Un estudio publicado esta semana[1] demuestra que entre dos grandes poblaciones norteamericanas (enfermeras y profesionales de la salud masculinos), aquellas que consumían mayor cantidad de proteína de origen animal comparadas con las que consumían proteína de origen vegetal tenían un mayor riesgo de muerte, en particular, de enfermedad cardiovascular. El resultado estaba limitado a aquellos que también tenían otro factor de riesgo en su estilo de vida, como la inactividad o el tabaquismo.
Desglosándolo en comidas específicas, los investigadores encontraron que, cuando el 3 % de energía de la proteína de origen vegetal sustituyó una cantidad equivalente de proteína de carne roja procesada, había un 34 % de riesgo menor de muerte.
Estos resultados son incluso más impresionantes cuando consideramos el hecho de que los investigadores controlaron la edad, la ingesta de diferentes tipos de grasa, la ingesta total de energía, el índice glicémico y el consumo de cereales de grano entero, fibra, frutas y vegetales, tabaquismo, índice de masa corporal, uso de vitaminas, actividad física, ingesta de alcohol y antecedentes de presión arterial alta. En otras palabras, eliminaron estadísticamente muchos de los componentes benéficos de la alimentación basada en plantas para tratar de aislar el solo efecto de la proteína proveniente de los alimentos y aun así encontraron un efecto. Cuando los datos fueron ajustados solamente por la edad, por el consumo total de energía y de grasa, a aquellos que consumieron la mayor proteína de origen vegetal se les encontró que tenían un 33 % de riesgo reducido de muerte, un 40 % de riesgo reducido por muerte cardiovascular y un 28 % de riesgo reducido de muerte por cáncer.
Esto es aún más notable dado que los sujetos del estudio estaban consumiendo dietas centradas en carne. Los investigadores dividieron la población en grupos basados en la cantidad de proteína consumida. Incluso, aquellos que consumieron más proteína de origen vegetal ingirieron casi un 60 % más de proteína animal que de proteína de origen vegetal. Ninguno de estos grupos consumió nada remotamente similar a la alimentación basada en plantas sin procesar que ha demostrado detener o revertir la enfermedad cardiaca avanzada, la diabetes y el cáncer de próstata en fase temprana.
Conclusión: Incluso entre grupos de norteamericanos que consumen carne y dietas de comidas procesadas es probable que los beneficios de supervivencia se acumulen a partir de la incorporación de más fuentes de proteína basadas en plantas.
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