Escribí estos manuscritos con la intención de aclarar la confusión respecto a la nutrición como una ciencia, especialmente en lo que se refiere a un estilo de vida con una alimentación basada en plantas sin procesar — abreviada WFPB (sigla de Whole Food, Plant-Based)—. Me interesa particularmente llevar la discusión sobre la evidencia que propone este patrón de alimentación a un nivel más alto, basándome en su ciencia fundamental.
Este proyecto ha tardado mucho en salir a la luz. Empezó a gestarse en 1985-86, cuando pasé un año en la Universidad de Oxford y me sumergí en las bibliotecas de Oxford y Londres, buscando respuestas. Escribí un artículo extenso que no fue publicado hasta ahora. Recientemente, comprendí que en el interior de esa historia había claves muy importantes de por qué hemos hecho tan pocos avances respecto a la salud humana durante los últimos dos siglos, más o menos — a costa de cientos de millones de vidas humanas perdidas de forma prematura y un gasto de miles de millones de dólares — (ajustado para la economía actual). Decidí desempolvar el viejo artículo, nunca publicado, y editarlo para publicarlo de forma profesional. Este a su vez originó estos artículos, que representan una perspectiva del pasado, presente y futuro de la ciencia de la nutrición y su relación con la salud y la enfermedad.
En especial, quería depender de la integridad y la estructura de la ciencia para elaborar un caso que muestre la evidencia impresionante que respalda los beneficios de una alimentación basada en plantas sin procesar, con un énfasis particular en su efecto sobre el cáncer.
Es momento de examinar a profundidad qué es la salud humana, especialmente cómo esta se relaciona con los alimentos que consumimos. Hipócrates estaba en lo cierto cuando dijo: “Deja que el alimento sea tu medicina y que la medicina sea tu alimento”.
Ahora, al inicio de mi séptima década trabajando de forma profesional en la disciplina de la ciencia nutricional — en la investigación experimental como en el desarrollo de políticas nacionales sobre alimentación y salud — he visto mucho, tanto lo que promueve como lo que minimiza la importancia de la nutrición en la práctica médica y la atención en salud. Es inquietante e incluso inmoral, porque a mucha gente se le niega información que podría beneficiar mucho su salud, al igual que la salud de nuestra sociedad, nuestro ambiente, otros seres dotados de sentidos y nuestro planeta.
Lo que me parece más alarmante es la escasa comprensión sobre la ciencia de la nutrición que causa una enorme confusión, tanto para el público como para las comunidades profesionales (investigación experimental y práctica médica). El consumidor se convierte en la víctima y esta confusión existe tanto entre aquellos que promueven como quienes se oponen a los beneficios de salud de la alimentación basada en plantas sin procesar.
A continuación, hay seis textos científicos originales, publicados recientemente y revisados por colegas y pares, respecto a mi interpretación sobre la ciencia de la nutrición, especialmente su efecto sobre el cáncer (tres de los artículos). Los cinco del 2017 son accesibles al público, así que puedes leer el texto completo (en inglés). Puedes acceder a ellos a través de los enlaces que están a continuación o consultarlos en PubMed.
