La apnea del sueño es una condición médica que afecta a un número creciente de personas en los países occidentales. Actualmente, la prevalencia de trastornos respiratorios moderados a severos del sueño en hombres adultos de Estados Unidos es de 10 % a 17 % y en mujeres adultas del mismo país es de 3 % a 9 %[1]. Más específicamente, la apnea-hipopnea obstructiva del sueño afecta del 2 % al 7 % de la población adulta[8]. Estas cifras han aumentado constantemente junto con el aumento de la epidemia de obesidad.
¿Por qué la apnea del sueño es un problema? Porque aumenta el riesgo de varias otras afecciones crónicas de salud, como somnolencia diurna, disfunción cognitiva, bajo rendimiento laboral, hipertensión arterial, anomalías en el metabolismo de la glucosa, ansiedad, impotencia, eventos cardiovasculares fatales y no fatales, e incluso riesgo general de muerte[2][3][4]. Se estima que el riesgo de enfermedad cardiovascular es en realidad 2,5 veces mayor en las personas que sufren de apnea obstructiva del sueño moderada a grave[8].
No hace falta decir que no dormir bien debido a un trastorno respiratorio relacionado con el sueño es un asunto serio, y debe abordarse y tratarse adecuadamente para evitar daños mayores.
La apnea obstructiva del sueño (AOS), también conocida como apnea del sueño, es una condición que involucra episodios frecuentes de colapso de las vías respiratorias superiores mientras se duerme. Esto hace que una persona no pueda respirar mientras su vía respiratoria está bloqueada. La obstrucción completa de las vías respiratorias ocurre típicamente cuando la lengua y el paladar blando se pliegan contra la parte posterior de la garganta, bloqueando el flujo de aire a los pulmones.
Las personas con apnea del sueño tienen al menos 15 episodios o más de no poder respirar cada hora mientras duermen.
Una apnea se define como la incapacidad para respirar durante al menos 10 segundos[2]. Las personas con apnea del sueño tienen al menos 15 episodios o más de no poder respirar cada hora mientras duermen. Esto hace que se “despierten”, ya que su cuerpo es estimulado para desbloquear sus vías respiratorias y “restablecer” su respiración.
En consecuencia, las personas con apnea obstructiva del sueño no pueden dormir bien ni profundamente durante la noche como lo haría una persona normal. Esto lleva a la somnolencia diurna crónica, la fatiga y una serie de otras condiciones médicas, ya que estos individuos luchan contra la privación constante del sueño.
El tratamiento de la apnea del sueño suele estar determinado por la gravedad de la condición. Esto se hace midiendo la cantidad de episodios de apnea (pérdida de flujo de aire) e hipopnea (reducción del flujo de aire) por hora. Más de 20 eventos por hora justifican un tratamiento, ya que esta cantidad de episodios se asocia con mayores tasas de mortalidad a largo plazo[5]. Sin embargo, algunos pacientes con tan solo cinco episodios por hora pueden beneficiarse del tratamiento si se quejan de somnolencia diurna o tienen una condición comórbida como la insuficiencia cardíaca.
Actualmente, ningún medicamento ha demostrado ser seguro y efectivo para la apnea del sueño. En cambio, las opciones de tratamiento disponibles incluyen modificaciones en la alimentación y el estilo de vida, aparatos orales (protectores bucales), terapia de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP, por sus siglas en inglés) y cirugía[5].
Las modificaciones simples en el estilo de vida pueden ayudar a mejorar los casos leves de apnea del sueño. Estos incluyen aprender a respirar por la nariz en lugar de la boca para evitar que la mandíbula se mueva hacia atrás contra la garganta y obstruya el flujo de aire. Puede ser necesario corregir las causas subyacentes de la obstrucción nasal, como pólipos, alergias o un tabique desviado antes de practicar esta técnica para tener éxito.
Algunas personas pueden beneficiarse al quedarse dormidos de lado en lugar de dormir boca arriba. Levantar la cabecera de la cama también puede ayudar. Estos métodos ayudan a evitar que la lengua y el paladar blando caigan contra la garganta y obstruyan el flujo de aire, aunque no funcionan para todos.
Se debe evitar fumar, beber alcohol y el uso de sedantes (pastillas para dormir y medicamentos para el dolor). Todos estos factores aumentan la incidencia de la restricción u obstrucción del flujo de aire y la apnea del sueño[2][5].
