Se prevé que el mercado mundial de carne de res alimentada con pasto alcance una valoración de más de 13 mil millones de dólares estadounidenses en 2025, un aumento que se debe al “auge de querer consumir carne más limpia”.[1] Los informes predicen ganancias similares para el mercado mundial de productos cárnicos orgánicos.[2]
Hemos hablado anteriormente de los argumentos a favor y en contra de los productos hechos de ganado alimentado con pasto; no voy a repasar esos argumentos en detalle aquí. Si tienes curiosidad por saber más, aquí tienes algunos recursos que puedes consultar:
También hay varios argumentos ambientales o éticos para el consumo de carne orgánica, pero de nuevo, estos no son el foco de este artículo. Aquí, la pregunta es puramente desde un punto de vista nutricional: ¿es la carne ecológica realmente una opción “más limpia”?
En un metaanálisis en el que se comparó la composición nutricional de productos cárnicos orgánicos y convencionales, los investigadores prácticamente no encontraron diferencia alguna . Un área en la que sí se observó una diferencia—a favor de la carne orgánica en comparación a la convencional—fue en los perfiles de ácidos grasos: pues al agrupar los datos de todas las especies ganaderas, encontraron significativamente más ácidos grasos omega-3 y total de ácidos grasos poliinsaturados.[3]
De acuerdo con los autores, esta diferencia puede atribuirse principalmente a “las dietas con alto contenido en pastos y forraje prescritas por las normas de la agricultura orgánica”, en comparación a los piensos convencionales con alto contenido en maíz, cereales, soya y subproductos animales.
En otro estudio, que comparaba específicamente la carne de res, los investigadores concluyeron que la opción orgánica “tenía un mayor valor nutricional”, con menos colesterol y mayores niveles de antioxidantes.[4] Una vez más, esto vuelve al pienso. Si la alimentación de la vaca que estás consumiendo es de mayor calidad —contiene más plantas ricas en antioxidantes (ya que es de las plantas de donde procede la inmensa mayoría de los antioxidantes) —habrá antioxidantes residuales en la carne de ese animal.
Sin embargo…
Es muy fácil malinterpretar estos datos.
Por ejemplo, la proporción de ácidos grasos omega-6 respecto a los omega-3 en la dieta estadounidense estándar está extremadamente desequilibrada; nuestra dieta proinflamatoria está asociada con el aumento de tasa de muchos de nuestros mayores asesinos. Desde este punto de vista, podríamos decir que la transición hacia la carne orgánica es un cambio en dirección correcta. Pero, ¿significa eso que es saludable? ¿Y cuán importante es este paso del que estamos hablando? ¿Es suficiente? ¿Existen mejores opciones?
De igual manera, el estrés oxidativo está implicado en enfermedades cardiovasculares, neurodegenerativas, cáncer y otras. Dado que la alimentación de una persona normal no aporta muchos antioxidantes, la carne orgánica podría parecer una mejora. Pero, ¿hasta qué punto?
Has oído a innumerables personas levantar una alerta sobre los peligros del colesterol alto. Dado que podría tener menos colesterol que sus homólogos convencionales, la carne orgánica parecería un paso en la dirección correcta. Pero, ¿de qué manera …?
Ya vas entendiendo.
Nuestra noción de lo que significa “saludable” se ha visto sesgada por la mala salud en general de nuestra sociedad. Enfermedades fácilmente prevenibles ahora son habituales. En este contexto, aún las opciones poco saludables nos pueden parecer hoy más sanas que antes.
El crecimiento de productos cárnicos orgánicos en el mercado indica una mayor confianza en cuán limpia es la carne orgánica. Y si adoptamos una visión más integral de la salud, que incluya especialmente la salud del medio ambiente, pues parece tener sentido. En comparación con la producción de carne convencional, la orgánica ciertamente parece más limpia: los animales se alimentan con piensos y forrajes orgánicos, no se les administran antibióticos ni hormonas, y se supone que están protegidos por normas de bienestar animal más estrictas que las operaciones de alimentación animal concentradas (CAFO, por sus siglas en inglés). Por último, en algunos comentarios se afirma que, a medida que la agricultura orgánica se ha ido convirtiendo en un negocio más grande (más rentable), la integridad de sus normas se ha visto cada vez más amenazada.[5]
Lamentablemente, también hay evidencia que sugiere que aquellos contaminantes que los consumidores intentan evitar consumiendo productos orgánicos son, de hecho, inevitables. Los contaminantes orgánicos persistentes (COP) se consideran omnipresentes. En un estudio de 2017, los investigadores no encontraron ninguna muestra orgánica libre de contaminación: “las diferencias entre las carnes de producción orgánica y convencional eran mínimas”.[6]
Lo mejor del caso es que la exposición a estos compuestos químicos no garantiza el cáncer. Nos enfrentamos a una exposición constante a dichos químicos. En lugar de intentar evitar todos los contaminantes químicos en nuestros alimentos y en otros lugares—una tarea imposible—sería más sensato evitar las cosas que alimentan su potencial cancerígeno, como lo es el consumo de comidas de origen animal.
Como he dicho al principio de este artículo, hay muchas razones comunes por las que los consumidores eligen alimentos orgánicos. Quizás los argumentos más convincentes no tengan nada que ver con la salud personal.
No obstante, los argumentos individuales a favor de la carne orgánica podrían contestarse mejor eligiendo alimentos basados en plantas orgánicas sin procesar. Esto sirve no solo para los argumentos medioambientales y éticos, sino también para el argumento de la salud personal. Si quieres más antioxidantes, ¿por qué no ir directamente a la fuente más abundante? Si lo que buscas es un equilibrio más saludable de grasas, ¿por qué no optar por el estilo de vida que mejor proporciona ese equilibrio: una alimentación basada en la diversidad de plantas sin procesar?
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