El azúcar es la nueva grasa. Los días de los productos bajos en grasa y sin grasa han sido sustituidos por etiquetas de cero azúcar o sin azúcares añadidos en casi todos los productos empaquetados que consumimos. La mayoría de los expertos estarían de acuerdo que el azúcar añadido no favorece la salud, pero ¿qué pasa con los azúcares naturales que se encuentran en la fruta, las batatas o incluso los productos lácteos? Un estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutrition se propuso determinar cómo afecta el consumo de azúcar al riesgo de cáncer. Lo que descubrieron puede hacer que pienses dos veces la próxima vez que espolvorees parmesano sobre la pasta o untes con mantequilla una rebanada de pan tostado.
En este estudio se incluyeron más de 101 000 participantes tomados del estudio de cohorte prospectivo francés NutriNet-Santé (2009-2019). Se realizaron ajustes para los factores de riesgo de cáncer conocidos, incluyendo sociodemográficos, antropométricos, de estilo de vida, de historia clínica y nutricionales. Los investigadores descubrieron que el aumento del riesgo de cáncer estaba asociado con una ingesta mayor de azúcar, especialmente en forma de azúcares añadidos y azúcares procedentes de productos lácteos. Entre ellos se encuentran la leche líquida, la crema de café, el queso, la mantequilla, el queso crema, el helado, y otros productos lácteos comunes.
Es fundamental señalar que, aunque las ventas de leche hayan disminuido, el queso está aumentando. Eso es peligroso, ya que el queso es una leche altamente concentrada. Mientras que ocho onzas constituyen una porción de leche, solo se necesitan 1.5 onzas (o aproximadamente una rebanada) para constituir una porción de queso. Dos rebanadas de pan tostado con queso por la mañana, una fuerte rociada de queso en una ensalada para el almuerzo, y pasta o pizza con queso para la cena superan ampliamente las tres porciones, acumulando los azúcares que podrían —según este estudio— elevar el riesgo de cáncer.
Los investigadores descubrieron que el aumento del riesgo de cáncer se asociaba a una mayor ingesta de azúcar, especialmente en forma de azúcares añadidos y azúcares de los productos lácteos.
Hay muchas personas —en su mayoría de ascendencia caucásica— que pueden consumir productos lácteos y afirmar que se sienten bien después. Creen que los lácteos son una parte esencial de sus necesidades nutricionales diarias, y que su salud sufriría enormemente sin esta fórmula infantil bovina. Lo que no saben es que su consumo de lácteos podría estar preparándolos para un futuro plagado de enfermedades.
A menudo es imposible señalar el factor exacto que desencadenó la enfermedad cancerosa, pero es fácil poner en marcha prácticas sencillas para reducir el riesgo. Abandonar los productos lácteos es una práctica inmediata de prevención del cáncer que todo el mundo puede llevar a cabo. Cuando se trata del cáncer, por una rebanada de queso simplemente no vale la pena el riesgo.
Este artículo se imprimió originalmente en switch4good.org.
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