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Food Lessons from the Dominican Republic

Las pequeñas granjas familiares son escasas, los árboles han sido talados, el arroyo en la base de la montaña está lleno de la capa superficial del suelo y el ganado se ve pastando a través del terreno. Hace veinticinco años, este pequeño pueblo dominicano tenía 100 hogares. Hoy, La Cumbre no tiene más de 20 viviendas. Al igual que en otras zonas del mundo, la migración de las zonas rurales a las urbanas ha sido sustancial y, al igual que en los Estados Unidos, las pequeñas granjas familiares han desaparecido. Aquellos que compran la tierra son a menudo individuos que no viven en la zona, sino en el extranjero o en grandes áreas urbanas. Una vez comprada, el terreno se limpia de árboles —de mango, naranja, aguacate, cacao, banano, café y plátanos— y se incorpora el ganado. Después de dos o tres lluvias pesadas, la capa superficial se erosiona, llenando el lecho del río.

He vivido en La Cumbre y he trabajado en pueblos de toda la región durante más de veinticinco años. Al principio, vivía en una pequeña clínica de salud en el área rural, donde trabajé con personal de salud de la aldea. Supervisé un banco de semillas, proporcionando a las familias de toda la región semillas de vegetales: remolacha, tomate, lechuga, espinaca, zanahoria, quimbombó, pepino cohombro, pimiento, rábanos, berenjena, etcétera. Conocí a casi todas las personas es la región a través de este proyecto. Varias familias caminaban más de una hora para llegar a la clínica. Frecuentaba la capital de forma regular, solo para reponer el banco de semillas.

Como sabemos, una alimentación basada en plantas sin procesar es la alimentación óptima, por lo que estoy segura de decir que estos huertos, que crecían durante todo el año, tenían un impacto en su salud. De hecho, los principales problemas de salud que se trataban en la clínica estaban relacionados con un saneamiento inadecuado (es decir, agua potable no filtrada, falta de letrinas, etc.). Aquellos que acudían a la clínica con problemas de salud a menudo eran niños, principalmente con enfermedades parasitarias e infecciosas. Y, si los adultos venían, tenían gripe (congestión en la cabeza o en el pecho) o enfermedades como la hepatitis A o B. Hoy en día, esto es muy diferente. Cuando se les pregunta acerca de su salud, responden casi unánimemente: “No somos más saludables. Tenemos diabetes, presión arterial alta, colesterol alto, cáncer y enfermedades del corazón —y tenemos mucho de ellas—”. Yo estaría de acuerdo. La mayoría de mis amigos, que están a mediados de sus treinta y cuarenta años tienen tensión arterial alta, diabetes o tienen un sobrepeso considerable.

La disminución en su salud está relacionada con un cambio en su alimentación, que coincide con la transformación de las tierras agrícolas para ganadería y las familias que abandonan el área rural. En una pequeña encuesta de salud, encontramos que una familia de cuatro consume, en promedio, un galón de aceite cada dos semanas, al fritar sus huevos, salami y queso por la mañana y en la noche, consumiendo de cuatro a seis huevos fritos, por persona, a diario, mientras que consumen de dos a tres porciones de salami frito, queso y alimentos procesados. Hoy en día, el aceite de maíz, los huevos y el salami son baratos y accesibles; los vegetales frescos en las zonas rurales son costosos e inaccesibles. De hecho, nadie en La Cumbre tiene una huerta ahora.

Podría pasar horas explicando por qué esto está ocurriendo, no sólo en La Cumbre, sino también en miles de otras aldeas, pueblos y ciudades de todo el mundo. Sin embargo, este no es mi objetivo aquí. Para aquellos que quieran entender esto mejor, les sugiero que lean el libro Meatonomics de David Robinson Simon, que aborda la economía detrás de estas tendencias, así como el de Richard Oppenlander, Confortably Unaware, en el que se discute la sostenibilidad de este tipo de sistema para nuestro planeta, nuestros recursos y nosotros mismos. Ambos textos destacan la necesidad de tomar acción. Utilizando La Cumbre como un estudio de caso, quiero compartir cómo Global Roots, junto con La Cumbre planean abordar esto.

Global Roots es una organización ubicada en Durham, Carolina del Norte, y tiene una oficina satélite en La Cumbre, que se encuentra en una cima de la montaña al lado de la zona que alguna vez fue cubierta con pequeñas fincas y árboles frutales. El plan de acción utilizado por Global Roots es simple: asociaciones, educación y acción comunitaria, con el objetivo de crear una comunidad vibrante (saludable), inclusiva y sostenible.

El primer paso es crear asociaciones con organizaciones en La Cumbre, específicamente, Ama de Casa (un grupo de mujeres locales), la asociación agrícola y Junta de Vecino (Neighbors Together). Utilizamos estas asociaciones para explorar la situación actual, discutiendo primero la subsistencia económica de los que viven en la aldea, cómo y por qué la gente no está trabajando, los gastos de los hogares (alimentos, salud, educación) y quién tiene qué habilidades, capacitación y educación. Esto es seguido por una exploración de los principales problemas de salud, las que parecen ser las causas de estas enfermedades y lo que se puede hacer para solucionar estos problemas, utilizando los recursos de la comunidad.

La Cumbre ha propuesto crear una cooperativa, para que las familias en y cerca del pueblo trabajen o inviertan en un gran terreno, produciendo productos frescos para ser consumidos y vendidos. En este proyecto se utilizarán cuatro hectáreas de la ladera de la montaña. El ganado de esta tierra será removido y las dos primeras hectáreas serán reforestadas con árboles frutales. Las otras dos hectáreas, que originalmente producían 480 libras de ganado (que por los estándares estadounidenses alimentan solo a 2,5 personas al año) serán reemplazadas por 30 000 libras de productos vegetales, alimentando a todos los habitantes del pueblo, las familias fuera del pueblo y generando ingresos para quienes hagan parte del colectivo.

Al determinar qué plantas cultivar, Global Roots se propone trabajar con las familias para crear un gráfico de composición de nutrientes y un libro de recetas para cada planta, destacando múltiples formas de preparar cada una, al igual que cómo se vive una vida más sana con una alimentación basada en plantas sin procesar. A través de este proceso, las familias llegan a reconocer que todas las plantas contienen un equilibrio saludable de proteína, fibra y vitaminas, pero sin colesterol.

Para conocer más acerca de los beneficios para la salud y el medio ambiente provenientes de una alimentación basada en plantas sin procesar y cómo cambiar a este tipo de estilo de vida, únete a Global Roots en República Dominicana para la Total Health Experience. ¡Aprende de primera mano cómo, juntos, podemos volver a abastecer nuestro planeta y reclamar nuestra salud!

References

  1. Oppendander, Richard (2012). Comfortably Unaware; What we Choose to Eat is Killing us and Our Planet. Beaufort Books, New York, NY.

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