En la primera parte de esta serie, analizamos tres tendencias principales de la nutrición en el 2023: sostenibilidad, nutrición personalizada o individualizada y alimentos funcionales. Haz clic aquí para leer la primera parte. En este artículo, seguiremos repasando algunas de las principales tendencias en salud y nutrición de ese año.
Aunque las ventas de alcohol se dispararon durante la pandemia del COVID-19, el movimiento de “sobrios curiosos” ha aumentado desde entonces y se está convirtiendo en parte de la corriente dominante.[1] Varios factores han contribuido a esta tendencia, convirtiéndola en una parte cada vez más predecible y significativa de la industria de bebidas:
1. Salud y bienestar
Aunque los supuestos beneficios de beber muy poco o moderadamente, así como tomar una copa de vino tinto con la cena, todavía se discuten con frecuencia, los consumidores han estado conscientes durante mucho tiempo de las consecuencias generalmente negativas para la salud asociadas con el consumo de alcohol: daño hepático, presión arterial alta, riesgo de cáncer, debilitamiento del sistema inmunológico, adicción, insomnio y más. No es de sorprender que a medida que más personas se centran en adoptar opciones de estilo de vida más saludables, la decisión de reducir o eliminar el consumo de alcohol sea cada vez más popular.
Mientras que antes las bebidas sin alcohol eran el dominio de los alcohólicos en recuperación, ahora los consumidores, preocupados por su salud y menos preocupados por la dependencia y la adicción, se suman cada vez más a esta tendencia. Solo el 17 % de las personas que consumen bebidas bajas en alcohol o sin alcohol se abstienen de todo alcohol.[2] Reforzando esta tendencia está la creciente popularidad de las bebidas alcohólicas “mejores para ti”, incluyendo productos con menos calorías o menos azúcar.[3] Si es que las bebidas alcohólicas “mejores para ti” son realmente mejores para ti es un tema más complejo, pero no se puede negar la creciente demanda, con un aumento del consumo del 20 % entre el 2021 y el 2022.
2. Cambios sociales y culturales
Además de elegir bebidas sin alcohol por motivos de salud, los consumidores están experimentando cada vez más con la disminución del consumo de alcohol por motivos sociales. Aunque existe cierto solapamiento entre ambos, algunos bebedores optan por no consumir alcohol por motivos totalmente ajenos a la salud. Quizá el mejor indicio de este cambio es la división generacional del consumo: las encuestas muestran que los estadounidenses más jóvenes están más propensos a beber menos o a no beber en absoluto. Los millennials están más propensos, que la Generación X o los baby boomers, a participar en eventos anuales de sobriedad como el “enero seco”[3] y también han impulsado la reducción de las ventas de cerveza,[4] pero los miembros de la Generación Z son los que menos beben — un 20 % menos que otras generaciones a su edad.[5]
Es menos probable que estos jóvenes estén motivados por problemas de salud que sus padres o abuelos; es menos probable que se preocupen de esos problemas de salud, punto. Entonces, ¿qué les lleva a reducir su consumo? En algunos casos, puede que intenten gastar menos, pero en general, también es que la bebida ocupa un lugar menos destacado en su vida social. Un analista de la industria de bebidas sugirió que los consumidores más jóvenes ya no creen que beber está de moda.[4]
3. Nuevos productos
Por último, los principales actores del sector están aprovechando la oportunidad de satisfacer las preferencias cambiantes de los consumidores. Además, están apareciendo numerosas start-ups de bebidas sin alcohol, con productos en las tiendas de comestibles de todo el mundo. Entre los productores se encuentran Athletic Brewing Co., Surely y Curious Elixirs.[1]El beneficio potencial de estas nuevas empresas no es insustancial: “Las ventas totales de bebidas no alcohólicas en Estados Unidos se situaron en 395 millones de dólares, mostrando un crecimiento interanual del +20.6 % [desde agosto de 2021 a agosto de 2022]”[6]
Por último, hay un mayor énfasis en la producción de bebidas sin alcohol de mayor calidad para una gama más diversa de experiencias. Los mixólogos están experimentando con muchos ingredientes únicos — como cáñamo, corteza, extractos de higo y diferentes raíces — para producir cócteles artesanales con perfil de sabores complejos capaces de competir con sus homólogos alcohólicos.[1]
La tendencia hacia una vida más sana y consciente; los cambios sociales y la creciente disponibilidad de bebidas no alcohólicas de alta calidad sugieren que este cambio en las preferencias de los consumidores puede seguir creciendo en un futuro próximo.