La obesidad juega un papel importante en la mayoría de los pacientes con apnea del sueño. Hay una tasa de prevalencia de apnea del sueño del 40 % en hombres con sobrepeso, y esta aumenta a 40 % al 90 % en hombres obesos con un IMC superior a 40 kg / m²[6]. Cualquier persona que tenga sobrepeso o sea obesa tiene mayor riesgo de apnea del sueño. De hecho, más del 60 % de los pacientes remitidos para una evaluación diagnóstica del sueño tienen sobrepeso o son obesos[2]. No hace falta decir que se puede lograr una gran mejoría en los pacientes que sufren de apnea del sueño solo al perder peso. Este debe ser el enfoque principal de cualquier paciente con sobrepeso u obesidad y que sufra de apnea del sueño.
Si bien la cirugía bariátrica ha tenido éxito en el tratamiento de la apnea del sueño en los pacientes, también conlleva riesgos, como cualquier cirugía[7]. Una alternativa mejor y más segura para combatir el factor de la obesidad de la apnea del sueño es perder peso de forma natural a largo plazo. Si bien existen muchas dietas para bajar de peso, una alimentación basada en plantas sin procesar funciona mejor para lograr una pérdida de peso sostenible a largo plazo. No solo se ha comprobado que ayuda a las personas a perder peso, sino que también se ha demostrado que previene, detiene e incluso revierte muchas de nuestras enfermedades crónicas comunes como las enfermedades cardíacas, la diabetes y algunas formas de cáncer.
La pérdida de peso es tan útil para la apnea del sueño que una simple pérdida del 10 % al 15 % en el peso corporal resulta en una reducción del 30 % al 50 % en la gravedad de la apnea del sueño[6]. Si tienes sobrepeso u obesidad y pesas 200 libras (90,7 kilogramos), perder 20 libras (9,07 kilogramos) probablemente reducirá tus síntomas de apnea del sueño en aproximadamente de un tercio a la mitad. Ese es un gran retorno por tus esfuerzos, y todo sin efectos secundarios negativos.
Es posible que hayas escuchado que el riesgo de diabetes de una persona aumenta con el exceso de grasa abdominal. Lo mismo ocurre con la apnea del sueño. Tener exceso de grasa corporal alrededor del cuello, la cintura y el abdomen aumenta las posibilidades de tener apnea del sueño[6]. Esto es razonable porque el exceso de grasa corporal en estas áreas puede restringir aún más la vía respiratoria o dificultar la respiración en general. Por lo tanto, perder grasa en estas áreas puede ser particularmente útil en aquellos pacientes con apnea del sueño.
Para obtener más información sobre la pérdida de peso (y, por lo tanto, reducir el riesgo de apnea del sueño), visita mi página sobre obesidad (en inglés) para obtener recomendaciones y consejos que te ayudarán a tener éxito en tu trayecto para perder peso.
Los aparatos orales o los protectores bucales a menudo se utilizan para tratar los casos menos graves de apnea del sueño del orden de gravedad leve a moderada. También se pueden usar para tratar a pacientes que no pueden tolerar los dispositivos para la presión positiva continua en las vías respiratorias o que fallan a otra terapia.
Los aparatos orales funcionan al mover la mandíbula y la lengua hacia adelante mientras la persona duerme, lo que evita que la lengua se pliegue en la parte posterior de la garganta. Esto ayuda a mantener la vía respiratoria abierta y sin obstrucciones, permitiendo que el flujo de aire vuelva a los pulmones. Estos dispositivos deben estar hechos especialmente a la medida de la boca de cada individuo para que sean efectivos. Esto generalmente lo hace un dentista u otro profesional de la salud bucal.
Se ha demostrado que los dispositivos orales son eficaces para reducir la gravedad de la apnea del sueño y para reducir la somnolencia diurna excesiva[8][9]. Sin embargo, aún no se ha demostrado que reduzcan las enfermedades cardiovasculares asociadas con la apnea del sueño.
El cumplimiento a largo plazo puede ser un problema con estos dispositivos y, obviamente, si el paciente no utiliza los dispositivos, entonces no son beneficiosos.
La terapia de presión positiva continua en las vías respiratorias se considera la regla de oro para quienes padecen apnea del sueño, particularmente en casos moderados a graves de la enfermedad. Se ha demostrado que la presión positiva continua en las vías respiratorias es más efectiva para reducir la gravedad de la apnea del sueño y la somnolencia diurna excesiva que los aparatos orales o no tener terapia[8]. También se ha demostrado que la terapia con presión positiva continua en las vías respiratorias mejora la calidad de vida y el estado funcional de las personas, reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular y reduce los accidentes automovilísticos en aquellos que sufren de apnea del sueño[5][8].
