La relación entre la grasa en los alimentos y el cáncer de seno, una vez punto clave para hacer que las mujeres estadounidenses cambiaran sus hábitos alimenticios, está siendo seriamente cuestionada ahora. Un prominente estudio de Harvard de casi 90.000 enfermeras estadounidenses, respaldado por estudios, en cierto modo similares, de otros laboratorios, no ha mostrado ninguna relación entre el riesgo de cáncer de seno y la cantidad de grasa que comemos.
Mientras es tentador para muchas mujeres aflojar sus regímenes alimentarios, la relación entre la grasa en los alimentos y cáncer no debería ser descartada ociosamente. El problema es que el estudio de Harvard, aunque estuvo bien ejecutado, tiene un enfoque muy estrecho, dejando a muchas mujeres comprensiblemente confundidas. Una pista para mejorar esta confusión se puede encontrar cuando se comparan los datos de Harvard con nuestros hallazgos en las áreas rurales de China. Opuesto a las conclusiones de Harvard, nosotros encontramos una asociación importante entre la grasa en los alimentos y el cáncer de seno.
El Estudio de Harvard comparó a enfermeras que consumieron una alimentación “baja en grasa” con enfermeras que consumieron una alimentación con contenido más alto de grasa. La ingesta total de grasa osciló desde un nivel modesto de 25 % hasta uno tan alto como 45 % de las calorías. Sin embargo, de acuerdo con la evidencia disponible en otros reportes, las mujeres que consumieron cantidades menores de grasa, consumieron las tales llamadas comidas “bajas en grasa” como carnes magras, leche baja en grasa, vinagretas bajas en grasa y margarinas. Sin necesidad de decirlo, ellas aún se permitían comer grandes cantidades de comidas de origen animal, en vez de adicionar más frutas y vegetales a su alimentación.
Existe evidencia considerable que indica que esta puede ser una fórmula para fallar. Los datos de las áreas rurales de China, por ejemplo, se diferencian de los datos de Harvard en muchas formas importantes. Primero, nosotros comparamos personas que consumían una alimentación con un contenido de grasa que oscilaba entre el 6 % al 25 % de las calorías (en vez de 25 a 45 %). A diferencia de los participantes en la investigación de Harvard, descubrimos que las personas en China, quienes consumían una alimentación baja en grasa, no simplemente comían carnes magras, sino que comían muy poca o nada de carne. Asimismo, en China comparamos tasas de cáncer de seno en 130 poblaciones, así que estábamos investigando poblaciones completas en vez de individuos, y una gran variedad de condiciones en la alimentación y en el estilo de vida.
En China abordamos la hipótesis que la relación entre alimentación y enfermedad es mucho más compleja de lo que se puede descubrir a través de examinar un solo ingrediente en los alimentos. Como resultado, llegamos a la conclusión de que alimentación baja en grasa (y quiero decir grasa en un rango del 10 al 15 % de las calorías, no 30 % de ellas) está asociado a bajas tasas de cáncer de seno porque esta alimentación está compuesta en su mayoría o enteramente de una variedad de plantas, no solamente porque sea baja en grasa. Además, sugiero que al remover una cantidad relativamente pequeña de grasa de la típica dieta americana (esta es una dieta que depende fuertemente de comidas de origen animal), se va a lograr poco, si algo, de reducción en el riesgo de cáncer de seno. Finalmente, es importante anotar que es mejor comenzar una alimentación basada en plantas en la juventud, ya que la nutrición temprana es importante tanto para establecer el escenario de bajas tasas de cáncer de seno más adelante en la vida, como para determinar preferencias alimentarias duraderas. Sin embargo, el cambio de la alimentación a cualquier edad puede proveer un beneficio considerable, por una variedad de razones.
El proyecto Cornell-Oxford-China de nutrición, desarrollado en China continental y Taiwán, es una encuesta masiva de más de 10.000 familias, diseñada para estudiar la alimentación, el estilo de vida y la enfermedad en los confines de China. Al investigar simultáneamente más enfermedades y más características de la alimentación que cualquier otro estudio a la fecha, el proyecto ha generado la base de datos más completa en el mundo sobre las múltiples causas de enfermedad. Al completar los resultados iniciales, todas las autoridades de salud locales que participaron en la encuesta del Proyecto de China fueron asesoradas sobre cómo cambiar su alimentación para bajar las tasas de enfermedad.
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