Más información: Alcohol: 16 razones para reconsiderar tu trago
La creciente popularidad de la salud intestinal refleja una mayor conciencia de la importancia de una microbiota intestinal sana para el bienestar general. La microbiota intestinal es una compleja comunidad de billones de microorganismos, como bacterias, virus, hongos y otros microbios, tanto útiles como potencialmente dañinos, que residen en el tracto gastrointestinal. Estos microorganismos coexisten pacíficamente en individuos sanos, “encontrándose el mayor número en el intestino delgado y grueso, pero tenemos microbiotas especializadas que se encuentran también por todo el cuerpo”.[7] Las investigaciones han demostrado cada vez más que el equilibrio y la diversidad de estos microorganismos desempeñan un papel crucial en diversos aspectos de la salud, desde la digestión y la función inmunitaria hasta el bienestar mental. Varios factores contribuyen a la creciente popularidad de la salud intestinal:
1. Mayor reconocimiento del vínculo intestino-cuerpo
Aunque queda mucho por aprender sobre la salud intestinal, parece que los investigadores están descubriendo constantemente nuevas conexiones entre lo que ocurre en nuestro intestino y otros aspectos de nuestra salud. Las pruebas son ahora abrumadoras: sabemos que nuestras acciones y nuestro entorno no sólo afectan a la calidad de nuestra microbiota intestinal, sino que la determinan radicalmente. Esta influencia existe a lo largo de toda la vida, como cabría esperar, pero también durante el nacimiento e incluso en el útero.[8] Para bien o para mal, nuestros hábitos de vida, las exposiciones ambientales, los medicamentos, los niveles de estrés y la calidad del sueño afectan la microbiota intestinal. Por supuesto, también lo hace nuestra alimentación. La fibra, en particular, es fundamental para mantener equilibrio y diversidad saludables en nuestra microbiota, ya que las bacterias intestinales buenas se alimentan de ella. (Más información: La fibra y el sistema inmune; los mejores alimentos para la salud intestinal)
La conexión entre la disbiosis (microbiota intestinal desequilibrada y deficiente) y los síntomas intestinales es fácil de visualizar. Lo que resulta aún más novedoso y fascinante es la creciente evidencia del alcance extraintestinal del intestino, incluyendo la relación bidireccional entre el cerebro, el intestino y la microbiota intestinal (a menudo denominada el eje microbiota-intestino-cerebro) con investigadores que ya han determinado múltiples canales de comunicación entre los componentes de este sistema.[9] En concreto, los investigadores están estudiando la relación entre la microbiota intestinal y muchos trastornos comunes, como el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el trastorno del espectro autista, el trastorno bipolar, la esquizofrenia, el trastorno depresivo mayor, la ansiedad, la enfermedad de Parkinson, la migraña, la epilepsia y los trastornos del sueño.[8][10][11]
Esta validación científica ha avivado el interés público y ha contribuido a popularizar la salud intestinal. A medida que los investigadores continúan explorando estas redes de interacción, los efectos de la nutrición en la salud intestinal seguramente ocuparán un lugar aún más prominente en nuestro pensamiento.
2. Mayor prevalencia de problemas digestivos
No es casualidad que la salud intestinal se haya convertido en un tema de moda. Los datos del 2022 mostraron que casi el 40 % de los estadounidenses se vieron forzados a interrumpir sus actividades rutinarias — incluyendo hacer ejercicio, hacer diligencias y socializar — el año anterior debido a molestos síntomas intestinales.[12] Los síntomas gastrointestinales (GI) más comunes — acidez, indigestión, distensión o gases, dolor abdominal, estreñimiento, etc. — son endémicos en EE. UU. y en muchos otros países. Según los datos de una encuesta representativa a escala nacional, casi dos tercios de los estadounidenses padecen de estos síntomas y declaran haber sufrido al menos uno en la última semana.[13]
Por último, los síntomas digestivos aparentemente leves o moderados también pueden ser precursores de enfermedades digestivas crónicas, que en conjunto representan algunas de las enfermedades más mortales y costosas y que afectan a veinte millones de estadounidenses. Estas enfermedades son las terceras más costosas económicamente entre todas las enfermedades, representan una cuarta parte de todas las cirugías y son la causa número uno de hospitalización.[14]
3. La comercialización de productos “saludables para el intestino”
La industria de la alimentación y las bebidas ha respondido a esta tendencia de una forma similar a como lo hizo con la tendencia de consumir menos, poco o nada de alcohol: el desarrollo y la comercialización de productos ha estallado. Se estima que el tamaño del mercado mundial de productos para la salud digestiva aumentará de 51,700 millones en el 2022 a 98,400 millones a finales de la década.[15]
La industria láctea, en particular, se está aprovechando del apetito creciente por alimentos saludables para el intestino, ya que se cree que los probióticos presentes en los productos lácteos fermentados como el yogur y el kéfir contribuyen a una microbiota intestinal más sana. Sin embargo, según la Dra. Angie Sadeghi, gastroenteróloga, los supuestos beneficios de los probióticos de estos productos se deben sopesar con los posibles riesgos para la salud de los lácteos: eczema, acné, diarrea, gases, distensión, dolor abdominal, empeoramiento del síndrome del intestino irritable, etc. Además, décadas de investigación experimental han demostrado el potencial cancerígeno de las proteínas de origen animal, en concreto la caseína, la principal proteína de la leche de vaca.
