Yo ya había sido una consumidora de la alimentación basada en plantas sin procesar —abreviada WFPB (sigla de Whole Food Plant-Based)— durante años cuando completé el Certificado de Nutrición Basada en Plantas, el programa de eCornell. Tengo 60 años, soy atlética y me siento muy bien, así que mi historia no es particularmente interesante; sin embargo, mis padres, de 83 y 84 años, transformaron su salud al adoptar una alimentación basada en plantas sin procesar. Se mudaron recientemente a mi casa y yo soy quien cocina. Recibimos su último grupo de exámenes de sangre después de que se mudaron y la mejora es nada menos que un milagro. Su cardiólogo les ha retirado a ambos todos los medicamentos, a excepción de uno cada uno, y pronto, también ese puede ser eliminado.
Aquí están los detalles:
Mi padre tuvo un infarto de miocardio (MI, en inglés) hace 3.5 años, con una implantación de un estent. Le fueron prescritos de cuatro a cinco medicamentos diferentes. Tenía 81 años en ese momento; había sido un corredor de maratón y ciclista de larga distancia hasta los 70 años. No tenía antecedentes de hipertensión. Su colesterol fluctuó alrededor de 200-260, pero nunca le fue recetada una estatina. Catorce meses después del infarto de miocardio, tuvo otra oclusión del estent y se lo reemplazaron. No tenía sobrepeso. Su dieta sería considerada como buena por muchas personas desinformadas: carne y aves de corral en cantidades moderadas, algunos huevos a la semana, leche descremada, mantequilla en las tostadas pero no en las verduras, panes integrales, una ensalada cada noche, aceite de oliva para la cocción, verduras y frutas frescas, pero también consumía sánduches de queso a la parrilla y helado. Agregué los dos últimos porque él amaba estas comidas. Él comía helado casi todas las noches. Se aseguró de que mi madre comprara helado de leche helada, pensando que sería más saludable.
Además de sus problemas cardiovasculares (CV, en inglés), tuvo una larga historia de depresión tratada con varios antidepresivos de éxito variado. Su depresión después de los dos eventos cardiovasculares fue notablemente peor y su antidepresivo no estaba ayudando.
Mi madre fue diagnosticada a los 82 años con fibrilación auricular en diciembre de 2013. Fue hospitalizada y le recetaron de tres a cuatro medicamentos. También parecía tener síntomas tempranos de demencia; los médicos dijeron que la fibrilación auricular pudo haber causado pequeños derrames cerebrales. También tenía antecedentes de síndrome del intestino irritable (IBS, en inglés) y presión arterial alta. Su IMC era de 36.2 y tenía sobrepeso, aunque había probado muchas dietas durante toda su vida.
En diciembre de 2014, se hizo evidente que mis padres ya no podían vivir sin asistencia alimentaria. Estaban dependiendo cada vez más de comidas preparadas y comidas rápidas, muy común entre los ancianos, y sentí que esto estaba contribuyendo a su continuo empeoramiento. Les pedí que se mudaran a mi casa en enero de 2015. Inmediatamente comenzaron a consumir una alimentación basada en plantas sin procesar. En dos días, los síntomas del síndrome del intestino irritable de mi madre habían desaparecido. No había dolor de estómago o diarrea. En una semana, los problemas digestivos de mi padre con el estreñimiento habían desaparecido.
Hicieron sus análisis de sangre unos meses más tarde. Su cardiólogo se sorprendió con los resultados. (Él me había dicho anteriormente que pensaba que la alimentación basada en plantas sin procesar era “demasiado extrema”. Le respondí: “¡En mi mundo, tratar de hacer un seguimiento de 10 medicamentos dos veces al día para dos padres mayores es extremo!”).
El colesterol total de mi padre disminuyó de 260 a 132. Mi madre pasó de 220 a 175. Su presión arterial es normal, si no baja. A ambos les han sido retirados todos los medicamentos, a excepción de un medicamento cada uno. Mi madre perdió 21 libras en tres meses y medio. Mi padre perdió ocho libras, principalmente alrededor de su estómago.
Como si eso no fuera suficiente, nos sorprendió que la depresión de mi padre mejoró notablemente sin ningún antidepresivo, y mi madre ya no necesita medicamentos para la tiroides. Todo esto se logró con alimentos reales, enteros sin procesar, no con productos farmacéuticos.
Muchas gracias al Dr. Campbell por su investigación innovadora y su sorprendente libro, El Estudio de China. Lo leí y cambió mi entendimiento completo de la salud y la nutrición. Además, Forks Over Knives fue un gran documental para dar a conocer al público. Yo hice que mis padres lo vieran dos veces para que pudieran entender mi racional para cambiar su dieta.
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