El pasado, el presente y el futuro de la nutrición y el cáncer: Parte 1 –
¿Fue reconocida una asociación nutricional hace un siglo?[1]
El interés profesional en la asociación entre la dieta alimenticia y la nutrición con el cáncer apareció a comienzos del siglo XIX, si no antes. Sin embargo, el progreso en la comprensión de esta asociación en los dos últimos siglos ha sido extremadamente lento y confuso. Si no abordamos esta confusión, el avance en el uso de la información sobre la alimentación y la nutrición para prevenir, e incluso para tratar el cáncer, seguirá siendo incierto. Para comprender mejor este problema, este es el primero de dos artículos que exploran la historia de la relación entre la alimentación y el cáncer antes de un reporte de 1982 de la Academia Nacional de Ciencias (NAS, por sus siglas en inglés) sobre la Alimentación, la Nutrición y el Cáncer. Este reporte fue un logro en la historia de la nutrición y el cáncer porque fue el primer informe institucional, basado en la ciencia, sobre este tema. De acuerdo con la evidencia citada en ese reporte, se puede inferir que ese tema era relativamente nuevo, tal vez comenzando alrededor del 1940. Pese a que atrajo gran interés público, también generó una enorme controversia, en parte como respuesta natural de las industrias afectadas. Explorar la historia anterior al 1940 podría proveer claves sobre la confusión actual que existe respecto a la relación entre la alimentación y el cáncer. Esta investigación formula tres preguntas. La primera (el objetivo de este artículo), ¿la relación entre la nutrición y el cáncer era considerada antes del 1940?; si lo era, ¿qué decía? La segunda (el objetivo del próximo artículo), asumiendo que la nutrición era vista con seriedad, ¿por qué fue ignorada u olvidada? La tercera, ¿acaso la información olvidada ha contribuido a la confusión actual en torno a la relación de la alimentación con el cáncer? La respuesta a la primera pregunta considerada acá es que sí, la nutrición como posible causa de cáncer no solamente fue planteada como hipótesis, sino que fue un asunto central de discusión en algunos sectores. Pero también fue un tema que apenas era escuchado entre las autoridades que tenían el mayor poder e influencia en la comunidad profesional del cáncer. Este artículo documenta la historia y la correspondiente lucha para que se escuchara este mensaje. Frederick Hoffman, un personaje público, fundador de la Sociedad Americana Contra el Cáncer y prodigioso investigador, lideró gran parte de ese esfuerzo durante el periodo de 1913 – 1943, pero sus contribuciones han permanecido casi completamente desconocidas.
Los primeros documentos institucionales importantes en afirmar que el cáncer está asociado considerablemente con nuestras prácticas nutricionales fueron un artículo presentado por dos eminentes epidemiólogos de la Universidad de Oxford (Sir Richard Doll y Sir Richard Peto) a la Oficina de Evaluación Tecnológica del Congreso de los Estados Unidos en 1981 y el reporte de un comité de 13 miembros de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos sobre Alimentación, Nutrición y Cáncer. Ambos reportes dieron la impresión de que la conexión del cáncer con la alimentación era una observación relativamente nueva en la ciencia. Pero eso no era correcto. Nuestras creencias y controversias actuales sobre la conexión entre los alimentos y el cáncer surgieron de observaciones que empezaron hacia finales del siglo XVIII y se ampliaron aún más durante mediados del siglo XIX y comienzos del siglo XX. El camino desde entonces, se volvió difícil respecto a las creencias modernas sobre la causa, prevención y tratamiento del cáncer
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Nutrición y cáncer: Una perspectiva histórica. –El pasado, el presente y el futuro de la nutrición y el cáncer. Parte 2. Malinterpretar e ignorar la nutrición.[2]
El papel que juega la nutrición en el desarrollo y tratamiento del cáncer ha recibido una atención considerable en décadas recientes, pero aún genera una gran controversia. Entre los que investigan el cáncer y especialmente la comunidad clínica, por ejemplo, se considera que los factores nutricionales juegan, en el mejor de los casos, un papel secundario. Las autoridades notaron el papel de la nutrición en el desarrollo del cáncer a comienzos del siglo XIX, generalmente bajo la teoría de que el origen del cáncer es “constitucional”; es decir, que su etiología depende de varios factores y tiene múltiples etapas. Los oponentes a esta idea insistían, de forma enérgica, que el cáncer es una enfermedad local, dependiente de un solo factor, que se trata mejor con cirugía, prestando poca atención a la etiología y la posible prevención del cáncer. Esta teoría “local”, que fue desarrollada durante finales del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX, ya para finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, gradualmente incluyó a la quimioterapia y la radioterapia como modalidades de tratamiento. Estos ahora permanecen, junto con la cirugía, la base del tratamiento actual del cáncer. Este paradigma, altamente reduccionista, trajo consigo consecuencias desafortunadas para la época actual, lo cual es el tema de esta perspectiva.
