Hoy hay una gran historia en todos los medios de comunicación principales, que es la definición misma de “noticias falsas”. Se trata de un nuevo informe publicado en Annals of Internal Medicine (1 de octubre: doi: 10.7326 / M19-1621), titulado Unprocessed red meat and processed meat consumption: dietary guideline recommendations (“Consumo de carne roja sin procesar y carne procesada: guías de las recomendaciones alimenticias”, en español) del consorcio NutriRECS. Este recomienda que “los adultos continúen con el consumo actual de carne sin procesar… [y] de carne procesada”, y ha aparecido en los titulares del New York Times, el Washington Post, la Radio Pública Nacional, CNN, casi todos los medios que son relevantes.
El artículo está escrito por 19 “científicos” que representan un consorcio internacional de recomendaciones nutricionales relativamente nuevo que afirma estar produciendo “lineamientos nutricionales rigurosos basados en evidencia que se adhieren a los estándares de confiabilidad”. Pretenden estar por encima de la pelea, cuidadosos en minimizar los conflictos de intereses.
Los efectos de la carne sobre la salud no se caracterizan por una simple relación de causa y efecto. Hay muchos tipos de carne, muchos tipos de resultados de enfermedades (cánceres, enfermedades cardiovasculares, etc.) y muchos tipos de estudios experimentales que se han utilizado para investigar esta relación. También ha sido un tema de interés médico y científico durante muchas décadas.
Como investigador, conferencista y participante en políticas de alimentos y salud, he estado cerca de este tema durante más de seis décadas. De hecho, he sido miembro o presidente de los paneles y comités cuyas conclusiones están siendo cuestionadas por este nuevo informe. En este momento, estoy terminando otro libro (con Nelson Disla) —que lleva aproximadamente 35 años en desarrollo (¡no, esto no es un error tipográfico!) — que se centra precisamente en por qué la ciencia de la nutrición ha sido tan confusa durante tanto tiempo, al menos a lo largo de dos siglos. Dentro de esa vasta literatura sobre alimentación, nutrición y salud, encuentro que una de las principales razones (si no la más importante) por las que se entiende mal la nutrición es la forma en que se realiza la investigación y se interpretan los hallazgos.
Casi todas las fases de la investigación experimental y la práctica clínica en el campo de la “medicina” se centran en partes muy pequeñas de la información total. Esto afecta la forma en la que interpretamos las causas, los efectos, los mecanismos de efecto (es decir, la plausibilidad biológica) y las modalidades de tratamiento de la enfermedad. Del mismo modo, el mercadeo, la cobertura de los medios y el desarrollo de políticas de alimentación y salud se centran en partes muy pequeñas de la información total. El costo de esta miopía es tremendo. Por ejemplo, la proteína de origen animal aumenta drásticamente el desarrollo de cáncer experimental, colesterol sérico y enfermedad cardíaca temprana, cuyos resultados son consistentes con asociaciones a corto y largo plazo de dietas basadas en proteínas de origen animal con enfermedades humanas.
“Este informe muestra una falta grave y fatal de comprensión del concepto de nutrición”.
Con estos antecedentes en mente, este nuevo informe sobre el efecto de la carne en la salud humana ilustra este problema tan bien como cualquier otro. Aunque los problemas con el artículo original son varios, sugiero que la tergiversación clave es la comprensión muy pobre de los autores de las ventajas y desventajas de los ensayos clínicos aleatorizados (ECA, el llamado “estándar de oro”) y estudios observacionales (correlación), por los cuales emiten un juicio sobre la “calidad” de la evidencia. Para ellos, la calidad es más alta cuando los resultados son producidos por datos de ECA y más baja cuando se basa en estudios observacionales. ¡Lo opuesto es la verdad! Los datos de ECA no tienen esencialmente ningún valor para los estudios de efectos nutricionales porque los estudios de ECA solo son útiles para estudiar entidades específicas (una causa, un efecto). Esa no es la forma en la que funciona la nutrición: la nutrición involucra innumerables entidades que trabajan juntas y producen innumerables efectos. Los estudios observacionales también son descartados como débiles debido a las variables de “confusión residual”, la cual es una crítica justa, pero solo cuando el investigador hace la misma suposición errónea sobre los efectos de un agente individual que son inoperantes en la nutrición.
Este informe muestra una falta grave y fatal de comprensión del concepto de nutrición. Se refiere a la evidencia como si la nutrición fuera un derivado de la farmacología; este es un producto de la imaginación del establecimiento médico moderno. En lugar de ser un derivado de la farmacología, la nutrición es una disciplina científica de la más alta prioridad, y nuestra incapacidad para comprender esta disciplina ha resultado en un número inimaginable de vidas perdidas prematuramente y un desperdicio de dólares.
Estos autores han fallado, estrepitosamente, en su comprensión de este tema y están haciendo un gran daño al público.
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