La terapia de presión positiva continua en las vías respiratorias consiste en una máquina con un ventilador que sopla aire bajo presión (a través de una máscara) en las fosas nasales o la boca del paciente. Esta presión de aire positiva mantiene naturalmente las vías respiratorias y la parte posterior de la garganta abiertas para permitir un flujo de aire continuo hacia los pulmones. Las máscaras utilizadas en la terapia con presión positiva continua en las vías respiratorias pueden cubrir solo las fosas nasales o tanto como las fosas nasales y la boca al mismo tiempo.
El uso de una máscara mientras se duerme durante la noche puede ser incómodo para algunos pacientes. También tiene efectos secundarios para algunos individuos, entre los que se incluyen síntomas nasales (sequedad, congestión, secreción nasal), fugas de aire por la mascarilla, claustrofobia, abrasiones cutáneas, conjuntivitis y presión en la cara[5]. Debido a esto, la adherencia a largo plazo puede ser un problema con el dispositivo de presión positiva continua en las vías respiratorias. Hasta el 50% de los pacientes no usarán la máscara durante toda la noche y, por lo tanto, no se beneficiarán de esta terapia.
Los procedimientos quirúrgicos para tratar la apnea del sueño incluyen, entre otros, cirugía bariátrica, cirugía de las fosas nasales, técnicas quirúrgicas para el paladar blando y cirugía de mandíbula[10][11] . Todas las cirugías conllevan riesgos e incluyen un período de recuperación que puede durar desde varias semanas hasta meses antes de que el paciente vuelva a la normalidad. Debido a los riesgos y al tiempo de recuperación, la cirugía suele ser el último recurso para los pacientes a quienes les han fallado todas las demás formas de tratamiento.
Las cirugías de paladar blando implican la remoción o remodelación de los tejidos blandos en la garganta, que pueden o no incluir las amígdalas y las adenoides. Este tipo de cirugía tiene una tasa de éxito quirúrgico del 50 % y una tasa de curación del 16 %.
La cirugía de la mandíbula consiste en ajustar quirúrgicamente la ubicación de la mandíbula inferior y superior moviéndola hacia adelante para volver a abrir la vía respiratoria. Esta cirugía da como resultado un largo periodo de recuperación. Durante al menos dos semanas, al paciente solo se le permite estar en una dieta líquida. No se le permite masticar durante cuatro a seis semanas. La tasa de éxito quirúrgico es del 86 % y la tasa de curación es del 43 % con este tipo de cirugía.
Se ha demostrado que la cirugía bariátrica disminuye la gravedad de la apnea del sueño al fomentar la pérdida de peso en individuos obesos. Sin embargo, la apnea del sueño vuelve a ocurrir en al menos el 40 % de los pacientes que se someten a esta cirugía.
La apnea obstructiva del sueño es una condición médica que puede afectar gravemente la calidad de vida de quienes la padecen. La somnolencia diurna excesiva ocurre en la mayoría de los individuos, y muchas otras enfermedades crónicas también pueden darse en paralelo, especialmente la hipertensión y la enfermedad cardiovascular.
Si bien no existen medicamentos para tratar esta enfermedad, existen otras opciones, tanto en la forma de modificaciones de la alimentación y el estilo de vida como en los métodos convencionales que utilizan la terapia con presión positiva continua en las vías respiratorias o los protectores bucales. La terapia con presión positiva continua en las vías respiratorias es el pilar del tratamiento para la mayoría de los pacientes con apnea del sueño, pero a menudo no tiene éxito a largo plazo, debido a una adherencia deficiente.
El objetivo principal de un régimen de tratamiento a largo plazo exitoso para pacientes con apnea del sueño debe ser la pérdida sostenida y permanente de peso y los ajustes posteriores en el estilo de vida. La adopción de una alimentación basada en plantas sin procesar puede ayudar a los pacientes a lograr esto sin someter a las personas a dietas de privación de calorías, difíciles de sostener. Es por eso que esta alimentación es tan exitosa para ayudar a las personas a perder peso, porque pueden comer todo lo que quieran de alimentos basados en plantas sin procesar y aún así seguir perdiendo peso.
Además, quienes adopten esta forma de comer y vivir experimentarán otros beneficios para la salud. Para obtener más información sobre una alimentación y estilo de vida basado en plantas sin procesar, siéntete libre de visitar este sitio web con sus invaluables herramientas y recursos que te ayudarán a lograr una vida de salud óptima y noches tranquilas y sanas.
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