La idea de que el cáncer no está asociado en absoluto a la nutrición, se estableció firmemente a comienzos del siglo XX, a medida que las poderosas instituciones profesionales de cáncer se organizaron para crear un paradigma penetrante, que hace que esta idea sea muy difícil de desafiar. Este paradigma ha sido tan poderoso que es casi una herejía considerar que la nutrición tiene algo más que un mínimo efecto sobre el cáncer. Este empuje lo promueven solo unos muy pocos centros de poder creando información altamente cuestionable que, hoy, puede ser considerada mitología.
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Renacimiento nutricional y política de salud pública.[3]
La ciencia de la nutrición ha estado atrapada, desde hace mucho tiempo, en la interpretación reduccionista de detalles, lo cual la hace una fuente de gran confusión. Sin embargo, si la nutrición se define como la integración de innumerables factores nutricionales, reacciones metabólicas y resultados, dispuestos biológicamente como en una sinfonía, su relevancia para la salud personal y pública sería menos confusa y más productiva. Esta interpretación, más (w)holística (“wholistic” en inglés), puede ser observada a niveles celulares y fisiológicos y puede ser descrita, en parte, por el concepto de pleiotropía (múltiples efectos celulares de una fuente de nutrientes), junto con su prima más expansiva, la epitropía (“epitropy” en inglés) (múltiples efectos celulares de múltiples fuentes de nutrientes). Hay muchas consecuencias. Primero, una interpretación (w)holística ayuda a explicar los profundos, pero poco conocidos, beneficios de los alimentos basados en plantas sin procesar (aquí no hablamos de veganos o vegetarianos) cuando se comparan con las comidas de origen animal no procesadas o con las comidas precocinadas, que son variables desde el punto de vista nutricional (generalmente altas en grasas, sal, carbohidratos refinados y bajas en carbohidratos complejos). Segundo, la interpretación (w)holística explica por qué las Guías Alimentarias para los Estadounidenses y las políticas públicas relacionadas, que son concebidas principalmente desde un razonamiento reduccionista, prestan servicio, de manera muy efectiva, a las agendas políticas. Si los asesores en alimentación y salud reconocieran la complejidad biológica de la nutrición y luego hicieran un mayor uso del razonamiento deductivo (descendente) en lugar del inductivo (ascendente), habría menos confusión. Tercero, si la nutrición (w)holística fuese reconocida, podría ayudar enormemente a resolver el debate político, altamente polarizado, prácticamente intratable, sobre la atención médica. Y cuarto, esta definición revela por qué la nutrición rara vez, por no decir nunca, se ofrece en las facultades de Medicina. Tampoco figura entre las aproximadamente 130 especialidades médicas y no tiene un instituto de investigación asignado de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés).
La nutrición es una ciencia (w)holística, mientras que la práctica médica es reduccionista, esta discordancia causa prejuicio sobre la nutrición. Esta dicotomía no existiría si la profesión médica entendiera y adoptara una interpretación (w)holística. A la misma vez, la investigación reduccionista es crucial, ya que sus hallazgos proveen la estructura granular para la interpretación (w)holística—estas dos filosofías son por tanto interdependientes. La evidencia obtenida de esta manera ofrece un sustancial apoyo a la sugerencia de que la nutrición es más eficaz y mucho más asequible que las pastillas y los procedimientos combinados para mantener y restaurar (tratar) la salud. Ciertamente, este es un paradigma desafiante para el campo de la ciencia médica en sí.
Estoy proponiendo una definición radicalmente diferente de la nutrición. Se basa en la ciencia clásica del arte de la observación, que fue propuesta en la antigüedad. Lo que entendemos hoy día de la nutrición es confuso y resulta ser asesoramiento erróneo por parte de organismos autoritarios. Esto podría describirse mejor como “tecnología disruptiva”.
