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Centro de Estudios en Nutrición del Dr. T. Colin Campbell
¿Una alimentación basada en plantas sin procesar puede ayudar a preservar la salud del riñón?

Con base en la estimación de The National Kidney Foundation (La Fundación Nacional del Riñón, en español) hay aproximadamente 26 millones de estadounidenses con enfermedad renal crónica y millones más están en riesgo (About Chronic Kidney Disease [Sobre la enfermedad renal crónica, en español], 2013). Para poner esto en perspectiva, esto es solo ligeramente superior a los 25,8 millones de estadounidenses con diabetes (Diabetes Statistics, 2013). Si conoces a alguien con diabetes, entonces probablemente conoces a alguien con enfermedad renal crónica.

Los principales factores de riesgo de la enfermedad renal crónica son la diabetes y la hipertensión. Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), hay aproximadamente 68 millones de estadounidenses que tienen hipertensión (High Blood Pressure, 2013). Otros factores de riesgo de enfermedad renal crónica incluyen trastornos autoinmunes, enfermedades inflamatorias y enfermedades obstructivas tales como los cálculos renales y las infecciones urinarias recurrentes. También se sugiere que los aditivos alimentarios fosfatados de alimentos procesados ​​pueden contribuir a la progresión de la enfermedad renal crónica en individuos sanos y en riesgo (Ritz, Hahn, Ketteler, Kuhlmann, & Mann, 2012).

Por lo tanto, ¿puede una alimentación basada en plantas sin procesar ayudar realmente en la preservación de la salud renal? La respuesta es, inequívocamente, SÍ. Existe una gran cantidad de evidencia que sugiere que una alimentación basada en plantas puede tratar, revertir e incluso prevenir la diabetes. El Dr. Neal Barnard, del Comité de Médicos por una Medicina Responsable, comparó una dieta vegana baja en grasa (10 % de energía proveniente de la grasa, 15 % de proteína y 75 % de carbohidratos) con una dieta típica de la Asociación Americana de la Diabetes (ADA por sus siglas en inglés) (15 % a 20% de proteínas, 7 % de grasas saturadas, 60 % a 70 % de carbohidratos y grasas monoinsaturadas y 200 mg de colesterol al día). La hemoglobina A1C, un marcador de control de la diabetes, cayó 1,23 puntos en el grupo vegano de bajo contenido graso frente a solo una caída de 0,38 puntos en el grupo de la Asociación Americana de la Diabetes (Barnard et al., 2006, Results section, para. 1). Otro estudio, por Harding y otros expertos (2008, Results section, para. 1) encontró que los niveles plasmáticos más altos de vitamina C, como un biomarcador de la ingesta de frutas y vegetales, se asocian con un menor riesgo de diabetes.

Cuando se trata del tratamiento y la prevención de la hipertensión, la evidencia del impacto positivo de una alimentación basada en plantas sin procesar es igualmente convincente. Un estudio mostró que el ácido glutámico, que es el aminoácido primario en la proteína vegetal, tiene un efecto reductor sobre la presión arterial (Stamler et al., 2009, Conclusions section, para. 1). Además, un Adventist Health Study (Estudio de Salud en Adventistas, en español) muestra que los veganos tienen menos hipertensión que los consumidores de carne (Pettersen, Anousheh, Fan, Jaceldo-Siegl, & Fraser, 2012, Abstract, para. 5). Por último, la American Heart Association (AHA, por sus siglas en inglés. Asociación Americana del Corazón, en español) recomienda reducir la ingesta de sodio para ayudar a disminuir la presión arterial o evitar que la presión arterial alta se desarrolle en primer lugar (Prevention & Treatment of HBP, 2013); es ampliamente aceptado que las comidas procesadas ​​son notoriamente más altas en sodio que los alimentos sin procesar.

También se sugiere que una alimentación rica en vitaminas y minerales y moderada en proteínas y calorías puede proteger contra el daño tisular y suprimir la inflamación. La nefropatía por IgA es la inflamación de los glomérulos del riñón. Es la glomerulonefritis más común en el mundo (What is IgA Nephropathy?, 2013). Los ácidos grasos que se encuentran en las comidas de origen animal pueden ser proinflamatorios, mientras que los ácidos grasos que se encuentran en los alimentos vegetales son antiinflamatorios. The IGA Nephropathy Support Network (Red de soporte para la nefropatía por IgA en español) ofrece nuevas razones para cambiar de comer proteínas de origen animal a una alimentación basada en plantas: para ayudar a reducir la tensión en los riñones y reducir la respuesta inflamatoria perjudicial.

Por último, se sugiere que un patrón alimentario de estilo occidental (alto consumo de grasas saturadas, comidas procesadas ​​y dulces) puede estar asociado con la disminución de la función renal; mientras que un patrón alimentario más prudente (alto consumo de frutas, vegetales y cereales de grano entero) puede estar asociado con la preservación de la función renal. Un estudio realizado por Nettleton, Steffen, Palmas, Burke y Jacobs (2008) encontró que los participantes con un mayor consumo de frutas, vegetales y cereales de grano entero tenían un menor cociente albúmina/creatinina, que es un marcador temprano de la enfermedad renal, mientras que los participantes con un mayor consumo de comidas de origen animal no lácteas tuvieron mayor cociente albúmina/creatinina. Un análisis de un subgrupo del Nurses’ Health Study (Lin et al., 2011, Conclusions, para. 5) también encontró una asociación significativa con mayores probabilidades de microalbuminuria y rápida insuficiencia del riñón con un patrón dietético de estilo occidental en comparación con un patrón alimentario más prudente.

Si tienes enfermedad renal, factores de riesgo o simplemente deseas preservar la salud de tu riñón durante los próximos años, una alimentación basada en plantas sin procesar es una manera razonable y eficaz para lograr y mantener a largo plazo la salud renal.

Esta pregunta fue respondida por Joan Entwistle, MSEd, RD, CDN, una graduada del Certificado de Nutrición Basada en Plantas.

Referencias

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  2. American Heart Association. (2013, August). Prevention & Treatment of HBP. Retrieved from (link)
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  5. Harding AH, Wareham NJ, Bingham SA, Khaw K, Luben R, Welch A, Forouhi NG. (2008). Plasma vitamin C level, fruit and vegetable consumption, and the risk of new-onset type 2 diabetes mellitus: the European prospective investigation of cancer–Norfolk prospective study. Archives of Internal Medicine.,168(14),1493-9. (link)
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