Cuando salieron los créditos al final del documental SEED: The Untold Story, me quedé sorprendida, asombrada y aterrorizada al mismo tiempo. Este galardonado documental dirigido por Taggart Siegel y Jon Betz cuenta la historia del recurso más poderoso del planeta: las semillas. Hoy en día, podríamos pensar en semillas de una manera superficial: semillas de sésamo espolvoreadas en un bollo de hamburguesa o el paquete de pequeñas motas negras que obtenemos de la tienda para cultivar tomates en el verano. Nuestra sociedad moderna ha perdido conocimiento y aprecio por el papel crítico que desempeñan las semillas en nuestra supervivencia. Sin semillas, nuestras vidas serían imposibles. Casi todas las civilizaciones desde el comienzo de la agricultura han dependido de semillas para prosperar. Las amenazas a este inestimable recurso son generalizadas y alarmantes. Estas son cinco crisis relacionadas con las semillas a las que se enfrenta nuestro planeta:
La fuerza de cualquier ecosistema depende de su biodiversidad,[1] la cual fomenta la resiliencia y la longevidad.[2] Sin embargo, más del 90% de nuestras variedades históricas de frutas y verduras están ahora extintas.[3] Y aunque todavía hay 30,000 plantas comestibles diferentes, el 90% de las calorías del mundo provienen de sólo 15 cultivos y el 60% de sólo tres cultivos: maíz, arroz y trigo.[4] Una dependencia excesiva en una variedad de alimentos aumenta la vulnerabilidad de los cultivos a las enfermedades y amenaza los suministros de alimentos. Sin embargo, a lo largo de la historia, las agroindustrias a gran escala nunca aprendieron esta lección. La hambruna de la papa en Irlanda fue el resultado del cultivo de una sola variedad de papa,[2] mientras que la plaga de hojas de maíz del sur de la década de los 1970s fue el resultado de una dependencia excesiva en un tipo de semilla.[5] A menos que prioricemos la biodiversidad, los suministros mundiales de alimentos estarán en peligro y es posible que no sobrevivamos.
¿Puedes pensar en un alimento que tenga un significado especial para tu familia y cultura? Como chino-americana, para mi es definitivamente el arroz. Para muchas tribus nativas americanas, el maíz es semilla sagrada. Fue cultivado por primera vez por los nativos americanos hace más de 7,000 años en lo que hoy es México. A medida que la gente migraba hacia el norte y el sur, se llevaban estas semillas con ellas, sabiendo que si tenían semillas, podían sobrevivir.[1] Louie Hena, miembro de los Pueblos Tesuque y Zuni en Nuevo México dice, mientras mira con orgullo los tallos de maíz: “Esta es mi abuela, mi abuelo, mi mamá, mi papá, mi hermano, mi hermana, mis hijos, mis nietos y yo. Todos somos uno.”[1]
Estas variedades no son las mazorcas amarillas dulces y regordetas que comemos en las parrilladas. Son variedades que generaciones de nativos americanos han utilizado como alimentos, para ceremonias y otras prácticas culturales. Las semillas encarnan la historia de sus antepasados, y salvar semillas es un acto de preservación del pasado y una inversión para el futuro.
Nuestra sociedad moderna ha perdido conocimiento y aprecio por el papel crítico que desempeñan las semillas en nuestra supervivencia. Sin semillas, nuestras vidas serían imposibles.
La modificación genética de las semillas tiene serias ramificaciones en cuanto a cómo vemos la posesión de la vida misma. Corporaciones como Monsanto modifican el ADN de las semillas y patentan estas semillas de organismos genéticamente modificados (OGM) que pueden vender como propiedad intelectual; y si eres dueño de las semillas también eres el dueño de la fruta. No es de extrañar que esas semillas de OGM sean semillas suicidas, es decir; que no se pueden guardar y replantar para la próxima cosecha.[6] Por lo tanto, los agricultores tienen que comprarlas año tras año y pagar una parte de sus ganancias a los “propietarios” de las semillas.[7] La activista ambiental Vandana Shiva afirma que Monsanto ha perpetuado un ciclo de venta de sus semillas, la eliminación de alternativas y el aumento de los costos de producción para los agricultores.[7,9] En última instancia, los agricultores de todo el mundo están perdiendo su autoridad en sus prácticas y los productos de su trabajo.[7] Entre 1995 y 2012, más de 300,000 agricultores de la India se quitaron la vida debido al endeudamiento de las corporaciones de semillas.[8]
Mientras que los efectos de salud al comer alimentos transgénicos todavía se debaten,[10] el entorno en el que se cultivan es tóxico. Los cultivos transgénicos están diseñados para soportar mayor cantidad y más potentes pesticidas y,[11] y los agricultores que aplican esos productos químicos están expuestos diariamente.[12] El pesticida glifosato, el ingrediente activo de Roundup, ha sido considerado un “posible carcinógeno” por la Organización Mundial de la Salud.[13]. En una demanda colectiva en el 2020, Bayer, la empresa propietaria de Monsanto y Roundup, pagó 10,000 millones de dólares a 95,000 individuos por casos de cáncer relacionados con el pesticida mortal.[14] Y aunque muchos países de Europa han restringido el uso de semillas genéticamente modificadas (GM)[15] y productos químicos agresivos como Roundup,[16] Estados Unidos aún no ha solicitado un etiquetado estandarizado de los alimentos que contienen ingredientes transgénicos.[17] Como resultado, nuestra gente se queda desinformada y enferma.
La promesa de que las semillas GM de alto rendimiento están alimentando al mundo se desmorona cuando vemos que estos cultivos se utilizan principalmente para producir combustible de etanol, engordar ganado y producir alimentos chatarra al por mayor.[18,19] Una pérdida de diversidad en nuestras semillas y lo que cultivamos está destruyendo el planeta hoy en día. Las granjas industriales de monocultivo no tratan la tierra como un ecosistema complejo, sino como una “fábrica de cultivos” con un uso intensivo de combustible.[20] Los fertilizantes artificiales aumentan rápidamente los nutrientes en suelos agotados, pero a largo plazo, degradan la calidad del suelo y contaminan nuestra agua y aire.[21]
Mientras que SEED: The Untold Story informa a la audiencia sobre estas crisis globales resultantes de la pérdida de biodiversidad de semillas, el documental también proporciona acciones prácticas y motivadoras que todos podemos tomar. Les imploro que vean la película, o al menos lean su guía de discusión gratuita, para aprender cómo todos podemos preservar y transmitir estas semillas invaluables.
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