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Prevención y tratamiento del cáncer con la nutrición (w)holística.[4]
El cáncer tradicionalmente es considerado una enfermedad genética. Comienza con una mutación genética, causada a menudo por carcinógenos ambientales que son activados enzimáticamente a metabolitos que, de forma covalente, se unen al ADN. Si estos aductos carcinógenos de ADN, ahora dañados, no son reparados antes de que la célula se duplique, esto resultará en una mutación, que es heredada por las células hijas y su posterior progenie. Se añaden más mutaciones que se cree que promueven independencia celular, metástasis y resistencia a medicamentos, entre otras características que se observan típicamente en el cáncer avanzado. Las etapas de la iniciación, promoción y progresión del cáncer por parte de las mutaciones infieren irreversibilidad, porque las mutaciones que regresan son extremadamente raras. De este modo, los protocolos de tratamiento típicamente son diseñados para extraer o matar células cancerígenas por cirugía, quimioterapia, inmunoterapia o radioterapia. Sin embargo, la evidencia empírica ha existido para mostrar una opción de tratamiento fundamentalmente diferente. Por ejemplo, la promoción del crecimiento y desarrollo del cáncer en animales de laboratorio, ya iniciada por un mutágeno / carcinógeno poderoso, puede ser encendida y apagada repetitivamente incluso por completo por mecanismos no mutagénicos, simplemente modificando el consumo de proteínas en niveles relevantes de consumo. Existe evidencia similar, pero menos corroborada, para otros nutrientes y otros tipos de cáncer. Esta sugiere que el desarrollo definitivo del cáncer es principalmente una enfermedad que responde a la nutrición en lugar de ser una enfermedad genética, dando a entender que la nutrición tiene un efecto integral o exhaustivo, holístico (“wholistic” en inglés) y biológico que refleja los contenidos naturales de los nutrientes y sustancias relacionadas en los alimentos intactos sin procesar. Esta perspectiva contrasta claramente con la deducción actual de que la nutrición es la suma total de nutrientes individuales que actúan independientemente. La palabra “(w)holismo” (“wholism” en inglés) tiene como objeto enfatizar la base empírica de esta función. La proposición de que la nutrición (w)holística controla e incluso revierte el desarrollo de la enfermedad sugiere que el cáncer puede ser tratado con intervención nutricional.
Esto es, quizás, lo más espectacular. Está basado en la evidencia experimental que demuestra que el cáncer no es una enfermedad genética, como se afirma ampliamente en la investigación del cáncer y las comunidades clínicas. Como consecuencia, la progresión del cáncer puede ser revertida por medios nutricionales, ofreciendo incluso la posibilidad de que pueda ser tratada por medios nutricionales; esto es un protocolo claramente diferente a emplear la quimioterapia, la radioterapia o la cirugía y que podría evitar los múltiples y muy serios efectos secundarios que comúnmente ocasionan estas terapias. Si resulta cierto, esto debería afectar drásticamente la comprensión y aceptación pública de un estilo de vida con alimentación basada en plantas sin procesar.
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Una alimentación basada en plantas y la proteína de origen animal: cuestionando la grasa de la alimentación y considerando la proteína de origen animal como la principal causa de enfermedad cardíaca.[5]
La “grasa” en la alimentación (p. ej.: aceites, triglicéridos, colesterol) ha sido considerada durante mucho tiempo como un gran factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares y otras enfermedades relacionadas. En 1847 (según está descrito en otros textos), Vogel identificó que el colesterol es un importante componente de la lesión aterosclerótica, un precursor de la enfermedad cardiovascular.
