchos más años felices junto con su amada esposa.
Nunca subestimes el poder de plantar semillas del cambio en otros. Cuando conocí a estas dos hermosas personas en Taos, Nuevo México, estaban al comienzo de una maravillosa transformación en sus vidas. Les deseo que sigan gozando de buena salud y felicidad en su viaje juntos. Como el Dr. Esselstyn asegura a menudo: “La enfermedad cardiaca no tendría que existir si la gente aprendiera a vivir con un estilo de vida basado en plantas sin procesar y sin aceite”. Nunca se han dicho palabras más ciertas.
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