En nuestro artículo sobre el costo de la desnutrición, vimos que las enfermedades crónicas vinculadas a la desnutrición están llevando a la quiebra tanto a los individuos como a la sociedad en general, además de causar un elevado número de muertes que se pueden prevenir.
No es de extrañar que estos costos desbocados de salud estén en el centro de muchos debates públicos, profesionales y políticos. Más sorprendente es lo que no escuchamos cuando sintonizamos estos debates de salud . No oímos hablar de la reducción permanente de estos costos ni de la prevención de estas muertes abordando las causas de la mayoría de las enfermedades crónicas tratando las condiciones de estilo de vida que dan lugar a la enfermedad, especialmente mejorando la nutrición. Por el contrario, la conversación se centra en cómo podríamos distribuir estos costos; el papel (si es que hay alguno) de los seguros privados de salud ; el acceso inadecuado a la atención médica; cómo podríamos negociar con las compañías farmacéuticas, y más.
Hemos llegado a un punto en el que la mayoría de los adultos estadounidenses (el 55 % de los encuestados) utilizan frecuentemente medicamentos recetados.
Estos temas son importantes y valen la pena, pero, en gran medida, no hacen sentido. Si el nuestro fuera un sistema funcional que realmente diera prioridad a la atención en salud médica, sería mucho más fácil abordar tantos de los retos comúnmente debatidos. La mejora de la nutrición tendría alta prioridad (creemos que sería la prioridad número uno). Por desgracia, este no es el sistema que existe actualmente. En su lugar, tenemos un sistema de respuesta a la enfermedad. Hay muchas características que valen la pena discutir en este sistema, pero en este artículo nos centraremos en quizás las dos más dominantes:
El sistema de “atención de salud médica” actual parece considerar el cuerpo humano como una máquina, y cuando la máquina funciona mal, por más sistémico que sea ese mal funcionamiento, son los componentes de la máquina lo primero que el sistema intenta tratar. Se asignan diferentes protocolos de tratamiento a los distintos componentes de la máquina, y los problemas se tratan caso por caso mediante procedimientos invasivos muy específicos, píldoras, o una combinación de ambos.
En particular el protocolo farmacéutico —la creación de medicamentos—es una estrategia tecnológica patentable (y fuertemente patentada). Se interesa en retos predeterminados (por ejemplo, cómo podemos crear un medicamento que se dirija al colesterol alto, a la hipertensión, etc.) fabricando soluciones muy “precisas”, sin tener en cuenta de dónde proceden esos retos ni los efectos secundarios que puedan producirse. A los pacientes se les asigna una píldora para un padecimiento concreto, posiblemente otra para tratar los efectos secundarios de la primera, una tercera para tratar un problema distinto que no se aborda con ninguna de las dos primeras, y así sucesivamente, lo que acaba dando lugar a lo que se conoce como cócteles de medicamentos o polifarmacia.[1]
Según un artículo de ScienceDaily article[2] en el que se habla de un nuevo modelo desarrollado por el Instituto Weizmann de Ciencia para comparar combinaciones de medicamentos, “el delicado arte de mezclar cócteles de medicamentos es increíblemente complicado”, pero cuando se hace bien, este proceso ofrece una gran promesa para la “medicina personalizada”; el artículo continúa hablando de “mezclas óptimas… incluso cuando se requiere un gran número de ingredientes” (énfasis añadido).
A los pacientes se les asigna una píldora para un padecimiento concreto, posiblemente otra para tratar los efectos secundarios de la primera, una tercera para tratar un problema distinto que no se aborda con ninguna de las dos primeras, y así sucesivamente…
Pero por muy cursi que sea el lenguaje utilizado para describir las distintas versiones de la “medicina personalizada”, su objetivo es muy lejano al de las bellas artes y la cocina. Su meta es la misma que la de cualquier otro protocolo farmacéutico: responder a la enfermedad. Lo hace aplicando un conocimiento tecnológico del cuerpo humano y añadiéndole un giro aparentemente sofisticado: dice que tu diabetes tipo II es diferente a mi diabetes tipo II, así como obviamente también mi enfermedad coronaria. ¿Por qué? Porque cada uno de nosotros tiene un perfil genético distinto, ya sea innato o adaptado, por lo que cada uno de nuestros cócteles de medicamentos debe diseñarse de forma óptima para adaptarse a nuestras necesidades particulares, aún para los mismos diagnósticos. De la misma forma en que no se suele “reparar” un vehículo eléctrico dotándolo de un motor de ocho cilindros con turbo, no se trataría la enfermedad de Alzheimer con agentes quimioterapéuticos hechos para el cáncer (y por una buena razón: el deterioro cognitivo es uno de los efectos secundarios más frecuentes de la quimioterapia).[3]
¿Pero qué pasaría si no fuéramos coches, después de todo? ¿Y si los alimentos que comemos cada día (o que dejamos de comer cada día) pudieran prevenir y revertir la enfermedad coronaria;[4--7] y si numerosos estudios poblacionales a gran escala[8--14] establecieran una asociación entre los alimentos que comemos y el cáncer y otras enfermedades, y numerosos estudios experimentales con animales[15--25] dieran claridad sobre los numerosos mecanismos por los que opera esa asociación; y si existiera un amplio acuerdo, incluso en la comunidad médica negligente ante la nutrición, de que otras enfermedades costosas podrían prevenirse e incluso tratarse mediante la nutrición? ¿Seguiría teniendo sentido hacer hincapié en las soluciones tecnológicas por encima de todo?