Después, en 1913 – 1914, la investigación experimental en animales mostró que la grasa en la alimentación (incluido el colesterol) aumentaba las lesiones ateroscleróticas en la aorta. De acuerdo con Kritchevsky, como escribió en 1983, estos antiguos investigadores estaban tan obsesionados con la hipótesis de que la grasa en la alimentación causaba aterosclerosis, que pasarían décadas sin considerar las contribuciones de otros componentes de la alimentación a esta enfermedad. Ahora, más de tres décadas más tarde, la mayoría de los investigadores (y el público) aún creen que el componente principal de la alimentación vinculado con la enfermedad cardiaca es la cantidad y el tipo de grasa, especialmente el colesterol y la grasa saturada.
Este artículo fue publicado en una revista dedicada al grupo de enfermedades cardiovasculares (enfermedad cardiaca coronaria, fibrilación atrial, accidente cerebrovascular isquémico y hemorrágico y enfermedad cardiovascular, etc.). Respecto a la nutrición, es considerablemente redundante, una lección en sí misma, porque la causa de estas enfermedades, es la misma para una amplia variedad de enfermedades. Las causas de estas enfermedades difieren solo en las combinaciones de nutrientes involucrados — excepto por todos los nutrientes que son provistos por los alimentos basados en plantas sin procesar. ¡Imagina lo que esto significa cuando se compara con la base descarriada del uso de la terapia dirigida con medicamentos!
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Nutrición nunca hablada.[6]
La investigación y la interpretación de los hallazgos en nutrición generalmente se centran en las actividades de nutrientes individuales. La composición nutritiva de los alimentos, el etiquetado de los alimentos, su fortificación y las recomendaciones nutricionales están basadas, en su mayoría, en esta supuesta práctica comúnmente conocida como el reduccionismo. Mientras que tal información sobre los detalles es importante y en ocasiones útil en la práctica, ignora la actividad nutricional coordinada, integrada y prácticamente sinfónica (“(w)holismo” o “wholism” en inglés) que ocurre en vivo. Con el reduccionismo ofreciendo el marco y estructura, el público sigue confundido y se incurre en altos gastos monetarios y sociales. Aquí se presentan brevemente dos ejemplos para ilustrar los malentendidos que existen hace mucho tiempo (1) sobre las grasas saturadas y totales como las causas del cáncer y la enfermedad cardiaca y (2) la aparición de la industria de los suplementos nutricionales. Se requiere urgentemente una nueva definición de la ciencia de la nutrición.
Este fue el primero de estos artículos escrito y publicado en el 2014. Simplemente propuse un entender diferente sobre la nutrición e hice un llamado urgente para definir nuevamente la nutrición — llamado que fue provisto en el artículo del 2017 mencionado anteriormente, El renacimiento nutricional.
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Referencias
- Campbell, T. C. The past, present, and future of nutrition and cancer: Part 1-Was a nutritional association acknowledged a century ago? Nutr. Cancer 69, 811-817, doi:10.1080/01635581.2017.1317823 (2017).
- Campbell, T. C. Nutrition and cancer: an historical perspective–the past, present, and future of nutrition and cancer. Part 2. Misunderstanding and ignoring nutrition. Nutr. Cancer 69, 962-968, doi:10.1080/01635581.2017.1339094. Epub 2017 Jul 25. (2017).
- Campbell, T. C. Nutrition renaissance and public health policy. J. Nutr. Biology 3(1), 124-138 (2017). J Nutr Biol. 2017;3(1):124-138. doi:10.1080/01635581.2017.1339094 (2017).
- Campbell, T. C. Cancer prevention and treatment by wholistic nutrition. J. Nat. Sci. Oct 3 (2017).
- Campbell, T. C. A plant based diet and animal protein: questioning dietary fat and considering animal protein as the main cause of heart disease. J. Geriatric Cardiol. 14, 331-337 (2017).
- Campbell, T. C. Untold nutrition. Nutr. Cancer 66, 1077-1082, doi: 10.1080/01635581.2014.927687 (2014).