Otros productos populares para la salud digestiva son la kombucha, el chucrut, las bebidas deportivas enriquecidas y los suplementos de enzimas digestivas en forma de pastillas, cápsulas, polvos o líquidos. Como era de esperar, estos productos coinciden en gran medida con algunas de las principales tendencias nutricionales analizadas en este artículo y en el anterior. Date cuenta de la convergencia: “Se estima que el uso de ingredientes funcionales, como prebióticos y probióticos, aumentará en las bebidas no alcohólicas, lo que contribuirá a la expansión del mercado”[15] y, por último, “la diferencia en la respuesta individual [a las intervenciones alimenticias] basada en la microbiota intestinal puede convertirse en un importante enfoque de investigación para la nutrición personalizada y la gestión o manejo de la salud”.[16]
Aunque el creciente interés por la salud intestinal parece subrayar un cambio más amplio hacia una comprensión más wholistica (wholístic) de la salud que toma en cuenta la interconexión de varios sistemas corporales, a medida que la investigación en este campo sigue evolucionando, es probable que el énfasis en la salud intestinal y su papel en el bienestar general tome un giro más reduccionista — con el aumento de la venta de suplementos y los llamados alimentos funcionales. Debemos abordar la salud intestinal con una perspectiva equilibrada y tomar decisiones informadas sobre el estilo de vida basadas en el conjunto más amplio de evidencia científica. Recuerda también: es más que posible mantener un intestino próspero sin productos especializados. De hecho, se puede mantener la salud intestinal consumiendo una alimentación natural que contenga una amplia gama de alimentos basados en plantas sin procesar.
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La alimentación atenta y consciente es una práctica cada vez más popular que anima a las personas a prestar atención a la experiencia de comer, fomentando una mayor conciencia en los aspectos sensoriales de los alimentos y las señales que guían el hambre y la saciedad. Arraigada en prácticas seculares de atención plena que tienen su origen en diversas tradiciones religiosas y de meditación, esta forma de comer puede traer numerosos beneficios para la salud. He aquí algunos aspectos claves de la alimentación consciente:
1. Conciencia presente… sin distracciones
La alimentación consciente anima a las personas a estar plenamente presentes durante las comidas, haciendo que sus sentidos se den cuenta de los colores, las texturas, los olores y los sabores de los alimentos. Esta presencia ayuda a saborear la experiencia de comer en lugar de consumir los alimentos de forma automática o distraída. Minimizar las distracciones (como ver la televisión o navegar en internet desde el teléfono) es fundamental para superar la alimentación inconsciente.
2. Escuchar las señales de hambre y saciedad
Cuanto más presentes estemos, mejor nos podremos sintonizar con las señales de hambre y saciedad, lo cual nos ayudará a comer sólo cuando realmente tengamos hambre, a dejar de hacerlo cuando estemos satisfechos y a prestar atención a las señales sutiles que indican saciedad. Este enfoque consciente puede evitar el comer en exceso y ayuda a promover una relación equilibrada con la comida.
3. Afinar la conexión mente-cuerpo
Al reducir la velocidad y prestar atención a cómo nos hacen sentir los diferentes alimentos, incluso sólo en el acto de masticar, y al reconocer los desencadenantes emocionales o relacionados con el estrés que nos llevan a comer, las personas pueden desarrollar una apreciación más profunda de lo que está sucediendo en sus cuerpos mientras los nutren.
4. Practicar la moderación y el equilibrio
Aunque la alimentación consciente no recomienda una dieta específica, su énfasis en la moderación y el equilibrio armoniza perfectamente con el consumo de alimentos sanos y variados. Esto no hace que cualquier dieta sea inherentemente consciente — ya que es posible comer alimentos basados en plantas sin procesar (WFPB, por sus siglas en inglés) sin pensar, como cualquier otra persona. Pero algunos alimentos se prestan especialmente bien para esta práctica. Por ejemplo, puede que te resulte más fácil comprometerte con una ensalada nutritiva llena de verduras frescas de tu huerto que con un Big Mac.
5. Ejercitar la conciencia no-crítica
Quienes practican la alimentación consciente intentan observar sus pensamientos y sentimientos ante la comida sin juzgarlos. Este tipo de conciencia implica reconocer y aceptar los pensamientos sin ponerles etiquetas de buenos o malos. Al adoptar una actitud libre de prejuicios, las personas pueden fomentar una relación más sana con la comida y reducir la alimentación emocional o relacionada con el estrés.
6. Mostrar gratitud
Por último, la alimentación consciente implica a menudo cultivar agradecimiento por los alimentos y reconocer el esfuerzo que conlleva su producción y distribución. Esta práctica fomenta una actitud positiva y de apreciación hacia la nutrición del cuerpo. Añadir este paso tan sencillo a la hora de comer puede repercutir profundamente en el bienestar mental y emocional.
Juntos, estos seis principios pueden ayudar a tratar a los pacientes con trastornos alimentarios y obesidad; las investigaciones también han demostrado que la alimentación consciente está asociada a los tipos y la cantidad de alimentos que se consumen.[17] Por ejemplo, los niveles más altos de atención consciente se han asociado con elegir frutas en lugar de dulces como merienda. Por el contrario, las investigaciones han demostrado que comer distraído, sobre todo mientras se ve televisión, conduce a una mayor ingesta de alimentos.[18]
Más información 5 recomendaciones esenciales para una alimentación consciente; Los mejores consejos para comer de forma consciente y mantener el equilibrio.
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