Una encuesta reciente de la que nos informa WebMD sugiere que esta dependencia del sistema de “atención de salud médica” en la tecnología no hace más que crecer[26] y cita un aumento del 85 % en el total de las fórmulas médicas que se recetaron a los estadounidenses adultos entre 1997 y 2016. Hemos llegado a un punto en el que la mayoría de los adultos estadounidenses (el 55 por ciento de los encuestados) utilizan frecuentemente medicamentos con prescripción.
Si este enfoque fuera simplemente ineficaz, sería motivo de preocupación, pero la verdad es aún peor: a menudo es francamente peligroso. De acuerdo con la misma encuesta, “más de un tercio de [los que toman medicamentos recetados ] dicen que ningún proveedor de atención médica ha revisado sus medicamentos para ver si todos son necesarios”, lo que aumenta el riesgo de efectos adversos. Según el doctor Donald Light, del Centro de Ética Safra de Harvard, “la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) no reconoce” el hecho de que los medicamentos recetados son “un gran riesgo para la salud” y la cuarta causa de muerte, matando a más de 100.000 estadounidenses al año,[27] aunque otras estimaciones han indicado que pueden llegar a 440 000 muertes al año. Continúa diciendo que por cada reacción adversa a un medicamento que da lugar a una hospitalización, se producen 29 casos más de reacciones adversas a medicamentos.
Si crees que este patrón será fácil de superar, considera esto: los ingresos del mercado farmacéutico mundial en 2019 ascendieron a 1,25 trillones de dólares,[28] más que los presupuestos gubernamentales de todos los países del mundo, excepto cinco.[29] La triste realidad es que el enfoque actual no solo es a menudo ineficaz y peligroso; también rinde tremendas ganancias , y es muy difícil de desafiar.
No te equivoques: un sistema de atención de salud médica que funcione bien no excluye el uso de la tecnología. La tecnología puede desempeñar, y de hecho lo hace, un papel fundamental. Pero en el caso de enfermedades crónicas como la enfermedad cardíaca y el cáncer, haríamos bien en considerar las alternativas. Estas enfermedades son causadas por dietas no naturales, aunque populares, más que por cualquier otra cosa. Tratarlas solo con la tecnología, sin abordar esas dietas, no es la manera de enfatizar la atención a la salud.
Y lo peor de todo es que pone a los profesionales de la salud en la poco envidiable posición de estar siempre jugando a ponerse al día.
Además del carácter tecnocéntrico del sistema de “atención de salud médica” descrito anteriormente, está el hecho de que es casi totalmente reactivo, en lugar de proactivo. Como acabamos de describir, las píldoras y los procedimientos son adecuados para reaccionar los síntomas de la enfermedad, pero no para prevenir las condiciones que la originan.
Lo mismo puede decirse de la especialización médica en general: al centrarse en categorías cada vez más definidas de enfermedad y respuesta a tal enfermedad, los profesionales de la salud especializados del sistema de “atención de salud médica” están menos preparados para comprender, y mucho menos para abordar, las condiciones sistémicas que dan lugar a la enfermedad. Cada profesional se centra cada vez más en responder a los resultados de la enfermedad que afectan a su parte particular de la máquina humana, en lugar de evitar que la enfermedad entre en todo el sistema.
Esta no es una crítica a los profesionales de la medicina como individuos, sino al sistema que los limita. En todo caso, los profesionales de la salud deberían estar entre los primeros y más firmes defensores de un nuevo enfoque de la atención de salud médica. El sistema actual coloca a muchos de ellos en la posición imposible de tratar de promover la “salud” mucho más allá del punto de toma de posesión de la enfermedad. Son la cara de la “atención de salud médica”, a la que se le pide que intervenga cuando son llamados, pero están limitados en su capacidad de establecer proactivamente las condiciones que apoyan la verdadera salud.
Este artículo forma parte de una nueva serie sobre The Future of Nutrition: An Insider’s Look at the Science, Why We Keep Getting It Wrong, and How to Start Getting It Right (El futuro de la nutrición: la visión de un infiltrado sobre la ciencia, por qué seguimos entendiéndola mal y cómo empezar a hacerlo de forma correcta, en español) de T. Colin Campbell, PhD, (con Nelson Disla) publicada en diciembre de 2020. Haremos un preestreno de los temas seleccionados y centrales del libro, así como una inmersión más profunda en los temas que no llegaron a aparecer en este.
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