Tenía muy mala salud en mis 20s. Sabía que algo andaba mal en mi cuerpo, específicamente con mi útero. Por más de siete años, había tenido dolor grave y sangrado abundante durante mis períodos debido a fibromas y adenomiosis, pero no me importaba mucho. Trabajaba hasta tarde y bebía después del trabajo.
Mi peso fluctuaba constantemente mientras me desnutría con “alimentos dietéticos” procesados. Prioricé todo menos mi propia salud; tomaba Advil para los dolores menstruales y trataba de ignorar lo que sentía. Tenía demasiado miedo de oír la verdad. Mi nivel de hemoglobina en la sangre bajó a 5 (para las mujeres, alrededor de 12-15 se considera normal) y comencé a sentirme cansada todo el tiempo. Me sentía mareada siempre después de mis períodos y tenía que tomarme un día libre todos los meses porque me era imposible ir a trabajar durante mis períodos.
Cuando finalmente acudí a un médico y descubrí todos estos problemas (fibromas gigantes, adenomiosis y un nivel de hemoglobina tan bajo que necesitaba una transfusión de sangre), el mismo me dijo que el único tratamiento era una histerectomía porque mis fibromas eran demasiado grandes y estaban ubicados en el peor lugar: debajo del endometrio.
Descubrí el Certificado de Nutrición Basada en Plantas del Centro de Estudios en Nutrición de T. Colin Campbell. y me inscribí de inmediato. Todos los contenidos que aprendí del curso fueron muy poderosos, pero me impresionó especialmente la relación entre los alimentos de origen animal y la salud de la mujer.
Probé el tratamiento con medicamentos, pero no funcionó, y me frustró mucho pensar que la ciencia médica moderna no tuviera una solución para los fibromas graves. La mitad de mis amigas tenían fibromas, pero todos sus comentarios me hacían sentir que a los médicos y científicos no les importaba mucho la salud de la mujer. Fue muy triste para mí saber que muchas mujeres jóvenes sufrían de una enfermedad de la que apenas se habla abiertamente. Algunos médicos de mis amigas les dijeron que estaban enfermas porque aún no habían tenido bebés, ¡pero solo teníamos 20 años!
A la edad de 34 años, después de luchar para controlar mi condición, finalmente decidí someterme a la histerectomía. Pensé que la cirugía me ayudaría a seguir adelante, pero terminé necesitando otra cirugía después de 2 meses por peritonitis. Tuve que quedarme en casa y tomar un largo descanso para recuperarme y perdí mi trabajo.
Cuando comencé a investigar por qué me sucedió esta tragedia, descubrí el Certificado de Nutrición Basada en Plantas del Centro de Estudios en Nutrición de T. Colin Campbell y me inscribí de inmediato. Todo lo que aprendí del curso fue muy poderoso, pero me impresionó especialmente la relación entre los alimentos de origen animal y la salud de la mujer. Fue una llamada de atención seria. En lugar de culparme a mí misma por comer alimentos de origen animal toda mi vida, traté de centrarme en el futuro: todavía tenía mis senos, otros órganos y el resto de mi cuerpo del cual cuidar. Por supuesto, no fue un proceso fácil, pero finalmente, ¡lo logré!
Obtener mi certificado fue solo el comienzo. Me dediqué a investigar profundamente y descubrí cómo los alimentos de origen animal afectan las hormonas sexuales y las enfermedades relacionadas. Leí muchos libros y revistas, vi videos en YouTube del Dr. Neal Barnard y otros expertos, y amplié mi investigación para incluir disruptores endocrinos, que también son un factor clave en las enfermedades relacionadas con las hormonas. Este proceso tomó mucho tiempo, pero valió la pena.
Uno de mis hallazgos clave es que 7 de cada 10 mujeres estadounidenses blancas y 8 de cada 10 mujeres estadounidenses negras tienen fibromas; 4 de cada 10 mujeres coreanas ahora también sufren, pero ese número está aumentando rápidamente debido a la propagación de estilos de vida poco saludables, incluyendo la dieta occidental estándar. Otras enfermedades relacionadas con las hormonas muestran tendencias similares, ya que las generaciones más jóvenes de coreanos comen pizza, pollo frito y otros alimentos chatarra a diario. Antes se consumían más seguido los alimentos coreanos que son relativamente saludables como el bibimbap, pero ahora son más populares la barbacoa coreana y el pollo frito coreano.
Con el fin de promover la solidaridad y compartir mi trayectoria basada en plantas y sin procesar (WFPB por sus siglas en inglés) con las personas que me rodean, comencé un blog y hablé de ello con mis amigos y familiares. Debido a que muchas de mis amigas han sufrido problemas de salud similares, muchas también querían cambiar su estilo de vida. Creé una comunidad en línea para compartir recursos y hablar sobre la dieta basada en plantas. Más de 50 mujeres jóvenes se han unido a esta comunidad. También he dado clases de cocina y he organizado reuniones por Zoom para compartir lo que he investigado, y además hemos visto los documentales What the Health y The Game Changers. Es una comunidad en línea pequeña, pero muy poderosa.
Una mujer me dijo que después de un chequeo de su ovario, el médico no encontró rastro del quiste que había estado allí apenas siete meses antes. Una me dijo que después de sufrir de SOP (síndrome de ovario poliquístico) durante mucho tiempo, su ciclo menstrual se normalizó. Otra mujer comentó que bajó cinco kilogramos sin demasiado esfuerzo. Aunque estábamos furiosas porque nadie nos había dicho del poder de la nutrición para tratar diversas enfermedades hormonales, ahora nos sentimos más conectadas que nunca, y esta conexión me hace sentir bien todos los días.
Ha pasado un año desde mi cirugía y me he recuperado tanto física como mentalmente. Corro durante 30 minutos cada dos días, algo que no me hubiera podido imaginar hacer antes porque mi médico no me permitía hacer ejercicios aeróbicos debido a mi bajo nivel de hemoglobina. Todavía recuerdo el primer día en que volví a correr, luego de no haber corrido desde la escuela secundaria: estaba caminando por el río cerca de mi casa y de repente quise correr. Pensé que no podría correr por un minuto, pero lo hice. Al día siguiente, volví a correr, esta vez durante dos minutos. ¡Ahora, puedo correr durante 30 minutos!
También comencé a bailar Ori Tahiti de nuevo, que es similar a la danza hula, pero tiene más movimiento y un ritmo mucho más rápido. Ahora ni siquiera tengo que tomar un descanso durante la clase de baile, algo que siempre necesitaba antes. Desde que aprendí sobre la dieta WFPB y la probé, he tenido mucha energía. He cocinado para mí, me he cuidado y, por último, pero no menos importante, he compartido esa energía con las personas que quiero.
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